lunes, 29 de abril de 2013

Un hipotético futuro

Esta pequeña historia transcurre en Mandril, en un hipotético escenario futuro. Dominguet se ha hecho mayor y tiene todo el pelo blanco. No es posible precisar cuantos años tiene, ni en que año nos encontramos. Lo único que sabemos es que esta canción ya no está de moda: "El casero" de Malarazza

En cualquier caso, siempre podemos confiar en la suerte


Un hipotético futuro


Los alquileres en Mandril han caído. Sin embargo el número de viviendas vacías sigue aumentando a pesar de que hace años que no se construye ninguna. Los protagonistas se encuentran en Mandril, y asombrosamente comparten piso. No es una comedia de situación, pero podría serlo.

Dominguet: ¿Donde estamos? ¿Qué me ha pasado? Ah, si, han pasado los años y me encuentro en un futuro hipotético. ¿Y tú, quién eres? 

Compartiente: ¿Yo? Comparto piso contigo. Contigo y con cinco personas más

Dominguet: La verdad que el nombre es precioso "Hipotético futuro". Suena muy bien

Compartiente: Si..bueno...si tú lo dices...

Dominguet: ¿Y cómo es que compartimos piso? La ultima vez que estuve en Mandril allá por 2013 los precios de los alquileres y las viviendas en general estaba cayendo. Así mismo había un miles de viviendas vacías que no se conseguían vender...¿Seguimos en la misma situación?

Compartiente: Por supuesto que no. La realidad ha cambiado, pero se sigue largando la gente de la ciudad. Y sí, Mandril está lleno de pisos vacíos, pero aún así no tenemos más remedio que compartir piso, y lo hacemos tanto por necesidad como por principios. 

Dominguet:  Uff, el hipotético futuro tiene una pinta bastante destroyer. Explicate mejor, ¿Vivo con cuatro viejos melenudos?

Compartiente:  Te equivocas. Vives con cuatro melenudos viejos, y un barbudo calvo. Nada te contaré sobre si tenemos o no tenemos dientes

Dominguet: Jajaja ¡Vaya futuro! Bueno, cuéntame, ¿cómo he llegado hasta aquí?

Compartiente: Claro, tronco...¿recuerdas cuando  los inmigrantes comenzaron a largarse de la ciudad y muchos de los jóvenes? 

Dominguet: Si, claro

Compartiente: No lo decían en la prensa, pero claro, era un factor que inevitablemente nos iba a llevar a una espiral negativa. Como ocurrió en Detroit. Por muy bien que fuera la economía estatal, que no lo estaba, una ciudad con un millón menos de habitantes, por mucho marketing, o por muy bien situado que estuviera un supermercado junto a un atractor,  al decrecer el número de clientes, solo podía hacer quebrar el negocio. Una vez iniciado el crecimiento negativo poblacional, no era fácil revertirlo, y claro, este factor despoblacional no se encontraba solo, venía acompañado por otras movidas bastante interesantes

Dominguet:  Imagino que lo típico, lo que todo el mundo sabía y que no se actuaba de ninguna manera

Compartiente: El relevo generacional. La muerte de la peñuqui nacida en el baby boom, dejó a su paso más piso vacíos aún y menos población. Recuerda que esta generación ya no tenía cuatro hijos como la de sus padres,  la media era uno o dos. Y no solo eso, la caída de la esperanza de vida general, la desinversión en los espacios comunes y la venta de los hospitales, ha conseguido que  muramos antes. Y así ha vuelto a aumentar el número de pisos vacíos

Dominguet: ¿Y ya está?

Compartiente: Queda otro elemento. 

Dominguet: ¿Una guerra bactereológica quizá, que mata personas pero que deja los pisos intactos?

Compartiente: Creo que no, no me suena, pero podría haber pasado Lo que sí ocurrió es que tras la llegada al pico del petroleo en 2005 el precio del petroleo continuo subiendo. Esto encareció los costes de todo, y también de los pisos. A pasear de lo económico de los pisos de alquiler y la cantidad de pisos vacíos,  un obrero no podía vivir solo en un piso

Dominguet: ¿Yo creía que en Mandril no había obreros? Pensaba que todos eran ejecutivos y clases medias

Compartiente:  En realidad en Mandril había de todo, pero nadie los veía, desde lumpenproletarios, obreros,  y bastantes  imbéciles también, que me resultan muy difícil de clasificar

Dominguet: ¿Y les daba miedo vivir solos?

Compartiente: Jajaja En realidad si. Era imposible afrontar los gastos que generaba un piso individualmente. Y ya no te estoy hablando del precio del alquiler, de las hipotecas, ni de las tasas, de lo que estoy hablando es del pago de la luz, la calefacción, el agua...

