domingo, 27 de diciembre de 2015

Almorranas e inteligencia superior




 De momento, hasta que no dibuje algo más preciso, me permito incluir esta fotografía tan chula para ilustrar este texto

  Almorranas e inteligencia


 Me opongo a la creencia de que existe una relación directa entre las almorranas y la inteligencia. Es absolutamente falso. 

Luchar contra el mundo, luchar contra todos  a veces muy cansado.  El mito nos dice que los mandrileños con almorranas son más inteligentes que el resto. He tratado de demostrar que ese mito lo habían desarrollado y fomentado aquellos que tenían almorranas, pero nadie me creía, seguramente porque todavía no tenía almorranas, y mi testimonio no tiene credibilidad alguna. Es verdad que cierto grado de sedentarismo puede complicar la sintomatología o al menos hacerla evidente, esto es, sentir comezón y picor. Es verdad que la gente que permanece mucho tiempo sentada, dispone de más tiempo para leer, o pudiera ser que permanezcan  sentadas porque le gusta estudiar, pero eso no demuestra nada. La gente más dotada para el pensamiento y que, en fin, piensa más, es en realidad la gente que se sienta menos. Son los paseantes la gente más pensante, y esto sí que es una evidencia,  pero sus pensamientos se acaban perdiendo en la atmósfera o el éter, si es que no lleva un cuaderno en el bolsillo. Sin embargo aquellos que permanecen sentados gran parte del día suelen tener mayor acceso a internet, a escribir en blogs, en cuadernos, siempre tienen un boli Bic azul a mano, o al menos pueden hacer comentarios es un periódico digital. Esto es, tienen mayor facilidad para hacer campaña sobre la supuesta conexión entre almorranas e inteligencia. En otras palabras, los que tienen almorranas no son más listos que los paseantes pensantes, lo que ocurre es que disponen de más herramientas para difundir su pensamiento.

La creencia de que los portadores de almorranas eran seres de una inteligencia superior, estaba muy establecida en el gran Mandril. Se aceptaba sin debate, como una especie de verdad sobrenatural. Todo el mundo conocía a alguien con almorranas muy inteligente. Los padres querían que sus hijos pasaran mucho más tiempo en el colegio, pero no tanto para que leyeran más. Al fin y al cabo, si se aficionaban a leer, era probable que comenzaran a llenar el piso de libros, y eso sí que no. No, los padres querían que sus hijos estuvieran mucho tiempo en el colegio para que permanecieran mucho tiempo sentados, esto es, para que les salieran almorranas. Tener almorranas era garantía suficiente para encontrar un trabajo aceptable en el futuro. A nadie se le olvidaba incluir ese pequeño detalle, a veces sanguinoliento, en el currículum. Además, desde que se supo de la existencia de posible un factor hereditario en las almorranas, todo el mundo quiso una novia o un novio con almorranas.

Sin embargo, toda una sociedad basada en la almorrana como fuente del saber, se puede venir a bajo en cualquier momento, sobre todo cuando al fin se supo que no eran las almorranas las portadoras de inteligencia, sino un punto sensible en el culo. Si, un punto en el culo, un solo punto al estilo de la digitopuntura, que al estimularlo manualmente disparaba la inteligencia. La tendencia natural a rascarse cuando se siente picor, precipitó el estímulo anal, y por tanto, elevó la inteligencia. Las almorranas no eran la causa, tan solo habían aparecido en el punto apropiado.

Ahora por fin teníamos la posibilidad de la inteligencia en nuestras manos. Bastaba con meterse el dedo en el culo y ser un poco más sabios, aunque pareciéramos un poco más tontos. Parecía haberse democratizado la inteligencia, pero probablemente lo que se democratizó fue la idiotez. Reconozcámoslo, la escena era patética. Quizá se ampliara la sabiduría, aunque no estoy del todo seguro. Sea lo que sea, el número de casos de samonelosis y otros problemas derivados de un lavado de manos insuficiente, se incrementó, y mucho.







miércoles, 23 de diciembre de 2015

Hoy he recibido una carta explicando cómo se desarrollará el fin del mundo



 Aquí estoy, con mi singular estilo, evitando que el orden cósmico que se rompa.

El diablo y yo


El fin del mundo llegó forma divertida, deportivamente. Cómo decirlo, no sé hasta que punto el deporte puede ser bueno o malo para la humanidad y el cosmos.

No sé por qué la masa informe piensa que el diablo es vegetariano y promueve el encuentro entre culturas y civilizaciones. Se ha ido extendiendo el rumor de que incluso monta en bicicleta y vota al PACMA. No es cierto. 

