miércoles, 1 de febrero de 2017

Propuesta para un arte andante, democrático y ciudadano




 La creación artística, el autor, el espectador, puede salir del extraño círculo donde está encerrado. La iniciativa que propongo, podría constituir el año cero, de una nueva historia del arte.


Hacia un arte andante


Resulta descabellado, pero de la misma manera que en su momento parecía una locura crear parques y jardines públicos para uso y disfrute del pueblo, propongo la puesta en marcha de un arte andante. No hay duda que los parques han transformado la ciudad y ya a nadie se le ocurre proponer revertir esta situación. Sería demencial que pasaran de nuevo a manos de la plutocracia, la élite o a una minoría. De la misma manera, mi propuesta de arte andante, cambiará estéticamente la ciudad.

 De la conquista de los parques por la plebe nadie se suele hablar. Si uno se atreve a pensar en ello, podría ser acusado por el Comité de Actividades Anti Norteamericanas de pertenecer,  haber pertenecido o simpatizar con el Partido Comunista.

Propuesta

Durante cuatro horas diarias aquellos autores comprometidos con este proyecto exhibirán sus obras en las calles, y que llevarán con ellos. Antes de continuar es importante indicar que este proyecto es abierto, que no es preciso poseer el carnet o el diploma por correspondencia de artista, ni siquiera es necesario ser artista. Aquellos dispuestos deambularán a la deriva por la ciudad con sus obras, las comentarán ante las preguntas de los curiosos, las transportarán a cafés, mercados, colegios, plazas, arrastrándolas consigo por toda la ciudad. Mi propuesta tiene un precio, no le saldrá gratis al municipio. Algunos argumentarán que implementar la propuesta del arte andante significará un enorme desembolso económico, una locura. Quizá se recupere con creces.

 Esta fotografía no es muy representativa,  quizá ni siquiera transmita la idea acerca de aquello que podría ser el  Arte Andante, pero es muy chula. Aun así, una propuesta como la de este ser azulado que transporta una cabeza descomunal por las calles gran Mandril puede entrar, sin duda,  en el proyecto. No existirá un comité examinador de las obras.



Los paseantes emergen de la bruma

En realidad el autor se convierte en guía de una exposición comentada: la de su propia obra. Se transforma él mismo en la obra. Una obra que es capaz de interaccionar con el público, explicarse, dialogar con él. El autor se compromete con la obra, y al hacerse pública deberá defenderla, probablemente mediante la palabra, a través de su discurso ante la gran asamblea de la ciudad, que en definitiva, está en todas partes si es que uno se encuentra dispuesto a presentarse ante ella. El espectador, evidentemente desaparece, ya no es el personaje que pasea desinteresadamente por el museo ni contempla asombrado la performance. Es un igual ante la obra. Habla con ella. En cualquier momento el espectador puede convertirse en obra y deambular por la ciudad como autor, como creación. Todo espectador lleva también su obra consigo.

En el Arte Andante o en la propia existencia, uno no puede estar seguro de quién es, si autor, espectador u obra. Hay un paso del ser de uno al otro. No es que uno pierda la identidad, sino que algo del otro queda impreso en uno mismo. En la foto, se capta el preciso instante en el que se pasa un trozo de ser a otro individuo. Si esos trozos de ser, van pasando de unos a unos, ¿donde acabarán?


Detalles sobre la nueva forma de la ciudad

Imaginen la nueva forma de la ciudad. Decenas, cientos, miles, cientos de miles, ¿o quizá millones de artistas paseando por la ciudad, arrastrando su obra con ellos? Por supuesto que  no es preciso que la obra sea una escultura o un lienzo, cada cual sabe lo que lleva en él. Para que ustedes se hagan una idea del concepto de obra que cada uno de nosotros arrastra, pienso en los hombres libro de Bradbury, o en los hombres megáfono que aparecieron en la Puerta del Sol del Mandril durante el 15m. Y ahora piensen en toda esa energía actuando en la ciudad día a día. En todo este encuentro de las obras con los vecinos, de las obras con las obras, de los autores con los autores. De esta interacción surgirán nuevas obras, formas más complejas. Vista desde el espacio, la ciudad será una inmensa obra que va cambiando de forma.