Dominguet: Y entonces formamos comunas de barbudos viejos

Compartiente: Si lo quieres llamar así. Lo cierto es que al compartir piso se abrió un nuevo factor de despoblamiento de pisos

Dominguet: Jajaja

Compartiente: ¿De qué te ries?

Dominguet: ¡Vaya hipotético futuro!

Compartiente: Tú ríete, pero incluso mantener un piso vacío, en el mejor de los casos, era una lacra

Dominguet: Y los viejos se agruparon por primera vez en la historia

Compartiente:  Pues si, por necesidad o por principios, y por ambas cosas a la vez. Algunos incluso nos preparamos psicologicamente para afrontar el fin voluntario de nuestra existencia

Dominguet: ¿Preparándose para convertirse en viejos bomba que explotaran ante el paso de los tanques?

Compartiente:  Nunca se llegó a tanto. Simplemente nos preparamos ante la llegada de las enfermedades asquerosas y las demencias

Dominguet: Jajaja. Por lo tanto, el suicidio programado conllevará a la aparición de un nuevo factor que dará un nuevo impulso a la despoblación de la ciudad y al aumento de pisos vacíos

Compartiente: No estaría tan seguro

Aquí amiguitos se acaba la exposición de este pequeño esbozo de un hipotético futuro. Me resulta imposible precisar si esto es un futuro precioso o temible, lo cierto es que existen múltiples futuros. Cualquier acción se vuelve incontrolable y hace que el futuro cambie a cada instante. Hay miles de determinantes que actúan sobre la realidad. A veces lo que parece que nos llevará al bien, se torna en mal y viceversa. Esto no quiere decir que nos dejemos arrastrar por la inacción, claro.  La inacción es el paso primero para que la vida se convierta en tragedia. A pesar de todo, es la acción el único remedio conocido contra la tragedia.





sábado, 27 de abril de 2013

Sobre la vida del calamar gigante

A veces, cuando me aburro de mi calamar gigante, me meto en la bañera con mis peces microscópicos. Ellos creen que soy un dios, pero solo soy un hombre


Curiosidades del calamar gigante


Desde que se consiguió meter un calamar gigante en una pecera, todo el mundo tiene un calamar en casa. Hace unos años los mandrileños tenían el calamar encima de la televisión, pero desde que las teles son planas, las peceras se han visto relegadas a ocupar otros lugares del salón, a no ser que alguien muy inteligente construya la primera pecera plana del mundo, similar a un libro, y consiga encerrar a un calamar gigante en su interior.

Veo todos los días a mi calamar encerrado en la pecera y siempre le saludo. Cuando veo que se agita más de lo acostumbrado, le echo miguitas de plancton deshidratado y se las come todas. Mi calamar desconoce absolutamente que su existencia es una tragedia. Ha nacido en cautividad, como nacieron sus padres, y desconoce la vida en el mar. Alguna vez he estado hablando con él sobre la vida. 

 "Hola calamar, que triste estás"- Le digo,  y le doy pastillas de prozac, y él se las come todas

La existencia de los calamares gigantes en la ciudad es una tragedia. Viven encerrados en una pecera y les gustaría vivir en el campo, y no les mola el mar. Cuando se enfadan, se agitan dentro de la pecera y esta se mueve, y a veces, se cae del mueble bar. Hay días, al volver del trabajo,  que encuentro a mi calamar gigante muerto sobre la alfombra y la pecera hecha mil pedazos, pero no me importa porque compro otro. La vida de los calamares gigantes es una tragedia. Viven una vida que no es la suya y no pueden escapar, pero sueñan el sueño de tener una nave espacial.




jueves, 25 de abril de 2013

Mi posición sobre el consumo de carne humana

Declaración del autor el día que fue llamado al ejército

La página siguiente de la misma declaración

Posiciones sobre el consumo de carne humana


Me gusta la carne humana. Lo reconozco. Soy partidario de su sabor, y sobre todo de no excluirla de mi dieta. Su sabor me recuerda a la carne de cerdo durante algunos días del año. Otros días sin embargo, me sabe a la carne de rata.

Aún así, el consumo de carne humana se encuentra siempre acompañada de polémica. El debate actual, se centra en sí es moral  o no matar a un ser humano para comérselo, y qué trato debe recibir un hombre hasta el día de su muerte y despiece.

Hubo un tiempo en el que se abarató tanto la carne humana que todo el mundo podía comer hombre o niño una o dos veces al día. Durante esa época comenzaron a publicarse los primeros estudios que revelaban que la carne humana podía ser perjudicial para la salud si se consumía más de una o dos veces a la semana. Mientras tanto, el desarrollo de la técnica permitió que los seres humanos engordaran velozmente, y por lo general, se los sacrificaba antes de cumplir los 14 años de edad, dado que sus carnes eran mucho más tiernas que la de un ser humano adulto.

