Mis viajes por el cosmos
Se habla de la crisis de la deuda, se habla menos del colapso medioambiental y del fin de la era del petróleo, pero de lo que nadie habla es de perderse en el espacio, como si perderse en el espacio jamás pudiera suceder.
Las galaxias se alejan unas de otras a gran velocidad. Si usted un día decidiera visitar Andrómeda debería saber que si se entretuviera fotografiando un maravilloso amanecer de tres soles, su novia que se quedó cultivando calabazas y regando manzanitos en la Tierra también se alejará a la misma velocidad y lo más probable es que jamás la vuelva a ver
Supongamos que usted puede volver a la Tierra a pesar del alejamiento de las galaxias. Supongamos que han transcurrido 300 años y su novia todavía permanece viva. Es probable que respire mal y tenga tos. Y lo que es peor, ya no se acuerde de usted:
También podría ocurrir que en su periplo cósmico recalara en una planeta donde conociera formas de vida absolutamente desconocidas, enamorándose de una chica gaseosa, pero en cuanto intentara abrazarla, ella se desvanecería siempre. Curiosidades de la evanescencia.
Al atravesar el cosmos solo, alejado durante años de la realidad, pudiera que el semen se le subiera a la cabeza. Las consecuencias de una inflamación del cerebro de lefa es impredecible. En algunos casos uno puede acabar en el psiquiátrico o quizá colocando la primera piedra de una nueva religión que durara más de dos mil años
Sea lo que fuere, a pesar de los riesgos, sus aventuras cósmicas multiplicarían sus interconexiones neuronales impidiendo una poda creativa, permitiendo crear un amplio número de nuevos recuerdos que le asegurarían una marcha más lenta de su reloj interno. Y no solo eso, probablemente todas las novedades acumuladas abrirían por fin las grandes alamedas, por donde un día paseará el hombre y la mujer libre de la Tierra.
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