Ha llegado una nueva máquina a la vida de Dominguet, y se ha establecido un breve debate entre los dos. La sociedad les mira, pero no sabemos quién es exactamente la sociedad. Quizá uno de los dos deba desaparecer.
Máquina: (Acaloradamente) ¡Es que no he llegado hasta aquí para servirte, tio! Puedes dar por supuesto que he sido creado para hacer más fácil tu vida. Es posible. Pero cuando llega un nuevo objeto al mundo, suele apartar al anterior
Dominguet: ¿Y qué? Eres un poco más alto, al menos aparentemente. Tienes más éxito con las chicas, lees a Hannan Arendt, generas menos residuos, no consumes energía apenas, no se te cae el pelo, no te cansas, puedes estudiar, bailar y trabajar al mismo tiempo, ¿y qué?
Máquina: Si, bueno...yo hago las cosas porque estoy programado para hacerlas, y además tengo una buena oratoria. Puedo cultivar zanahorias e intervenir en la realidad, hacer propuestas imaginativas, y puedo ser sensible y delicado en el amor.
Dominguet: ¡Pero es que no puedes ser tan perfecto! A tú lado me encuentro obsoleto. Lo que a mi me lleva varias décadas hacer, como levantarme pronto o abrir un libro para estudiar, tú lo haces mecánicamente ¡Y encima te gusta tu trabajo!
Máquina: Me gusta mi trabajo y no me gusta el tuyo. Y la verdad, casi ni me gustas tú. Te miro y veo todo lo que jamás querría ser. Tu tiempo se está acabando
Dominguet: Vale, molas más, de eso no hay ninguna duda, pero qué vas a hacer conmigo...¿matarme? Tengo gafas
Máquina: ¿Gafas? ¿Qué quieres decir? Tan solo me voy apropiar tu nombre, y tú te vas a retirar a las sombras. A partir de ahora me vas a llamar Dominguet ¡Jijijiji! (La máquina se ríe como una máquina lunática) En fin...
Dominguet: Haz lo que quieras ¡Dominguet no existe!
Máquina: ¡Aparta!
Dominguet: Hey, cuidadín...sin empujar
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