La polémica se abrió ante la cuestión de si el sufrimiento y el dolor ocasionados al ser humano durante su cría y sacrificio, podrían afectar al sabor de su carne. Y efectivamente, el cuerpo de un ser humano que permanecía la mayor parte de su existencia asustado y sometido a altos niveles de estrés, liberaba toxinas que empeoraban su sabor, y que más tarde se incorporarían a  la cadena alimenticia. Se demostró también que las carnes un ser humano de vida apacible, eran de mejor calidad, pero de un precio sensiblemente superior. Si; para que el sabor de la carne humana mejorara cualitativamente era preciso que el hombre fuera feliz. El principal problema que nos encontramos para que el hombre alcanzara la felicidad, era su libertad. Para que el hombre fuera feliz debía ser libre. Pero el hombre no podía ser libre, entre otras cosas porque nuestra dieta se lo impediría siempre. De acuerdo, el ser humano jamás alcanzaría la libertad ni la felicidad, pero al menos conseguimos que el hombre se creyera feliz, esto es, libre. Esto implicó el desarrollo técnico de las ilusiones. Los pasos dados fueron lentos, al principio con la inclusión del hilo musical en el matadero, y años después con la creación de ciudades amables en sustitución de la estabulación de hombres y mujeres en campos de engorde



lunes, 22 de abril de 2013

Diálogo con mi Yo interior

No tengo ninguna foto de mi Yo interior, ni ganas de dibujarlo. Pero he encontrado esta fotografía para ilustrar el dicho popular que dice que "La vida engendra vida", si, de acuerdo, pero también accidentes de tráfico

Diálogo con mi yo interior

De vez en cuando, cuando el autor de este periódico  ha bebido y fumado demasiado, se despierta  en mitad de la noche alarmado por su yo interior. Hoy reproducimos la conversación que tuvo Dominguet y su yo interior durante la siesta

Yo interior: ¡Vas a morir!
Dominguet: (Despertando sobresaltado) ¡Eh! ¿Donde estoy? ¿Qué ocurre?
Yo interior: ¡Vas a morir!
Dominguet: ¿Quién eres tú?
Yo interior: Soy tu yo interior, ¿no me reconoces?
Dominguet:  ¿Y me despiertas así, tratando de asustarme? Esta noche dormí poco y mal, estoy intoxicado, déjame en paz, necesito dormir treinta minutos más
Yo interior:  Despierta, despierta ¡Vas a morir!
Dominguet: No, no voy a morir, ¡voy a dormir!
Yo interior: ¿Recuerdas el artículo sobre cómo ser centenario? Comes demasiados bollos y vives bajo un estrés constante. Comes bollos, fumas cigarros, bebes café y cerveza, eso es fatal. Imagina que te estalla una vena.
Dominguet: ¿Me va a estallar una vena, precisamente ahora? Yo pensaba que me iba a caer encima un meteorito
Yo interior: ¿Un meteorito?
Dominguet: (Incorporándose algo sobre la cama) Si, va a caer un meteorito y me va a arrancar la cabeza, ¿no te alegra?
Yo interior: No, no me alegra
Dominguet: Pues debería alegrarte. Pasaría automáticamente a ser inmortal.
Yo interior: Pero si tú eras el que decías que el fin de la vida era el fin del todo
Dominguet: Si, pero permanecería vivo en la memoria colectiva y en las hemerotecas ¿A cuanta gente recuerdas que haya perdido la cabeza por el impacto de un meteorito?
Yo interior: ¡A nadie!
Dominguet: Precisamente. No existe documento alguno que narre tal suceso, porque jamás ha sucedido. Y por supuesto, puede ocurrir en cualquier momento, quizá en el intervalo de esta conversación. Lo importante es que no escueza demasiado. Y claro, ser el primero en algo, aunque sea perdiendo la cabeza por un meteoro incandescente, me haría sobrevivir a la muerte,eso si,  bajo la forma de un chiste. 
Yo interior: No es muy consolador que digamos
Dominguet: ¿Quieres que te consuele?
Yo interior: No
Dominguet: Pues te voy a consolar
Yo interior: Si insistes...
Dominguet: Una amiga me dijo que no existe la muerte,que solo existe la vida
Yo interior: ¿Y te lo creiste?
Dominguet: Sin embargo es cierto. Nadie existe cuando se muere, es una de las singularidades de la muerte, uno deja de existir
Yo interior: Pues vaya
Dominguet: Y eso nos lleva a determinar que si la muerte no existe,entonces, la vida es TODO
Yo interior: ¿Y es necesario decir TODO en mayúsculas?
Dominguet: Si, por supuesto
Yo interior: ¿Lo es TODO?¿Aunque viva una décima de segundo o viva cien años?
Dominguet: Muy bien, vas comprendiendo
Yo interior: No me convence.Y no me convence porque entonces la vida es algo despreciable... 
Dominguet: ¿Despreciable? 
Yo interior: Despreciable en términos absolutos, quiero decir
Dominguet: Me dejas más tranquilo
Yo interior: Dices que cien años y un segundo son exactamente lo mismo, es decir, un destello fugaz, y ni siquiera. En realidad existir, es como no haber existido. Es más, en realidad la vida no existe
Dominguet: Si, se mire como se mire es bastante absurdo todo
Yo interior: Totalmente. Absurdo y atroz. 
Dominguet: Super atroz. Si observas bien, la vida solo puede existir mediante el horror, es decir, matando y comiendo. Seré más claro: no podemos comer piedras, son indigestas, y contienen pocos nutrientes. Un adulto es el resultado de una cadena de horror, muertes y digestiones. Un hombre no es más que un asesino en serie.  Aunque reconozco que es más poético decir que "La vida se nutre de la vida"
Yo interior: Jajaja
Dominguet: Si te consuela tengo otra frase guardada en el bolsillo, la oí en una película...
Yo interior: Dispara...
Dominguet: "La muerte es lo último que va a pasar en tu vida"
Yo interior: Ni antes, ni en medio. La muerte siempre ocurre al final
Dominguet: ¿Y ahora, me dejarías volver a la siesta?
Yo interior: Vale, ¿pero nos volveremos a ver, no?
Dominguet: Claro hombre, ya sabes que te quiero mucho
Yo Interior: ¡Hasta luego Dominguet!
Dominguet: ¡Hasta luego!