El diablo existe, por supuesto, y lo único que desea es pasárselo bien, ser feliz. "¿Qué hay de malo en ser feliz?" - Preguntó el diablo a este periódico en cuanto llegó al gran Mandril.

A Satán le gusta el ping-pong. Desde mi punto de vista, el ping-pong  es un juego diabólico, pues no se trata de jugar, sino de que el otro se agache el mayor número de veces posible a recoger la pelota. Es más divertido, si además de agacharse, al otro le duele la espalda. 

El diablo pasa las horas muertas observando a las personas. Le hacen especial gracia las caídas. Ya saben ustedes, el tiesto se desprende y cae sobre una cabeza anónima, el suicida que salva su vida tras arrojarse al vacío pero que destroza la de un paseante pensante. A Satán se le atribuye la invención de la cáscara de plátano y la escalera que tantas caderas ha quebrado.

Cuando Lucifer escribe sus planes para acabar de una vez por todas con el mundo, no lo hace para fastidiar, ni por dinero, sino para echarse unas risas. En mi opinión el diablo no es exactamente el mal, sino alguien que le gusta hacer bromas.  En declaraciones a este periódico Satán dijo que "A quién no le gusten mis bromas, que se desplace a otro universo". El diablo es un tipo con bastantes ideas, y bastante originales. Tiene cosas que decir. 

El diablo necesita expresar sus ideas. Hoy se le ha ocurrido promover el fin del mundo mediante una competición, y por supuesto, a la masa informe le ha parecido buena idea, le gustan los deportes. Al finalizar el evento, la realidad, se desintegrará.

Hoy al abrir el buzón he encontrado una raqueta de ping-pong, una pelota y una nota personalizada que dice: 


Mandril, a 23 de diciembre de  2015

Estimado Óscar

Ha llegado el fin del mundo, pero no tema, usted lo puede evitar. Le entrego una raqueta mágica y una pelota, con la que si lo desea, salvará a la humanidad y a los hipocampos. De su mano y su destreza depende que la realidad y sus parientes no se desvanezcan en el éter. Tan sólo tiene que dar toques de continuo con la raqueta a la pelota, durante toda su vida Tiene tres oportunidades. Si a la tercera se le cae la pelota al suelo, todo a su alrededor se evaporará, como en su sueño, pero sin sueño. Le recuerdo que le evento será retransmitido en directo. Sus sobrinos le estarán mirando.

Su querido amigo,

El Diablo.











lunes, 14 de diciembre de 2015

Dominguet se suicidará el 20 de Noviembre a las 23:59 lanzándose al vacío desde el edificio más alto del gran Mandril



 Pequeña recreación de mi posible salto desde el edificio más alto del gran Mandril

Suicidio en directo y la importancia del futuro

Todo acto es político. Es cierto que me gustaría vivir hasta los 101 de edad con todas mis facultades psíquicas, físicas y químicas en perfecto estado, pero he decidido tomar el rumbo de mi existencia y caer al vacío para impedir que una coalición de liberales y neoliberales, esto es,  una coalición del Ibex35, vuelva al gobierno. 

En realidad se trata de una especie de huelga de hambre acelerada. Solo el pueblo podrá detener mi acción y evitar el desenlace de mi encuentro con la Nada. Solo si el pueblo vota masivamente por el futuro, en vez de contra el porvenir, mi existencia estará asegurada. 

El futuro es una cosa muy interesante, en cuanto desaparece todo se complica y comienzan los desastres. Para explicarme, he construido una frase con la que me invito a pensar de vez en cuando, es la siguiente: "Los derrotados no tienen futuro", y no solo no tienen futuro, sino que se convierten en el Otro, esto es, se le deshumaniza a los ojos de los que le han arrebatado el futuro. Permítanme que les ponga algunos ejemplos:

Observen como el pueblo judío en Europa en los años 30´ del siglo pasado comenzó a perder el futuro a una velocidad sorprendente. Observen como los palestinos han perdido futuro y territorio en los últimos cincuenta años. Observen como los proletarios han perdido futuro, hasta perder casi el nombre. Los viejos, sin apenas futuro, también han sido derrotados. Los ejemplos de seres, individuos y colectivos que han perdido y perderán trozos de futuro, se extiende. Observe si usted mismo se encuentra con un futuro más contraído.  En toda derrota hay exclusión, ya sea de derechos, de oportunidades, de renta, o territorio, cuanto más derrotado estás, cuanto menos futuro tienes, la grieta de la exclusión se abre cada más. Esa grieta nos separa cada vez más a los unos de los otros y nos convierte en pequeños monstruos bajo la mirada de aquellos que tienen todavía el futuro, si es que nos ven. Dejamos de ser personas y nos convertimos en monstruos. Hay que volver a ser persona, humanizarse, volver al futuro. Si queremos la inclusión tenemos que recuperar el futuro, aunque sea un trozo.

