sábado, 31 de diciembre de 2016

Regreso a 2016


 En el gran Mandril, cuando regresa el mismo año, se celebra con un enigmático baile popular donde el danzante flota a varios centímetros sobre el suelo. Observen a los bailarines en la nochevieja del 2016  (y por lo tanto del año nuevo del también 2016), observen sus curiosos atuendos agujereados. Parece como si les atravesara el cuerpo.

¡2016 ha vuelto!

A veces ocurren estas cosas. A pesar de la oposición y la incredulidad de mucha gente, el pasado siempre trata de volver.  Generalmente regresan fracciones del pasado,  decretos o acciones gubernamentales de otros tiempos que se incorporan al presente. Por eso no deberíamos extrañarnos tanto cuando al despertar el día 1 de enero de 2017, descubramos que este ha desaparecido y en su lugar, suplantándole, se instale de nuevo el 2016. Efectivamente, el 2016 ha vuelto. Tras el 31 de diciembre de 2016, apareció enero, del mismo año, otra vez. 

2017 no existe. No sé cuando aparecerá, quizá dentro de diez o veinte años. De momento reinaguramos 2016. El problema fundamental de repetir el año, es que siempre nos pilla desprevenidos. Carecemos de un protocolo y no sabemos como actuar en estas situaciones extraordinarias. 

Las ansias por saborear la vida podría hacernos tropezar con las mismas piedras. En este caso particular, con los mismos huesos de aceituna o los mismos muslos de pollo.


Ahí estábamos, brindando por el nuevo año, y resulta que es el antiguo. Es sobrecogedor, celebramos el año con aquellos que sabemos que van a morir. A pesar de que se trata de una segunda oportunidad, volvemos a caer en los mismos errores. Caemos asfixiados sobre la alfombra del salón atragantados por el hueso del muslo de pollo, otra vez, pero es que teníamos apetito.

Recorrer el mismo año dos veces es algo marciano, pero a veces pasa.


 A pesar de todo, el futuro se puede cambiar, bueno, en este caso el pasado. Auguro que en las próximas semanas del repetido año 2016, se abrirá un debate sobre la cuestión, sobre si se trata de un regalo envenenado o del diablo. Yo soy de los partidarios de repetir año; merece la pena. Es como vivir dos veces, o incluso morir dos veces, permitiéndonos tomarnos más en serio la existencia, y simultáneamente, vivir despreocupadamente. Sin duda nos encontraremos con las mismas situaciones. Aunque claro, quizá nos provoque algo de ansiedad, pero habremos aprendido a realizar ejercicios de respiración, o llevar en el bolsillo nuestra pastilla a tiempo. 

Ya sabemos que ocurre con las prisas


 Podemos rectificar algunos errores, hacer algunas enmiendas a nuestras existencias, correr algunos riesgos, aventurarnos por la vida con un as bajo la manga. Volver a conocer las mismas personas, si es preciso. Ya lo sabemos, que no se nos olvide este año apagar el gas antes de echarnos la siesta, pero es que con las prisas y rutinas habituales, nunca se sabe.



lunes, 26 de diciembre de 2016

Las aventuras de El Millonario, sus robots, y La Gravedad


 La Muerte es sorda



 El Millonario contra el mundo


Todo el mundo quiere ser Botín, pero Botín ha muerto. Murió en 2014, y no va a volver. Resbaló al vacío, y de allí, fue directo a la Nada. Podemos caminar decididos, atravesar el umbral del precipicio, y seguir andando por el aire, al menos durante un instante. Pero lo sabemos, será demasiado tarde. Las poderosas fuerzas de la gravedad nos llevarán directos a la realidad. Es peligroso querer seguir siendo Botín. Ha muerto, aunque lamentablemente nos lo encontramos todavía a todas horas.

