martes, 29 de octubre de 2013

Proyecto de Casa Caracol

Borrador del primer dibujo sobre una casa caracol

Proyecto de Casa Caracol


Quiero presentar un nuevo proyecto, otra solución habitacional, por llamarlo de alguna manera. Mi duda estriba en si este proyecto una vez realizado conferirá  dignidad al ser humano o todo lo contrario.  Se trata de una casa caracol, con todos sus inconvenientes.


Estéticamente "La Casa Caracol" de Dominguet es tan impactante o más, que el  "Homeless Vehicles Proyect "de Krzysztof Wodiczk, pero menos operativo. Mientras el proyecto de vehículo para homeless tiene ruedas, el proyecto de casa caracol debe cargarse sobre la espalda, además el usuario debe tener una larga blanca cubierta de flores, ser portador de sabiduría y arrastrar los pies. Lo importante, entre otras cosas, de esta casa caracol, es dar visibilidad a su portador. Hacerse visible. La invisibilidad es el gran drama de aquellos que se encuentran en el escalafón más bajo de la sociedad, y probablemente la mayor fuente de casi todos sus desastres. El abuso y la humillación pueden realizarse con más facilidad cuanto uno no es visto, aunque se encuentre a la vista de todos. Para que puedan verse a kilómetros de distancia propongo de cada hombre invisible lleve a cuestas su propia concha espiral. Mucho más practica que las cajas de cartón, la casa espiral promete protección ante el aguacero, el viento y la policía tratando de identificar al hombre o la mujer barbuda que vive en su interior.  Lo digo ya desde aquí; quién viva en su casa caracol no tendrá carnet, pues lo quemó un día al grito de "¡Viva Humania!". Posiblemente carezca de huellas dactilares. 

Boceto de la casa caracol dibujada con el pie durante un recorrido en tren

Me gusta imaginar que los hombres caracol no siempre caminarán solos por la ciudad con su concha espiral a cuestas, a veces, se encontrarán, y querrán tomar el poder, cansados ya de leer textos en braille por las noches, no tanto porque hayan perdido la vista, pueden ver demasiado lejos, quizá, sino porque no tienen luz eléctrica. Su mirada, estoy seguro de ello, puede ver más allá del tiempo. Si, a veces se encontrarán y cuando quieran desalojarles será imposible. Nadie ha conseguido penetrar en el interior del posible templo que esconde una casa caracol. Imaginen miles de caracoles gigantes tomando las plazas más simbólicas de la ciudad o avanzando despacio hacia aquel edificio tan alto donde desde su última planta se decide el destino de todos los hombres y las mujeres de la ciudad. Parecen inofensivos, caminando tan lentamente siempre, pero yo no estaría tan seguro.








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