La obra, contiene muchas obras dentro de sí misma. Tienen formas insospechadas. Es imposible saber que forma tendrá la obra dentro de varios días, y si cambiará el concepto de esta metaobra.

Esta propuesta es política

Esta propuesta es política. Ya nada se excluye, nada queda apartado de la creación. El paseo deja de ser una acción individual, aislada. El paseante, si ha decidido transformarse en arte (y cobrar su sueldo por ello) irá al encuentro con el otro para exponerse, para explicarse, para escucharse. El diálogo que se inicia transforma el paseo. De ser un acto atomizado, se trasforma en una acción comunicativa, en contacto con el otro: una verdadera celebración de palabras,  imágenes y experiencias.

La obra es política en cuanto comienza a hablar. ¿Me podría usted decir dónde se encuentra la obra en esta fotografía?, ¿en el suelo o sobre el pedestal?


Tipo de contrato

Cuatro horas. Durante cuatro horas diarias,  da igual si es de día o de noche, el autor se expondrá. Necesita tiempo, vivir experiencias, ver películas, quedar con los amigos, socializarse, leer, comprometerse, para poder crear. Tiene que llegar descansado ante el escritorio, al taller, al estudio para poder seguir creando. Propongo que por esas cuatro horas el autor cobre al menos el salario mínimo, que en ningún caso podrá ser inferior al umbral de la pobreza. Su contrato será indefinido. Mediante una aplicación podrá encontrar a través de su teléfono móvil las miles de obras andantes caminando errantes por su ciudad.

Confieso que es totalmente arbitrario que el artista contratado tenga que deambular por la ciudad con sus obras durante cuatro horas al día. Por mí, como si no deambula ninguna. Yo lo que quería era establecer una renta para ser humano con el fin de que hicieran aparición por fin sus potencias. Como la propuesta es novedosa, tenía que darle una forma que pudiera ser aceptada por el conjunto de la peñita, a pesar de las resistencias de las élites que tratarían de poner al pueblo en contra de esta propuesta. 



Costes
 
En cuanto hablamos de sueldos, a muchos les deja de molar la propuesta. Aparecen adversarios y enemigos. Creo todavía en el museo, sigo pensando que es necesario, al menos para almacenar el pasado, ¿pero cual es el coste de exponer el presente, de vigilarlo, de construir estructuras donde visitarlo? En esta propuesta las paredes del museo desaparecen. No es que muera el museo sino que se extiende por toda la ciudad.  Quién esté interesado en crear, en vivirlo, llegará a esta ciudad del arte andante. No hay que entrar al museo, el museo entrará en usted. Para los que estén interesados en el turismo, se abre una enorme y dorada veta, pero quizá deje de existir el turismo tal como ahora lo conocemos. Para los interesados en la emancipación y la libre creación, se abre una puerta enorme, anchas alamedas.

Me conmueve la idea de que las obras no solo han bajado del plano, el lienzo o el pedestal, sino que también han comenzado a respirar, a hablar. Incluso, hasta donde yo sé, están penetrando en las instituciones.


Financiación

Esta obra podría autofinanciarse, ya sea por los ingresos que aportan los viajeros que llegarán a la ciudad para vivir su propia experiencia estética, ya sea por el impuesto a las propias obras que pudieran venderse y comprarse. No hay que olvidar que esta nueva actividad (económica me atrevo a denominar) no libera CO2 a la atmósfera, no destruye recursos, no dejará dejará ese tenebroso reguero de residuos tras de sí; por tanto genera ahorro. Podríamos decir, aunque parezca absurdo, que crea más de lo que destruye. Por otra parte, si para poner en marcha este nuevo modelo de ciudad es preciso un severo impuesto a  las transacciones financieras, entonces, solo por eso merecería la pena su implementación. Entiendo que lo ideal es que esta obra se constituya con voluntarios, pero esto no es siempre posible. Mientras tanto será preciso  una bolsa de empleo. A medida de que aumente el presupuesto para una ciudad estéticamente en movimiento, se multiplicará el número de obras circulando. Si se implementan propuestas políticas como el Trabajo Garantizado, un importante número de empleados pudieran resultar ser obras de arte, si no, habrá que esperar al advenimiento de la República de la Renta Básica Incondicional y Suficiente. No hay duda que a muchos les parecerá indeseable que esta obra desborde la ciudad,  aborrecerán incluso su existencia, pero esto será como desear que desaparezcan los parques, como odiar los jardines públicos de la ciudad.

