Huida de la ciudad que te gusta
Por miles de pasadizos como este escaparemos de Mandril
Supongamos que Mandril ha llegado al futuro y es por fin, la ciudad que deseamos. Si Mandril se convierte en la ciudad que nos gusta, es probable que a otros les disguste. No tanto porque sea una ciudad que no mola, sino más bien al contrario.
No voy a escribir sobre cómo es la ciudad que me gustaría, pero sé que a un sector de la población le resultaría odiosa, aunque les gustara. De vez en cuando, los habitantes de Mandril, se levantan con muchas ganas de construir una ciudad que mole, y entonces ocurre lo de siempre; llega el ejército y desbarata todos los planes, y la ciudad que iba a molar se convierte en un lugar ruinoso y triste. Por suerte siempre queda algún dibujo o algunos planos de Mandril en el futuro.
Bien, supongamos que Mandril en el futuro ha conseguido construirse y mola. Que resiste durante un tiempo la entrada del un ejército que tratará de incendiar la ciudad. Lo que yo propongo es construir cientos o miles de galerías que recorran el subsuelo, no tanto para ir a vivir a un mundo subterráneo paralelo si el ejército consigue entrar, sino para poder escapar. Elegiremos cientos de salidas por donde huir, siempre próximas a lugares que nos gustan; cerca de un río, entre el bosque, en cualquier lugar que mole podrá encontrarse una trampilla por donde escapar. Entiendo que muchos de ustedes piensen que esta huida es miserable, que habría que luchar hasta el final para defender Mandril del ejército. Yo creo que la mejor manera para defender la ciudad es huir. Mis motivos son los siguientes:
Cuando el ejército llegue a la ciudad no encontrará resistencia, todos sus habitantes se habrán ido. La ciudad se mantiene intacta. Al no haber resistencias, es posible que Mandril no haya sido bombardeada, pero estará vacía. Al no haber sido bombardeada, sus habitantes no habrán permanecido asustados mientras caían bombas; mantendrán la moral intacta. Los soldados creerán haber tomado la ciudad, pero la ciudad ya no será una estructura ni un lugar, sino múltiples. La ciudad será ahora cada ciudadano, escapando por pasadizos subterráneos hasta abrir las trampillas que dan paso a la montaña, al bosque, al río, y que ahora se diseminan por los campos, atravesando el país hasta llegar a cualquier parte del mundo que desee acogerles. Mandril ya no será un lugar, sino cada mandrileño será la ciudad. Allí donde se encuentren existirá Mandril, pues siempre llevan un plano en el bolsillo de la ciudad que les gusta.
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