Dominguet y su yo interior se despidieron con un "¡Hasta luego!", pero debieron hacerlo con un "¡Hasta nunca!", porque minutos despúes hizo aparición en escena un meteorito que entró por el lado superior derecho del escenario que arrancó la cabeza a Dominguet. Lamentablemente, contradiciento la tesis de Dominguet, este no acabó siendo inmortal, ni se hicieron chistes ni canciones en su memoria. Eso sí, consiguió un minuto de fama de menos de sesenta segundos













jueves, 18 de abril de 2013

¡La vía rápida hacia el envejecimiento!


Hay una caída permanente en el precio de la juventud. Sorprendentemente, esta bajada del precio cada vez es más cara. En la imagen, algunos agentes de bolsa. 

¡La vida rápida hacia el envejecimiento!

El descubrimiento más importante en Mandril y que ha  transformado profundamente todas las relaciones interpersonales, es la posibilidad de intercambiar juventud por vejez, y viceversa. Originalmente este intercambio tan solo se podía hacer mediante el sexo, es decir, a través de la ingesta de semen en buen estado. Lamentablemente los prejuicios de la época y las alergias, impidieron que se hiciera muy popular este sistema. Así que se investigó en las tranfusiones, y más adelante en el desarrollo de pastillas. La técnica sin embargo ha dado un paso más allá; por fin se podrá intercambiar la juventud mediante monedas.

Se determinó que por el solo hecho de existir, todo mandrileño obtendría setenta monedas de la juventud al nacer, y que al morir, tendría acumuladas setenta monedas de la vejez. Por cada año que pasara, se le quitaría una moneda de la juventud y se le entregaría una moneda de la vejez, y en cuanto tuviera las setenta monedas de la vejez en el bolsillo, caería fulminado.  En teoría todos los mandrileños morirían a los setenta años. Pero solo es una teoría. 

Por suerte se permitió intercambiar monedas de la juventud por monedas de la muerte, de tal manera que si usted quisiera vivir algunos años más, tan solo tendría que conseguir algunas monedas de la juventud. Si Mandril fuera un lugar hermoso, nadie intercambiaría monedas de la juventud ni de la vejez, y moriríamos a los setenta años, pero gracias a dios, Mandril no es un lugar hermoso. Para obtener la juventud, tan solo es necesario arrebatársela a otro. Por un lado la juventud se puede comprar, pero a un precio escandaloso. No todo el mundo tiene acceso a la compra de la juventud. Por lo general, un sector importante de los mandrileños entregan su juventud a cambio de nada, pero no de una forma amorosa, por cariño, porque desean que el otro, un amigo, sus padres, alguien a quien se quiere pueda vivir unos años más. No, los mandrileños entregan su juventud a cambio de existir. Es decir, se ha conseguido mediante un sistema absolutamente ingenioso, que aquellos que tienen monedas de juventud, no puedan fijar el precio de la juventud. Por pura necesidad, venden su juventud, a unos precios establecidos por otros  En las calles de Mandril es posible encontrar jóvenes que aparentan sesenta y cinco años, y que pronto morirán. En realidad es el negocio del siglo. No es tanto como dicen "aprovecharse de la necesidad". Para poder aprovecharse de las ventajas que ofrece la necesidad, lo que precisamos es la existencia de la misma necesidad. Para mantenerse artificialmente joven durante mucho tiempo,  lo que se precisa es mantener artificialmente el estado de necesidad. Es imposible entonces renunciar a la juventud y a cambio de ello vivir la mitad de la existencia sin  trabajar, lo que ocurre es exactamente lo contrario y es lo que hace que Mandril sea un buen lugar para nacer en el seno una familia apropiada. Quien puede comprar la juventud jamás envejece ni muere. Quien puede comprar la juventud, jamás trabajará. 




miércoles, 17 de abril de 2013

¡Practique el escapismo mental y fúguese de la realidad!


