martes, 11 de septiembre de 2012

Cómo recuperar el tiempo perdido

Creemos que esta fotografía de Dominguet en el futuro, probaría de una vez, que el tiempo ha comenzado a marchar más despacio


Ajustes en el reloj

Un comentario habitual entre los mandrileños adultos es el de la sorpresa y preocupación con respecto a la asombrosa velocidad con la que transcurre el tiempo. 

 Usted habrá observado que cuando se dirige a una nueva dirección, a un lugar donde no había estado antes, en el camino de ida el reloj marcha más despacio, sin embargo a la vuelta, marcha a una velocidad sorprendente. Es el efecto del impacto y la novedad en el reloj interno. Nos encontramos atentos a las calles hasta ahora desconocidas, al semáforo, a los pequeños negocios. Estamos preparando el camino de vuelta. 

Cuando eramos niños todo era novedad absoluta. Y cuando digo absoluta, quiero decir absoluta. Cualquier pequeña novedad, una frase, un día a las afueras, un película, incluso el rutinario camino al colegío tenía un componente de novedad absoluta, siempre había algo por descubrir, algo sorprendente por el camino. Cualquier pequeño acto se marcaba en el cerebro como una huella indeleble.

De adultos, la novedad deja de ser absoluta. En realidad ya la conocemos. La experiencia previa actúa como un juicio previo y nada nos resulta una novedad absoluta. Esto puede resultar muy práctico pero acelera nuestro reloj interno. Toda frase ya la hemos escuchado antes, toda película ya la hemos visto, todos los dias en las afueras son practicamente idénticos, nuestro rutinario camino al curre ahora si que es el mismo rutinario camino de siempre. A veces, es cierto, sucede. Aparece una novedad absoluta. 

Es cierto que toda novedad deja una huella indeleble en el cerebro y hace que marche más despacio nuestro reloj interno, pero ya no son las novedades absolutas del tiempo juvenil ni de la infancia. La rutina ocupa casi todo el espacio, las novedades son reducidas, la novedad absoluta es casi despreciable. Y así no hay manera de que el tiempo marche más despacio. 

Se trataría de recuperar la novedad absoluta o al menos la novedad, tratando de que ocupen cada día más espacio, tratando de arrinconar la rutina. Ante la novedad absoluta la experiencia queda desarmada, no sirve para nada. Ante la novedad la experiencia actúa mediante el prejuicio. Pero ambas son generadoras de experiencia. Paradojicamente es posible afirmar que la experiencia actúa contra la novedad y contra la novedad absoluta, y encamina a los mandrileños hacia la rutina. A mayor número de novedades y novedades absolutas, la experiencia crece, y crece lo rutinario, y el reloj marcha cada vez más deprisa. 

Un sabor radicalmente diferente es una novedad absoluta. Un encuentro con un desconocido puede resultar una novedad absoluta, novedad o rutina. Dependiendo de la atención y la obediencia que pongamos a la experiencia y al juicio previo, cada nueva situación puede convertirse de novedad a novedad absoluta. Podemos afirmar que la novedad absoluta es el lugar donde no existe ninguna referencia previa.

Ahora bien, ¿cuando ha sido la última vez que hemos vivido una novedad absoluta? Cuando una nueva idea nos resultó realmente nueva. El turismo permite novedades, el viaje genera novedades absolutas. Hay que viajar, aunque para viajar, en realidad, no es preciso moverse demasiado. 

Lo que nos encontramos es que a partir de un punto, los adultos se embarcan en un viaje hacia el conservadurismo. En realidad no sé si  tan siquiera eso podría denominarse viaje, yo creo que simplemente se encuentran volviendo, si es que llegaron a ir a algún lado. Los radicales no precisamos viajar hacia el conservadurismo, porque en realidad vivimos de lleno, cotidianamente, en el conservadurismo, pero un conservador en un mundo conservador, bien podría hacer un viaje hacia el radicalismo  y descubrir novedades y novedades absolutas.  En cualquier caso, no podemos cerrar los ojos ante las novedades y novedades absolutas que pudiera ofrecer y esconder el conservadurismo, allí están, serán difíciles de descubrir, las abrazaremos si nos descubren nuevos mundos, si frenan el reloj. 

Se pueden emprender viajes al pasado desconocido y al futuro, se pueden emprender viajes a nuevas tierras, a nuevas calles, o simplemente viajes al por qué de las cosas y al por qué las personas son cómo son. Seguro que descubrimos novedades absolutas en nuestra investigación. El tiempo marchará de nuevo más despacio si somos capaces de que nuestros viajes ocupen más espacio que la experiencia previa.

 La experiencia nos sirve para encaminarnos con seguridad en el viaje de vuelta. ¿Pero cuando hay qué volver? Cuando el cúmulo de experiencia sea abrumador y las novedades residuales,  habremos comenzado la vuelta. No es obligatorio volver, si se desea, si se busca, podrá usted seguir en el viaje de ida, por mucho tiempo, ya que el reloj habrá comenzado a detenerse.












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