martes, 8 de enero de 2013

Cambiar la política del gobierno con nuestra mirada

Cambiar la política del gobierno con nuestra mirada

Vaya, así es como el gobierno está resolviendo el asunto de nuestra mirada

Ya lo hemos dicho antes aquí; hay miradas que cambian al otro. Lo que nosotros proponemos es cambiar la política del gobierno con nuestra mirada

Adelson mira al gobierno y el gobierno cambia la legislación porque Adelson le está mirando. ¿Por qué la mirada de Adelson influye más que nuestra mirada, que es mucho más bonita, inteligente, nacida en verano, y del porvenir? Es decir, ¿por qué nuestra mirada no transforma al gobierno cuando nuestra mirada es la mirada del futuro de la humanidad? El concepto es el siguiente "Si la mirada del otro nos gusta, la queremos, la respetamos o la tememos, la mirada del otro nos trasforma" Esto es, la mirada de Adelson cambia la política del gobierno porque el gobierno la teme, la respeta, la quiere y le gusta. 

Es muy triste lo que voy a decir a partir de ahora, pues al gobierno no le gusta nuestra mirada, ni la quiere, ni la respeta, ni la teme. El gobierno ha decidido no ver nuestra mirada. En realidad no nos mira, y cuando lo hace, nos mira con desprecio. Y las miradas de desprecio también cambian la realidad. Recordemos  el dia en el que el pueblo judio fue visto con desprecio y como cayeron en desgracia cuando el gobierno alemán les miró mal, o cuando la clase obrera dejó de estar de moda porque, en fin, empezó a estar mal vista, y así es cuando empezó a dejar de gustar, de ser querida, de ser respetada y de ser temida. Todo el mundo sabe que la clase obrera jamás volverá a gustar, pero al mismo tiempo todo el mundo sabe que podría volver a ser temida, es decir; en cuanto que nos cruzáramos con un obrero en la calle, este nos partiera la cabeza con un palo que guarda escondido a su espalda. 

Pero yo no quiero que mi mirada sea temida. Es un lugar horripilante. Esa mirada debería ser borrada, pero es una mirada que funciona. Es terrible. El gobierno no quiere que le guste nuestra mirada ni quiere sentir respeto por ella. Para cambiar solo acepta que nuestra mirada sea temible, precisamente la mirada que nosotros no deseamos practicar. Pero el gobierno ya lo ha dicho, no querrá jamás nuestra mirada amable. 






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