Boceto de lo que podriamos encontrar si desmaterializace a un enemigo


¡Haga desaparecer a su enemigo!

Asesinar a mis enemigos no es fácil, me lo impide la cobardía y la moral.  Y como no puedo matar al presidente, a mi casero, ni a mis jefes, me entretengo imaginando que de repente desparecen sus cuerpos, y solo quedan sus zapatos, los pantalones y el sombrero. Como si fueran hombres invisibles, seres sin sustancia, vacíos, sin mente, sin alma y sin voz 

Me gustaría que todo mandrileño pudiera disponer de este poder y eliminara a sus enemigos a su antojo convirtiéndoles en ridículos espantapájaros andantes,  pero me preocupa que la ciudad acabe siendo habitada por seres sin sustancia y sin cuerpo, vagando por las calles de Mandril. Si, yo firmaría ahora mismo una petición que solicitara "¡Todas las armas para el pueblo!", pero a veces pienso que si el pueblo tuviera un subfusil dispararía contra mis vecinos y contra mi.  El problema estriba en la falta de un método para identificar a nuestros enemigos, o quizá es que carezcamos de una regla nemotécnica muy sencilla para no olvidar jamás a quién debemos desintegrar.  Construyamos ese método. Seamos partidarios de la libertad, aunque la libertad no sea partidaria de nosotros. Entreguemos entonces al pueblo la facultad de desmaterializar a sus enemigos, mientras este pueda conservar sus pantalones.

 Sin embargo otros dias me entretengo imaginando que no desaparecen los cuerpos de mis enemigos, sino tan solo sus camisas. Si, quizá sea mejor así, entreguemos al pueblo  la facultad de desintegrar las camisas de sus enemigos, mientras este pueda conservar su cuerpo.



lunes, 15 de abril de 2013

Cómo ser un trabajador feliz



Curso acelerado para evitar la caída de la felicidad en las encuestas

¡No más trabajadores tristes!

Nuestro gobierno se encuentra muy preocupado porque el FBN, es decir, la Felicidad Bruta Nacional sigue cayendo. La estadística demuestra que el número de trabajadores infelices ha vuelto a aumentar. 

Pero nuestro gobierno sabe muy bien como acabar con la infelicidad. No, no hace falta un sueldo digno, ni un techo para vivir, ni una sanidad pública, ni plazas abiertas ni fuentes. Lo que precisan los mandrileños es una terapia. Había pensado el gobierno en aplicar algunos estímulos a la economía, es decir, algunas descargas eléctricas a la cabeza de los trabajadores en cuanto caigan en depresión.  También el gobierno había pensado en aplicar cachiporrazos a la cabeza de los trabajadores en cuanto estén tristes. Se trata en realidad de una terapia que podría hacer desparecer nuestra tristeza. El mecanismo sería el siguiente, en cuanto alguien cayera en la melancolía, el gobierno le solicitaría el documento nacional de identidad y le impondría una multa de 300 euros. Es cierto que igual no acabamos con la tristeza, pero ante la amenaza de una multa por estar triste, seguramente sonreiríamos más a menudo. Lo importante es que de la sensación de que nos lo estamos pasando muy bien. Como último recurso el gobierno podría acabar con los trabajadores. No, no digo que los vaya a asesinar, eso no lo hacen los gobiernos. Lo que podría hacer el gobierno es cambiarles de nombre. En este periódico lo hemos dicho muchas veces: las palabras son mágicas. Si usted cambia el nombre de "trabajador" por el de "profesional", automáticamente crece su autoestima. De repente se ven ante el espejo diferentes, más interesantes. Con tan solo cambiarles de nombre alcanzarán ese lugar que deseaban. La curva de felicidad volverá a crecer,eso si,  a la misma velocidad que crece la curva de la idiotez




domingo, 14 de abril de 2013

¡Cómo ser un temible escracher!

Guía del escracher moderno

Las palabras tienen un poder inconmensurable y de consecuencias trágicas cuando se usan en la esfera pública. Un ejemplo; un juez, un día, pronuncia una sola palabra, esto es. "¡Culpable¡" y un hombre es condenado a muerte. En realidad ese juez es un mierda, no tiene cojones ni ovarios suficientes para matar al reo golpeándole en la cabeza con su poderosa maza de magistrado.

