viernes, 12 de octubre de 2012

Apología de la gordura


Apología de la gordura

Cada año se fabrican en Europa 400.000 nuevos niños gordos. Este dato, lejos de inquietar y asustar a los ciudadanos, debería satisfacerles.

Un mundo que se alimenta exclusivamente de bollos evidencia mediante razones de peso que el hombre ha triunfado sobre la naturaleza. La gordura siempre ha ido asociada al sedentarismo, ¿y no fue el sedentarismo el impulsor de la mayor revolución de la historia de la humanidad? Con la llegada del neolítico apareció por primera vez en la historia un individuo que transformaría para siempre el mundo. Este ser no era atlético y dinámico, sino un hombre gordo. El nomadismo del paleolítico impedía el desarrollo de la gordura y por tanto de la quietud necesaria para pensar. El neolítico trajo  consigo la gordura, pero también un salto cualitativo en el desarrollo cerebral. Transportar decenas de kilos de grasa de aquí y allá era agotador, para remediarlo, fueron los mismos gordos los que diseñaron las primeras máquinas capaces de transportar a gordos y a flacos de un sitio a otro. Desde que los gordos piensan, y piensan mucho más que los flacos, el número de coches y ascensores se ha multiplicado

Hoy dia es posible leer con satisfacción titulares de prensa que avisan: "Cada año hay 400.000 nuevos niños gordos en Europa", es decir; cientos de miles de niños gordos que se dedicarán al pensamiento solo puede ser una buena noticia: una Unión Europea basada en el sobrepeso. Es posible que los habitantes de esta Europa vivan menos tiempo, bajo la amenaza constante de la dictadura del paro cardiaco. Da igual. Nos dedicaremos a potenciar nuestras habilidades mentales 

La búsqueda  del sobrepeso como política de estado nos impedirá subirnos a torretas para reparar un repetidor de telefonía ¿Pero quién necesita encaramarse a una torreta? Es hora pues de desarrollar la telepatía, la telequinesia, de elevarnos a los cielos como globos


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