Pequeño manifiesto contra la esperanza
Hubo un tiempo en el que si un hombre con fortuna se le ocurría adentrarse en su caballo blanco por las callejuelas de los suburbios de Mandril, enseguida era insultado y apedreado. Pero esto amigos, se ha acabado.
Entonces los habitantes de Mandril sabían que iban a morir en los suburbios. Habían perdido toda esperanza, y podían apedrear al jinete del caballo blanco si este tenía valor de pasear por allí.
En el año 2012 los hombres y las mujeres de los suburbios de Mandril ya no tiran ni una sola piedra a la cabeza de los hombres de fortuna que cabalgan por la ciudad. Y no tiran ni una sola piedra porque mantienen la esperanza de ser ellos algún día los hombres de fortuna que cabalguen al lomo de un caballo blanco. Una piedra que rebota sobre una cabeza de un hombre de fortuna, sería como tirarse una piedra a sí mismo.
Un hombre que ha perdido la esperanza en la lotería, ya no compra lotería, pero los hombres y las mujeres de Mandril tienen esperanza en la lotería, la esperanza de que acumulando títulos, promocionándose, estableciendo relaciones que les aupen en su ascenso social algún día cabalgarán en su propio caballo blanco.
Aquellos que han perdido la esperanza no comprarán lotería, ni esperaran que un suceso inesperado cambie su vida. Quienes han perdido la esperanza de que la lectura apropiada puede ser la más conveniente para alcanzar su caballo blanco, pueden leer lo que les apetezca sin temor a estar perdiendo el tiempo. Perder la esperanza permite dejar de humillarse y decir lo que apetezca y cuanto apetezca a tú jefe, olvidarte de sacar a la virgen los dias de sequía, para al fin organizarse y repartir el agua. Si has perdido la esperanza en la vida, puedes hacer con la vida lo que te apetezca. Puedes abandonar el hospital y entregarte a los que amas, en vez de morir atado a una cama del hospital con la esperanza de ser salvado. Puedes plantar un árbol el mismo día del fin del mundo en vez de acudir a un trabajo que detestas, en vez de emborracharte esperando que suceda un milagro que lo cambie todo.
No digas nunca que los que han perdido la esperanza nada van a hacer porque nada hay ya que hacer. En realidad es precisamente todo lo contrario. Cuando la esperanza desaparece todo está por hacer. El hombre que mantiene la esperanza en Auswitz, solo puede esperar. Solo puede esperar a que el ejecutor no le disparare a él en la cabeza y que dispare a otro. Mantiene la esperanza hasta el último segundo de que él no será el muerto, sino que el muerto será otro. Pero quién ha perdido la esperanza, puede arrancar los ojos a su ejecutor, tratar de escapar. Amotinarse.
No digas nunca que los que han perdido la esperanza nada van a hacer porque nada hay ya que hacer. En realidad es precisamente todo lo contrario. Cuando la esperanza desaparece todo está por hacer. El hombre que mantiene la esperanza en Auswitz, solo puede esperar. Solo puede esperar a que el ejecutor no le disparare a él en la cabeza y que dispare a otro. Mantiene la esperanza hasta el último segundo de que él no será el muerto, sino que el muerto será otro. Pero quién ha perdido la esperanza, puede arrancar los ojos a su ejecutor, tratar de escapar. Amotinarse.
Mantener la esperanza permite algunas migajas, eso es incuestionable, pero lleva consigo, en muchos casos, la perdida de la dignidad, y eso también es incuestionable. Se puede alcanzar el caballo blanco manteniendo la esperanza, humillándose o/y siendo un capullo, pero perdiendo la esperanza no necesitas caballo blanco alguno. Tienes todos los caballos de la tierra que corren por el bosque libres para ti.
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