Pero seguimos decididos a caminar por el aire. Me gustaría imaginar que todavía no hemos dado ese salto al vacío. Que no estamos suspendidos en el aire, antes de caer. Es cierto. Hay cola para El Millonario, a pesar de que va en contra de la gravedad. Porque seamos claros, preguntémonos qué es ser El Millonario. Qué es querer ser El Millonario. Yo tengo algunas respuestas, porque ser millonario no es lo mismo que ser El Millonario.

"El Millonario"

Ser El Millonario o querer serlo, es querer rodearse de pequeños robots a tu alrededor. Conseguir con un solo gesto que el otro haga lo que tu quieras, y eso, es algo que desdibuja al ser humano y lo trasforma en una máquina, ¿verdad? Hay un hombre dando vueltas y vueltas alrededor de una rueda de molino durante años, otro se mantiene estático, como de cera. Necesitan el dinero de El Millonario, lo sé, pero han dejado de ser ellos. Si durante la mitad el tiempo del día actúas como un robot, es fácil que uno acabe pensado roboticamente. Para dejar de ser un robot, es precisa una renta.  Una renta incondicional podría ponernos a salvo de El Millonario.

¿Qué me está pasando?


Ser El Millonario te permite la libertad absoluta. Por eso a El Millonario le molestan demasiado las regulaciones, porque ya no puede hacer lo que desea. Para hacer lo que uno quiere es preciso que otro haga lo que no quiere. Estar a favor de la libertad es es tomar partido por la libertad de todos, no solo de unos pocos. Ser El Millonario y actuar como tal, nos convierte en dictadorzuelos, a veces demasiado grandes. Todo dictador es el El Millonario, todo millonario está a un solo paso de ser el dictador. No se puede ser El Millonario y pertenecer al partido de la plebe. No es posible ser El Millonario y ser democrático. Ser El Millonario es poner la voluntad de uno por encima de las voluntades de los otros.

Los robots son siempre muy obedientes

Ser El Millonario es un derroche. En cuanto uno es El Millonario, comienza a destruir las potencias de los otros. Usted quería ser poeta, neurocientífico, levantar objetos con la mente, hablar en público ante la asamblea. Olvídelo si es que tiene que trabajar para El Millonario. Quería recitar poemas, pero no tiene tiempo, ni para componerlos ni para recitarlos. Está demasiado cansado. Levantar piedras es agotador, y todo porque a El Millonario se le antoja. Usted quería hablar ante la asamblea, pero tartamudea, le falta la práctica. El único que habla es El Millonario, y ni siquiera, porque El Millonario no acude a las asambleas. No las precisa.

Ser El Millonario es un verdadero derroche, es cierto. Arrasa talentos. Los otros ponen su vitalidad, su creatividad y energía al servicio de los propósitos de El Millonario. Por un sueldo. Las buenas noticias es que todo esto se va a acabar. Y no tanto por una toma de conciencia, sino como decía más atrás, por las poderosas fuerzas de la gravedad. Todo el mundo quiere ser El Millonario, tener a otros sirviéndoles. La realidad siempre pone las cosas en su sitio.

Podemos dar saltos mortales de espaldas, hasta que un día, a los 90 años, el salto es mortal de necesidad. Caeremos de espaldas o de bruces, pero ya no volveremos a caer de pie. La Gravedad nos pone en nuestro sitio, en una silla de ruedas o en la tumba.  Denomino "La Gravedad" a aquella fuerza de la realidad que nos devuelve a un estado que tenía que darse más tarde o temprano, en cualquier caso. Por ejemplo, aunque mi afán sea quemar bosques, ya no podré hacerlo cuando no quede ninguno. Denomino "El Millonario" aquel sujeto, individuo, corporación, Estado, capaz de realizar sus deseos mediante la compra del Otro. Por ejemplo, puede pagar al otro para quemar el bosque. Pero La Gravedad pondrá todo en su sitio. Por más bosques que deseé quemar El Millonario no podrá hacerlo si lo que quemó fue el último bosque sobre la tierra. La Gravedad pone límites a los deseos de El Millonario, aunque quizá siempre demasiado tarde.


