El peluquín mágico podría aparecer en cualquier lugar
El peluquín mágico
A pesar de ser la institución más respetada y conocida del gran
Mandril, es también la más temida. No tiene historia, carece de un
pasado mítico. El misterio lo rodea. Una fuerza imparable y sin control
le transporta de un lado a otro de la ciudad. Aliado con el azar y la
probabilidad, en cualquier momento podría encontrarse ante usted,
arrastrándole a una encrucijada.
Ya está. Ha sucedido.
He esperado toda mi vida este momento, y lo he temido. Sabía que más
tarde o temprano ocurriría, que no podría evadirme a este encuentro con
el azar; que el peluquín mágico se encontraría conmigo.
Da igual el lugar. Podría haber sido en un banco en la calle, en el
metro, junto a mi almohada, al despertar, en el baño del bar, la biblioteca, o en
cualquier otro sitio, pero ha se presentado ante mí, como esperándome,
en el asiento de al lado del autobús; mirándome con esos enormes ojos
asombrados -si es que los peluquines tienen ojos-. Me observa queriendo
decir algo.
"Úsame", parece querer decirme. Pero lo
que en realidad desea el peluquín, es mi cabeza. Me pregunto cómo
ejercerá su magia conmigo. Dicen que una vez puesto sobre la cabeza se
inaguran paradigmáticos cambios en uno mismo: crecer un centímetro. Un
centímetro que significa superar el umbral que separa el ser bajito y
practicamente invisible, a convertirse en un hombre maduro e interesante,
por ejemplo. Un centímetro que alterará para siempre el curso de mi
existencia.
Un solo centímetro puede alterar el curso de la existencia
Puesto sobre la cabeza se iniciará una
deriva vital fuera de control. Uno cambia con la peluca. No solo uno se
siente diferente, sino que también queda oculto tras el peluquín. Se
convierte en mera apariencia, y suceden magias: la realidad a tu
alrededor cambia. Igual que un hombre que se disfraza de andrajos y
enseguida se le cierran las puertas o es detenido por la policía, o como
esos hombres y mujeres, que una vez envueltos en los ropajes de sus
trabajos, trasforman el tono y el acento de su voz. Si visten de curas,
hablarán como curas. Si visten de polis o de trabajadores de la
construcción, hablarán como policías o trabajadores de la construcción.
El mayor riesgo al poner el peluquín mágico sobre mi cabeza, es que
podría perderla.
Sostengo el peluquín mágico entre mis manos, mientras trato de tomar una decisión. Si ponérmelo o no ponérmelo sobre mi cabeza.
Dejar de ser yo, perder mi identidad, ser
otro. Tales son los riesgos del peluquín mágico sobre la cabeza.
Sostengo el peluquín mágico entre mis manos. Lo observo. Es cierto que
si decidiera ponérmelo, podrían abrirse nuevas puertas. Me pregunto quién
encontró este peluquín antes que yo, cuántos millones de personas
mantuvieron el peluquín entre sus manos, ante esta misma encrucijada,
en
este tomar la decisión de morir un poco y nacer de nuevo. Y en esto me
pregunto, qué hace el peluquín olvidado en el autobús. Sostengo el
peluquín entre mis manos. Lo observo. Me pregunto si alguien, alguna
vez, se lo puso sobre su cabeza.
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