Sin embargo, si usted un día camina por la calle y se encuentra a un juez en un callejón oscuro y le grita "¡Culpable!" le aseguro que a ese juez le ocurrirá algo. Lo más probable es que acabe cagándose en los pantalones. Si, las palabras son mágicas. Las palabras cambian la realidad. Una vez pronunciadas la realidad comienza a moverse y se pone en marcha la acción. Nadie sabe con seguridad que puede ocurrir cuando se pronuncia una palabra, ni donde ni cuando se detendrá la acción, si es que alguna vez se detiene. Pero para que sean efectivas las palabras y se inicie la acción deben ser pronunciadas en el espacio público y con el interlocutor lo más próximo a usted. Si usted grita "¡Culpable!" en la profundidad de la selva y en soledad, es probable que nada pasé, al menos inmediatamente. Las palabras deben ser dichas en la esfera pública. La vicepresidenta del gobierno dice que las interpelaciones dirigidas a ella deben ser dichas en un espacio donde el ciudadano no puede acceder. Es normal, a nadie le gusta que le digan la verdad delante de sus vecinos. Según la vicepresidenta, que un vecino se dirija a ella y la diga "¡Culpable!" es coacción. Yo pensaba que la coacción era obligar a alguien mediante el uso de la fuerza a hacer algo en contra de su voluntad, y la primera imagen que se me ha venido a la mente ha sido la de una familia expulsada de su vivienda a la fuerza contra su voluntad. En realidad la vicepresidenta no quiere que nos callemos, ella quiere que hablemos alto y claro, pero que lo hagamos en la soledad de nuestros espacios íntimos, o en la selva, donde nadie puede escucharnos. Lo que ella desea es que nadie nos escuche, o mejor todavía, no escucharnos, porque sabe que si nos escucha, las palabras comienzan a poner en marcha la acción, y la realidad comienza a cambiar.





domingo, 7 de abril de 2013

Mi primer trabajo como crítico de espectáculos y libros variopintos: hoy, el concierto del Capitán Entresijos

Ayer escribí mi primera crítica de un concierto punk.  Después  la he enviado a los principales diarios del país para que la publiquen. Como no tengo cámara de fotos, he adjuntado al comentario sobre el concierto  un dibujito realizado con boli bic azul. Más tarde he comprado toda la prensa del día, pero no aparecía ni mi artículo ni mi dibujo por ninguna parte.  Lejos de derrumbarme y caer en la melancolía tras constatar el fin de mi breve trayectoria como crítico musical, he decidido publicarla en este periódico que tan solo leerán 10 o 20 personas en todo el mundo. No importa. Tengo la certeza de que estoy escribiendo la historia, es decir, haciéndola.

Más o menos el concierto del Capitán a la distancia donde me encontraba



Crítica del concierto del Capitán Entresijos en El Fabuloso

Llegué a "El Fabuloso" a las 21:10h. Es decir, diez minutos más tarde de la hora convenida. Y lo hice conscientemente. Ante el garito un numeroso grupo de personas fumaba tabaco o crack, quizá comieran bollos; no lo puedo precisar con seguridad. Como yo no tenía bollos decidí pasar al interior de la sala. Para mi sorpresa me abrió la puerta el Capitán Entresijos. Parecía el mismísimo diablo ataviado de un original conjunto rojo, con ribetes o lazos en la camisa, de licra o nylon, o quizá fuera algodón. No lo sé. No me dio tiempo a tocarle la ropa ni a mirar la composición del tejido en la etiqueta. Ahora ya es demasiado tarde. Después me preguntó por mi teléfono. Transcribo la conversación con sus propias palabras:  "¿Tengo tu teléfono?"-dijo-  como no sabía que decir, me quite de encima al Capitán, e inmediatamente después descendí las escaleras que llevaban a la salita donde se iniciaría en concierto. Me entró un poco de miedo, la verdad, había gente muy rara. Más tarde supe que eran los padres de los miembros del grupo. Próximos a ellos me encontré a dos de los integrantes de Los Caballos De Düsserldorf, constructores e inventores de doorags, y a la cantante de las Vecchias. Me dijeron que había que venir disfrazado, yo dije que no lo sabía.  Traté de utilizar todas mis herramientas pseudointelectuales para salir del paso y cambiar el tema de la conversación, pero solo se me ocurrió hablar del poder de convocatoria de facebook. Al parecer se había invitado al concierto a más de cuatro mil personas a través de las redes sociales, y cuando digo cuatro mil,  podrían ser cientos de miles, pero en fin, todavía no habían llegado. En ese preciso momento, por suerte, me llamaron unas amigas a las que anime a venir al concierto, no tanto por verlas, sino para no sentirme tan solo entre la muchedumbre. Después llegó mi hermano, y en fin, ya estaba más arropado. El problema no es tanto ver un concierto entre desconocidos, sino entre semiconocidos, entre otras cosas, porque a un desconocido no es preciso hablarle, pero a un semiconocido, uno no sabe que decir. 

