domingo, 21 de agosto de 2016

El peluquín mágico


 El peluquín mágico podría aparecer en cualquier lugar


 El peluquín mágico


A pesar de ser la institución más respetada y conocida del gran Mandril, es también la más temida. No tiene historia, carece de un  pasado mítico. El misterio lo rodea. Una fuerza imparable y sin control le transporta de un lado a otro de la ciudad. Aliado con el azar  y la probabilidad, en cualquier momento podría encontrarse ante usted, arrastrándole a una encrucijada.

Ya está. Ha sucedido. He esperado toda mi vida este momento, y lo he temido. Sabía que más tarde o temprano ocurriría, que no podría evadirme a este encuentro con el azar; que el peluquín mágico se encontraría conmigo. Da igual el lugar. Podría haber sido en un banco en la calle, en el metro, junto a mi almohada, al despertar, en el baño del bar, la biblioteca, o en cualquier otro sitio, pero ha se presentado ante mí, como esperándome, en el asiento de al lado del autobús; mirándome con esos enormes ojos asombrados -si es que los peluquines tienen ojos-. Me observa queriendo decir algo.

"Úsame", parece querer decirme. Pero  lo que en realidad desea el peluquín, es mi cabeza. Me pregunto cómo ejercerá su magia conmigo. Dicen que una vez puesto sobre la cabeza se inaguran paradigmáticos cambios en uno mismo: crecer un centímetro. Un centímetro que significa superar el umbral que separa el ser bajito y practicamente invisible, a convertirse en un hombre maduro e interesante, por ejemplo. Un centímetro que alterará para siempre el curso de mi existencia.

Un solo centímetro puede alterar el curso de la existencia



Puesto sobre la cabeza se iniciará una deriva vital fuera de control. Uno cambia con la peluca. No solo uno se siente diferente, sino que también queda oculto tras el peluquín. Se convierte en mera apariencia, y suceden magias: la realidad a tu alrededor cambia. Igual que un hombre que se disfraza de andrajos y enseguida se le cierran las puertas o es detenido por la policía, o como esos hombres y mujeres, que una vez envueltos en los ropajes de sus trabajos,  trasforman el tono y el acento de su voz. Si visten de curas, hablarán como curas. Si visten de polis o de trabajadores de la construcción, hablarán como policías o trabajadores de la construcción. El mayor riesgo al poner el peluquín mágico sobre mi cabeza, es que podría perderla.

Sostengo el peluquín mágico entre mis manos, mientras trato de tomar una decisión. Si ponérmelo o no ponérmelo sobre mi cabeza.



 Dejar de ser yo, perder mi identidad, ser otro. Tales son los riesgos del peluquín mágico sobre la cabeza.  Sostengo el peluquín mágico entre mis manos. Lo observo. Es cierto que si decidiera ponérmelo, podrían abrirse nuevas puertas. Me pregunto quién encontró este peluquín antes que yo, cuántos millones de personas mantuvieron el peluquín entre sus manos, ante esta misma encrucijada,
en este tomar la decisión de morir un poco y nacer de nuevo. Y en esto me pregunto, qué hace el peluquín olvidado en el autobús. Sostengo el peluquín entre mis manos. Lo observo. Me pregunto si alguien, alguna vez,  se lo puso sobre su cabeza.




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