La parte más tediosa para constituir esta obra es la financiación, pero no es un delirio. Es realizable. Otra cosa es si los mandrileños estamos preparados para que los individuos seamos por primera vez personas, si esta obra está a su altura Lo difícil no es tanto su financiación, eso está garantizado.  Lo complicado es tomar la decisión del ejercicio de ser persona.



 Arte Andante y autonomía del arte

Imagino que los lectores, a estas alturas, ya se habrán escandalizado por esta propuesta, y más si esta se lleva a cabo con dinero público.  Temerán que al financiar esta inmensa obra quede erosionada la autonomía del arte con respecto a los poderes públicos, ya saben ustedes, el que paga manda ¿O es que a los mandrileños no les interesa la autonomía del arte?

En realidad ocurrirá exactamente lo contrario. Un sueldo garantizado a los artistas por el simple hecho de existir y de crear, nos llevaría a escenario jamás visto, a un cambio de paradigma artístico. Sin la presión del desempleo y con un incremento sensible del tiempo, por fin la expresión sería libre.

El temor a que ayuntamientos, comunidades autónomas o la propia administración central, valiéndose de una renta que financiara la libre expresión de los creadores pueda condicionar esa misma expresión, es no entender en que consiste el espíritu del proyecto de la obra. Me explico: 

A) La parte fundamental del proyecto se basa en la premisa siguiente:"En ningún caso puede retirarse el sueldo al creador"

B) El Arte Andante no es estatal, aunque sean precisos algunos dispositivos estatales, sino que se establece mediante un proceso de implementación democrático, esto es, a través de la deliberación, el consenso-disenso, publicidad y la votación.

C) El fondo de la propuesta no es tanto el propio Arte Andante, sino de una renta para el artista, esto es, para el pueblo, de donde emana la libre creación. 

D) El Arte Andante es una iniciativa artística individual, que para ser  puesta en marcha es preciso que asuma el conjunto de la ciudadanía, así como el apoyo incondicional, en este caso, del municipio, aun en contra de sus propios intereses. El resultado de la puesta en escena de la propuesta de Arte Andante será una obra colectiva, mutante, y al mismo tiempo, de millones de obras individuales.

"¿Está a usted a favor de un Arte Andante?"



Algunas cosas que no me gustan de la obra

A pesar del placer que me produce la puesta en marcha de la obra (sobre todo el diálogo que se genera entre autores, obras y espectadores, y el intercambio de roles entre uno y otros, así como el acto deliberativo donde a través del cual las obras adquieren nuevas e insospechadas formas), aun así, hay algo en la propuesta que me preocupa. Me inquieta el elemento de la firma del contrato. 

 Temo que cuando un sujeto firma un contrato a través del cual se convierte en artista y en obra de arte, sucede algo extraño, pues la firma del contrato no implica que durante el desarrollo de esa actividad su ser se extienda, pudiendo ocurrir que acto por el se ha sido contratado solo sea realizado por necesidad. De esta manera se convertiría en Trabajo.

Es cierto que esto no debería afectar a la creación autónoma del artista, pero por mi experiencia sé que cuando alguien ve obligado a una actividad mediante la firma de un contrato por necesidad, esta se torna tediosa, y el estado de flujo desaparece. La aparición del tedio, y la desaparición de lo atractivo y del estado de flujo, no es algo que deba ocurrir forzosamente, de hecho podría no ocurrir, pero abre una pequeña grieta en mi propuesta. 

Lo ideal sería que la República de la Renta Básica Incondicional y Suficiente se instaure lo más rápidamente posible, y que los autores y las obras de arte accedan libremente a participar en mi propuesta, pero si así fuera, el número participantes podría ser ínfimo, y la obra colectiva quizá no durará indefinidamente en el tiempo, con lo que no podríamos disfrutar de las transformaciones y mutaciones que se dieran en sus formas.

En mi opinión, el único peligro del Arte Andante es que acabe convertido en trabajo





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