martes, 15 de noviembre de 2016

En defensa del monigote


Me propongo demostrar que el monigote es una herramienta formidable para aproximarnos a la realidad

(Texto todavía en construcción)
 Algunas notas sobre los monigotes


Hace un mes tuve una intuición, la de que los monigotes eran el instrumento que más podrían aproximarnos a la realidad. Pensé que podría escribir algo muy divertido sobre el tema, al mismo tiempo que aportar a la sociedad  un asombroso descubrimiento. Sin embargo, investigar sobre este asunto se me ha ido de las manos. Existe demasiado material y reflexiones para un breve artículo humorístico. Da más bien para varios tomos, pero sin gracia. Además, he seguido pistas falsas que encaminaban mi investigación sobre los monigotes a callejones sin salida. Para complicar aun más las cosas, no dispongo de demasiado tiempo, ni capacidad para responder, a día de hoy, a todas estas cuestiones. Así que he decidido abandonar mi investigación, que me impedía por otra parte, seguir trabajando sobre otras cuestiones. Está inconclusa, si es que se puede concluir una investigación sobre la realidad y la insospechada complejidad del monigote. A día de hoy me parece una tarea enorme, y de continuar, arrastraría mi existencia al país de la insatisfacción, donde no se puede hablar de ciertos temas, especialmente en el lugar donde paso tantas horas al día, esto es, en mi trabajo como sujeto subalterno. Y como dijo Spivak, el sujeto subalterno no puede hablar, y por lo tanto, no puede hablar de la realidad . Aun así quiero hacer públicas algunas notas, preguntas y reflexiones, por si acaso algún día, siendo finalmente el sujeto subalterno liberado del trabajo alienado,  le quede algo de tiempo para la especulación intelectual, y descubra por fin, la verdadera y enigmática naturaleza del monigote.


Hay algo inquietante en este monigote. Quizá algo monstruoso. Un sujeto con burka, en zapatillas deportivas, y tocando el ukelele ¿Qué está pasando aquí?.

Monigote con boli azul

He dibujado un monigote titulado "Con boli azul". Enseguida el lector interpretará que este dibujo representa una mujer con burka. Nada más lejos de la verdad. Me resulta imposible asegurar si bajo el burka se encuentra un musulmán o un ateo racionalista, un hombre o una mujer, un terrícola o un marciano. No sabemos quién se oculta, si es que se oculta alguien en su interior, pero podría haber un ser sensible, demasiado sensible a luz solar. Quizá un ser multialérgico. Esto es, estamos contemplando una apariencia, una carcasa, un velo, una pantalla, que nos impide ver la realidad en su conjunto, la realidad profunda ¿Pero el monigote a boli azul se aproxima a la realidad más que la propia realidad? Mi respuesta se aleja de toda ambigüedad. Mi respuesta es inequívoca. Es sí.

(Como se habrán dado cuenta, queridos y queridas lectores, el dibujo no corresponde exactamente al texto. Yo les proponía un monigote a boli bic azul, y les he entregado esta cosa)

Los monigotes son inquietantes.Trato de demostrar que los monigotes son instantes de realidad, y que esta última no tiene sentido alguno. Observen el monigote, es tan triste. Una planta en una maceta, sacada de un contexto natural, e insertada en otro contexto artificial. Sobre el monigote, no vemos sus pies ¿Quién nos dice que no está plantado también en una maceta?


 La culpa la tiene Platón

 La culpa la tiene Platón. Creía que la realidad era perfecta, y que nosotros y el resto de cosas no eramos reales, sino imperfectos reflejos de esa otra realidad.  Desconozco cómo llegó a la conclusión sobre porqué la realidad era perfecta, pero cuanto más investigo sobre la realidad, más observo de que se trata de todo lo contrario. No solo es imperfecta, sino probablemente monstruosa. Es lógico que ante lo monstruoso de la realidad el ser humano se haya dedicado en cuerpo y alma a construir sin cesar apariencias para evitar que se revele con claridad la realidad. Dibujo un monigote, ¿no tiene algo de monstruoso?