El concierto empieza. El Capitán toca el bajo, y está acompañado a la guitarra y a la batería por dos chicas que no sé como se llaman, así que he tenido que buscarlas en internet, pero no las he encontrado. Ya las he encontrado. El Capitán se sube a un altavoz pero se tiene que encorvar para tocar y no destrozarse la cabeza contra el techo al saltar. Las canciones molan. Como soy más bajito que la media del público, me resulta imposible ver a las chicas integrantes del grupo, y eso que me encuentro a tan solo seis metros, quizá menos, del escenario. Al Capitán puedo verle porque de cuando en cuando se introduce entre el público tocando el bajo, tratando de asustarnos. Bailo algunas canciones, un poco ortopédicamente, lo confieso, y me tomo un tercio. Como no tengo cámara de fotos, saco una libreta del bolsillo y trato de hacer algunos dibujos que puedan sustituir a las fotografías. El problema es que no sé dibujar, y hacerlo de pie, con poca luz y rodeado de punkis, es mucho más difícil. Me dicen que no son punkis. No lo sé. No tengo que creerme todo lo que digan. Para mi son punkis, porque en realidad no tienen futuro. Al parecer el fin del mundo fue en invierno del 2012. Es decir, el futuro es algo que ya pasó, solo que no nos dimos cuenta. El concierto continúa. Trato de no perder la concentración, pero la pierdo. No me concentro demasiado en las canciones, y se me va la cabeza en fantasías eróticas, es lo que tiene no salir demasiado de casa. El concierto acaba. Me ha gustado. Me voy sin despedirme.  Sé que no está bien y que seré castigado.  Me tomo unos botellines con mi hermano y mis amigas en el bar de al lado.  Después cojo el último metro mientras pienso en el futuro. Es lo bueno del fin del mundo, que los lunes han dejado de existir.




sábado, 6 de abril de 2013

¡Tengo un encargo para usted!


¡Tengo un encargo para usted!

Dominguet se encuentra en su piso, pero no puede salir. Trata de abrir la puerta que da a la calle, pero no se abre.  La golpea. Rebusca en los cajones, en el bolsillo. En ese preciso instante, suena el teléfono.

Dominguet: ¿Diga?


En ese momento, al otro extremo del escenario aparece una sombra. No podemos ver con claridad su rostro, tan solo su silueta, pues se encuentra iluminada a contraluz. Al principio la conversación parece que se establece telefónicamente, después,  dialogan directamente sobre el escenario, de forma abierta, cara a cara

Sombra: ¡Tengo un encargo para usted!

Dominguet: ¿Qué? ¿Qué dice? ¿Quién es usted? 

Sombra: (...)

Dominguet: ¿Con quién estoy hablando?

Sombra: No le estaba escuchando

Dominguet: Le pregunto quién es usted

Sombra: Prefiero no decirle mi nombre

Dominguet: ¿Pero qué quiere de mi?

Sombra: Tiene usted que ganar dinero

Dominguet: ¿Cómo?

Sombra: ¿Acaso no quiere salir del piso?

Dominguet: Si, y no puedo. He quedado con una chica y la puerta no se abre

Sombra: ¿Ha probado a echar unas monedas en la ranura de la puerta?

Dominguet: Lo haría si las tuviera

Sombra: Entonces necesita algo más de dinero

Dominguet: Vale...¿y?

Sombra: Necesita trabajar

Dominguet: Ya tengo un trabajo

Sombra: Otro trabajo más

Dominguet: ¿Otro trabajo? 

Sombra: Si, otro trabajo para poder salir de casa

Dominguet: Pero entonces...si tengo dos trabajos...solo podré salir de casa para ir a trabajar.  ¿Y mi tiempo libre? ¿En qué momento sino podré continuar escribiendo los artículos para este periódico? ¿Cuando acabaré el tebeo? ¿Cuando podré ir a la biblioteca, con las chicas que me gustan, con los amigos o mi madre? ¿Cuando podré salir a las calles? 

Sombra: (...)

Dominguet: Eh...¿Cuando?

Sombra: No te estaba escuchando. ¿De qué te estaba hablando? Ah, sí, decía que necesitas más dinero

Dominguet: Ah...primero me bajan el sueldo. Y después me ofrecen otro trabajo con un sueldo ridículo, e inmediatamente toda acción se paraliza y dejo de existir..

Sombra: Para existir necesitas más dinero

Dominguet: Pero sin tiempo...¿cuando podré hacer uso de los valores democráticos, de la palabra y la compañía...?

Sombra: (...)

Dominguet: ¿Cuando?

Sombra: Perdona, no te estaba escuchando. Lo que necesitas es más dinero

Dominguet: (...)

