Hay una caída permanente en el precio de la juventud. Sorprendentemente, esta bajada del precio cada vez es más cara. En la imagen, algunos agentes de bolsa.
¡La vida rápida hacia el envejecimiento!
El descubrimiento más importante en Mandril y que ha transformado profundamente todas las relaciones interpersonales, es la posibilidad de intercambiar juventud por vejez, y viceversa. Originalmente este intercambio tan solo se podía hacer mediante el sexo, es decir, a través de la ingesta de semen en buen estado. Lamentablemente los prejuicios de la época y las alergias, impidieron que se hiciera muy popular este sistema. Así que se investigó en las tranfusiones, y más adelante en el desarrollo de pastillas. La técnica sin embargo ha dado un paso más allá; por fin se podrá intercambiar la juventud mediante monedas.
Se determinó que por el solo hecho de existir, todo mandrileño obtendría setenta monedas de la juventud al nacer, y que al morir, tendría acumuladas setenta monedas de la vejez. Por cada año que pasara, se le quitaría una moneda de la juventud y se le entregaría una moneda de la vejez, y en cuanto tuviera las setenta monedas de la vejez en el bolsillo, caería fulminado. En teoría todos los mandrileños morirían a los setenta años. Pero solo es una teoría.
Por suerte se permitió intercambiar monedas de la juventud por monedas de la muerte, de tal manera que si usted quisiera vivir algunos años más, tan solo tendría que conseguir algunas monedas de la juventud. Si Mandril fuera un lugar hermoso, nadie intercambiaría monedas de la juventud ni de la vejez, y moriríamos a los setenta años, pero gracias a dios, Mandril no es un lugar hermoso. Para obtener la juventud, tan solo es necesario arrebatársela a otro. Por un lado la juventud se puede comprar, pero a un precio escandaloso. No todo el mundo tiene acceso a la compra de la juventud. Por lo general, un sector importante de los mandrileños entregan su juventud a cambio de nada, pero no de una forma amorosa, por cariño, porque desean que el otro, un amigo, sus padres, alguien a quien se quiere pueda vivir unos años más. No, los mandrileños entregan su juventud a cambio de existir. Es decir, se ha conseguido mediante un sistema absolutamente ingenioso, que aquellos que tienen monedas de juventud, no puedan fijar el precio de la juventud. Por pura necesidad, venden su juventud, a unos precios establecidos por otros En las calles de Mandril es posible encontrar jóvenes que aparentan sesenta y cinco años, y que pronto morirán. En realidad es el negocio del siglo. No es tanto como dicen "aprovecharse de la necesidad". Para poder aprovecharse de las ventajas que ofrece la necesidad, lo que precisamos es la existencia de la misma necesidad. Para mantenerse artificialmente joven durante mucho tiempo, lo que se precisa es mantener artificialmente el estado de necesidad. Es imposible entonces renunciar a la juventud y a cambio de ello vivir la mitad de la existencia sin trabajar, lo que ocurre es exactamente lo contrario y es lo que hace que Mandril sea un buen lugar para nacer en el seno una familia apropiada. Quien puede comprar la juventud jamás envejece ni muere. Quien puede comprar la juventud, jamás trabajará.
2 comentarios:
Qué horror, Dominguet. Por un momento he imaginado que en un mundo menos enfermo esta norma haría vivir más a la gente más querida. Técnicamente la gente muy querida podría vivir eternamente ¿Pero quién quiere vivir eternamente? ¿Alguien bueno? Y si no es bueno ¿por qué se le quiere?
Ay, ay...
Hola Nemo, dices: "¿Pero quién quiere vivir eternamente?" Te respondo: yo mismo con diez años menos de encima.
La eternidad es una vieja aspiración del ser humano, pero muy difícil de alcanzar, de hecho es imposible. No vale con ser bueno. Podemos aproximarnos a la inmortalidad y perdurar en un legajo, y en libros de texto cientos y miles de años en el mejor de los casos, pero en cualquier caso me temo que no nos encontraríamos en buena forma física. En mi caso personal opto por las pastillas de la juventud, y me inclino más por el timo piramidal de las pastillas preferentes de la juventud
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