Crea un monstruo y déjalo partir
Busca un animal pequeñito -una rata- adiéstrala y recompénsala cada vez destruya un objeto creado por el hombre. Después inyéctala dosis masivas de hormonas del crecimiento.
Has creado un monstruo; una rata gigantesca que atacará todo aquello creado por el hombre. Tiene sed de venganza. Abre la puerta de casa y deja que tú monstruo salga a las calles de Mandril. Ya no podrá volver jamás a su pequeño estado, a su mundo, y ahora se encuentra en mitad de la ciudad, aterrorizada entre rascacielos y coches, carreteras que no van a ninguna parte, entre todo aquello que odia. Este no es su mundo y se volverá loca, y aplastará todos los automóviles que encuentre a su paso. Avanzará por la ciudad destruyéndolo todo. Será cercada por soldados; los matará a todos. No es posible parlamentar con tú monstruo de serie B, no sabe inglés, no distingue entre el bien y el mal, de un solo golpe eliminará a la comitiva negociadora.
Tú monstruo se siente lo que es. Inmenso. Su vista comienza abarcar la totalidad del planeta, y su tarea es infinita: destruir todo rastro del hombre. Pero tú monstruo a veces se siente solo; hay dias que añora su mundo empequeñecido, y ahora le envuelve la melancolía. Tú monstruo mira a los hombres que corren aquí y allá asustados, despreciables seres, y los pisaría a todos si no fuera porque le recuerdan demasiado a él mismo, o precisamente por ello.
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