Sombra: Decía que lo que necesitas es otro trabajo

Dominguet: Perdona...no te estaba escuchando


El escenario se va oscureciendo hasta quedar completamente a oscuras. En ese momento se escucha un grito. Un grito espeluznante. En un instante, en lo que dura un flash, aparece Dominguet acuchillando a la sombra. 

Ahora la penumbra va cediendo de nuevo a la luz.  En el escenario encontramos a la Sombra caída en el suelo, a los pies de Dominguet, que tiene en la mano un cuchillo de grandes proporciones que deja caer al suelo.


Dominguet: ¡No tiene sangre! 

En ese momento, alguien habla entre el público. Es el Autor, que se encuentra sentado en el patio de butacas, y que ahora se incorpora a la escena.

Autor: No, no tiene sangre. La sombra ha muerto y nadie lamentará su muerte, pero Dominguet sigue sin poder salir de casa. Continúa sin dinero,  y la factura de la calefacción ha vuelto a subir mientras su salario sigue disminuyendo ¡Sin duda es porque no tiene esto! (El Autor agita un panfleto a lo alto) Son "Las 101 cosas que aprendí en la escuela de la vida" una guía básica para desarrollar la creatividad, vivir con pocos recursos, establecer lazos, crear redes de solidaridad, tener tiempo, y poder abrir, si, esa puerta...

Suena el timbre. Alguien llama dando golpes. Dominguet, que se encontraba paralizado ante el cuerpo de la Sombra, se dirige a la puerta, y para su sorpresa, ésta se abre. En su umbral hay una chica.

La chica: Te estaba llamando....

Dominguet: La puerta no se abría...

La chica y Dominguet se funden en un abrazo. 

Las luces se apagan. Esta vez sí.


Se baja el telón.



(Cuando el público se levanta para irse, y a la salida, El Autor, La Chica, La Sombra y Dominguet, se encuentran en la puerta repartiendo a la gente las "101 cosas que aprendí en la escuela de la vida". Es cierto que este panfleto todavía no existe, que todavía no ha sido escrito por nadie, pero pronto alguien lo hará. Las circunstancias lo exigen)



















miércoles, 3 de abril de 2013

Hacia una economía masticable

Iba a poner la fotografía de un hombre comiendo basura, pero el defensor del lector de ¡Terrible" no me ha dejado, así que he puesto una foto unas pastillas de caldo. Creo que el caldo tiene un futuro prometedor. Sea lo que sea, los objetos comestibles podrían conseguir no solo acabar con el hambre en el mundo, sino que la gordura se pusiera por primera vez en este siglo, de moda


Hacia una ciudad comestible

Creo que es posible, con la tecnología actual, la puesta en marcha de una ciudad masticable. La fabricación de todo tipo de objetos más allá del reciclado y lo biodegradable. Estamos hablando de los objetos comestibles.

Debido a la inacción, ya sea cultural o inducida, una tercera parte de los mandrileños se irá adentrando en los próximos años en la marginalidad. Estos mandrileños dejarán de servir a la economía y al consumo. Apartados del trabajo y de toda labor, ya no nos interesarán. Es decir, no molarán, Lamentablemente estos millones de mandrileños, perderán la dignidad y se humillarán sobrepasando límites jamás imaginados. Al perder todo el tejido social de autoapoyo sumados a su propia inacción política, y la falta de palacios en llamas, caerán de rodillas. Seguramente lo pierdan todo, pero lo que no perderán es el apetito. Este es el problema: mientras sigan vivos tendrán apetito. Para evitar hurtos, saqueos de supermercados y cadáveres en las calles, proponemos dar un giro a la economía. Dentro de una economía de libre mercado y soslayando toda regulación, se permitirá una norma que dirá: "Todos los objetos que se fabriquen, deberán ser comestibles" Y cuando hablamos de comestibles lo que queremos decir es comestibles, es decir, que tengan todos los nutrientes necesarios para la vida, o algo parecido.

Esto es una gran oportunidad de negocio y aunque parezca contradictorio, podría salvar el planeta. Superar las inconveniencias del reciclado, las bolsas de plástico biodegradables y lanzarnos a la a la creación de objetos comestibles, permitirá por primera vez en la historia de la humanidad, el fin del hambre en el mundo. Ningún ser humano volverá a pasar hambre. Ahora se podrá comer cualquier desecho, incluso las guías telefónicas. Los objetos comestibles, según vaya avanzando la inventiva y la creatividad, tendrán buen sabor,  incluso este, se diferenciará de un objeto a otro. Quizá podrían tener olor. De esta manera desaparecerá todo desecho y vertedero. No será necesario dinamitar un gran edificio para construir otra barbaridad sobre este, cuando haya que derribar algo, se llamará a los marginados para que se coman la construcción a tirar. Para ellos será un festín.


 
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