martes, 3 de febrero de 2015

Mi triste superpoder

Dominguet, antes de saber que tenía superpoderes

Mi superpoder

Supe que tenía superpoderes este domingo, mientras aprovechaba el trayecto del metro para tomar apuntes y escribir ideas para posibles textos. Fue gracias a una viajera que se sentaba a mi lado. Me arrancó el bolígrafo que tenía en mis manos y lo arrojó al suelo. Después me escupió en la cara y gritó "que la estaba robando el pensamiento".

"¡Me estás robando el pensamiento!"- dijo- "¡Tiene propiedad intelectual!" Inmediatamente comenzó a golpearme en el rostro, al tiempo que lanzaba durísimas patadas que yo trataba de esquivar. La mujer se encontraba el pleno brote psicótico y yo en pleno brote de perplejidad. Escapé como pude del vagón. 

Más tarde comenzó todo a encajar. Yo había observado que me resultaba mucho más fácil tener ideas para posibles obras de teatro de ciencia ficción, si tomaba apuntes en lugares de imposible concentración: metro, cafeterías, un museo lleno de gentes, etc. Mi encuentro con la viajera psicótica me abrió los ojos a la posibilidad de que, efectivamente, yo tuviera superpoderes. Podía robar el pensamiento y las ideas a los otros, como una especie de vampiro moderno, pero que ni tan quiera sabía que era un vampiro. Y sin embargo, ahora que soy consciente de mi superpoder, ya no tengo ganas de escribir. Conocer mi falta de originalidad, me impide tomar apuntes de nuevo en el metro, o quizá, lo que tema en realidad, sea encontrarme con otro psicótico que sepa, quién soy yo realmente.

  



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