Evidentemente, al tirarme desde el edificio más alto del gran Mandril, perderé inmediatamente el futuro. Solo podré ver el mañana si se vota a favor del porvenir, así, con este acto, delego a la masa informe mi existencia. Tienen el futuro, el suyo y el mío también,  en sus manos. 

Yo no deseo suicidarme, pero podría ocurrir que la masa informe si lo quiera, esto es, que quiera su propio suicidio. O simplemente vote en  mi contra por el mero placer de verme caer, agitando los brazos y gritando aterrorizado, y por lo tanto, también esté votando en contra suya. Un inciso, ¿no han observado que la gente se convierte en masa informe a medida que se reduce su futuro?

Cumpliré mi plan ante ustedes. Si fracaso será mi final, pero trataré de realizar una pequeña acrobacia, una jugada maestra que me permitirá ver el futuro al día siguiente. Me liquidaré como Dominguet porque la masa informe y la coalición del Ibex35 así lo habrá querido.  Mi "as bajo de la manga" es el siguiente: solo puedo evitar mi final humanizandome.












sábado, 5 de diciembre de 2015

Conversaciones con la luna


 Un día la luna comenzó a hablar, incluso se convirtió en diosa, aunque en realidad no sabemos cual era su sexo, ni siquiera si tenía sexo.


 La luna sobre Mandril



La luna comenzó a hablar. Decir que desde que la conozco es cada día mejor conversadora; ha mejorado su sintaxis, ampliado su vocabulario, incluso domina algunos recursos narrativos, como la hipérbole. Esto era maravilloso. Lamentablemente el influjo de la luna sobre mi cuerpo me ha afectado negativamente: me salen granos.

Todos esperábamos los días de luna llena con júbilo, y disfrutábamos de las noches en las calles hablando con la luna, festejándola. Esto nos permitió interaccionar los unos con los otros; incluso copular al aire libre bajo su luz cadavérica, parecía muy excitante. Sin embargo, había algo extraño en todo ello. Si, follábamos bajo su luz, hablábamos con ella y bailábamos al corro de la patata, incluso comíamos pistachos, asombrados, mientras vivíamos en nuestros cuerpos este enorme espectáculo, pero faltaba algo.  Saludábamos  a la luna, y ella nos decía "hola", pero era raro.  La luna no tenía cara. Queríamos ser amigos de nuestra diosa, pero en fin, no era más que una inmensa roca. Había algo poco creíble en la luna como diosa. Por suerte o mala suerte, a alguien se le ocurrió una idea. Construir un rostro para la luna.

Construir un rostro para la luna quizá parezca grotesco, pero a la luna no le pareció mal, incluso es posible que fuera una ocurrencia de la propia luna, pero ya no lo recuerdo. Hay muchas formas para conseguir que uno crea que una idea es propia, cuando en realidad es de otro, en este sentido,  estoy convencido de que en realidad fue una jugada de la luna.  No podía obligarnos a construirla una cara, ni si quiera sugerirnos que deseaba un rostro, solo podía ir dejando caer las palabras hasta que alguien dijo "Qué bonito sería que la luna tuviera cara". Se insiste en que hubo consenso sobre el asunto, pero yo estuve en contra, aunque dio igual, porque nadie me hizo caso. Mis argumentos eran variopintos, por ejemplo, técnicamente era posible construir rostro a la luna, a costa de que la mitad de la población mundial  moriría de hambre. Además, con qué criterio se elegiría su rostro,  no olvidemos que una moda siempre es una moda, y lo que hoy es bello, quizá mañana sea horroroso. Y claro, levantar la vista por la noche y ver a un monstruo, no mola nada. A mí, la verdad, que la luna tuviera cara me cortó el rollo, aunque me hacía ilusión copular bajo su resplandor,  me sentía observado y cohibido con solo pensar que la luna pudiera tener ojos. Por lo demás, todo correcto, algunas guerras mundiales motivadas por las hambrunas fruto de la fabricación del rostro de la luna. 

Yo tenía la sensación de que en realidad la Luna no hablaba, que era solo una pantalla. Me gustaba imaginar que tras una cortina había un hombrecito con un micrófono hablando como si fuera la luna; alguien que trabajaba para la industria aeroespacial y las constructoras. Pero cómo creer semejante discurso, si de los ojos de la luna, cuando nos miraba, brotaba una enorme lágrima que descendía de los cielos anegando algunos barrios del extrarradio.




 
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