Fabricación de ideas en serie
De momento ya tengo el cartel y las octavillas. Mi negocio apenas requiere de inversión. Se trata de vender y regalar ideas.
Toda la inversión se limita a una mesa, una silla, un cuaderno y un bolígrafo. Mientras tanto puedo ir tomando notas, esperando a un cliente que solicite algo más concreto. No es preciso desarrollar demasiado las ideas, pues solo se trata de fabricar ideas, como flashes. El único límite que me impondré será el de circunscribirme al bien general, pero una vez que uno lanza una idea, ya no puede asegurar si esta acabará en el lado del bien o en el lado del mal. Lo bueno de fabricar ideas es que puedo construirlas en cualquier sitio. La posibilidad de trabajar en la cama siempre me ha atraído, o paseando por la ciudad, o recién despertado al borde del sueño, cuando el inconsciente está en acción y uno todavía puede tomar notas. No recomiendo tomar notas de las ideas mientras se folla, por muy buenas que sean estas, pero sí después, una vez que se han liberado las endomorfinas en el cuerpo.
No es preciso que las ideas sean inmediatamente vendibles. Algunas de mis mejores ideas no han tenido éxito en el presente, como el calzoncillo marrón que disimulaba las manchas marrones, pero es posible que lo tengan en el futuro. Lo importante es tener una idea y trabajar sobre ella. La idea puede ser el fondo o un elemento del fondo, por ejemplo, las bibliotecas. He pasado este verano en la biblioteca y faltan cosas, cosas como zonas habilitadas para echarse un rato a dormir. A mi me entra mucho sueño en las bibliotecas. Lamentablemente esta idea no se aplicará en el presente sino en el futuro, cuando el comunismo llegue al poder. De momento, como vivimos en una sociedad de apariencias, lo que necesitamos para dormir en la bibliotecas no es tanto una cama, sino un soporte que nos permita dormitar para aparentar que estamos estudiando. Si este ingenio o mecanismo se pudiera exportar a todo trabajo tedioso en oficinas el éxito estaría asegurado. Más. Es inexplicable que las bibliotecas carezcan de espacios proyectados especificamente para ligar, cuando todo el mundo va a la biblioteca a eso, si no fuera así, yo, y casi todo el mundo, nos quedaríamos en casa estudiando, con acceso libre a la nevera y a una almohada.
No hay límite a la hora de crear ideas. En realidad es el trabajo más bonito del mundo, con diferencia, y el más cómodo. Solo hace falta tiempo. ¿Qué es lo que necesitamos? ¿Volver al pasado? Yo antes creía que podriamos viajar al pasado si se creara un equipo de cien personas pensando y dando ideas sobre el tema. Estaba equivocado, tan solo hacen falta doce personas para regresar al pasado. Es decir, doce ministros, pero por suerte no tienen demasiadas ideas.
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