Noúmeno paseando por las calles del gran Mandril


Los dichosos noúmenos 

Kant creía en los noúmenos. Al parecer los noúmenos son un resto de la realidad, lo que la completa. Por lo visto existen, pero nadie ha visto jamás ninguno. Si un día, durante uno de tus paseos matinales,  te encuentras cara a cara con un noúmeno, automáticamente dejará de serlo. Mantengo la teoría de que él monigote es un noúmeno visto, aunque sea una contradicción en sus términos. Deja de ser la realidad, pero sin embargo, algo queda de ella en él.


¿Cual de los dos es la apariencia, y cual de los dos es la realidad? ¿Cual de estos dos sujetos es el monigote?


Lo que algunos llaman dibujar bien

Gracias a nuestros pensadores, sabemos que lo que vemos no es lo real,  sino tan solo un aspecto de la realidad.  Tratamos de representar lo que vemos a través de una copia o mediante nuestras habilidades técnicas. Utilizamos la fotografía, la impresión escultórica en 3D,  la pintura academicista o la ilusión óptica de la perspectiva  renacentista o buena parte de la pintura hiperrealista, pero entonces lo que retratamos no es lo real, sino su apariencia. Cuando alguien dibuja lo que ve y lo hace con precisión, se le considera un buen dibujante. No ocurre los mismo con aquellos que dibujan monigotes. Normalmente caen en desgracia, y sin embargo, son ellos los que han captado lo que de verdad está ocurriendo. Lo que no se ve.


Vemos a un hombre sonrosado, como rebosante de salud. Una hora más tarde, fallece. Nos cruzamos con un hombre enclenque y amarillento por las calles, no damos ni un duro por él, pero morirá a los 118 años. Me desconcierta el monigote de arriba porque no sé si es el mal o el bien, me resulta imposible juzgarle por su apariencia.


Me pregunto por qué lo que vemos es apariencia

Es asombroso, la apariencia es una de las cualidades de lo vivo y de muchos de los objetos. Trabajamos todo el día para ampliar su dominio. Todo lo que la naturaleza construye es también apariencia, ya sea para atraernos, para apartarnos, para asustarnos o devorarnos. Tendemos a ver cosas cuando la realidad es otra. Cuidamos nuestro cuerpo, nuestro físico, aparentemente, para que los otros nos permitan el paso, para seducir, para obtener un trabajo, para caer en gracia. Después seremos otra cosa. A veces vemos un monigote caminando por la calle, nos paramos, nos mofamos, pero nuestro interior se remueve. Sabemos que somos él.


Sabemos lo que necesitamos, y es no necesitar. Pasar de las miserias del estado de la necesidad al Estado estético. Así están las cosas, estamos a tan solo un paso de conseguirlo. Tanto peor si todo se va a tomar por culo, aunque es probable que algunos lo prefieran a la Renta Básica Incondicional e Universal. Todavía no he conseguido comprender porque la peñuqui está en contra de sí misma, y prefiere consumirse a sí mismo a iniciarse en su propia naturaleza, la del juego. 
En la fotografía, un monigote gris  devorado por el fuego.


No hay nada tedioso en dibujar monigotes

Es uno de los lugares de los que hablaba Schiller.  Lo que él llamaba encontrarse en estado estético, pero también es un país. Ese lugar donde el impulso de lo sensible y la razón no quedan disminuidos o anulados el uno por el otro. Es lo que nos hace humanos: el juego. Lo que la neurociencia llama ahora encontrarse en estado de flujo. Pues bien, al crear monigotes ocurre exactamente eso, queda suspendido el tiempo.  Sin embargo parece que no esté de moda. Quizá simplemente ocurra que la sociedad no esté lo suficientemente madura para el monigote, y sin embargo lo está, porque es esa, la del juego, nuestra verdadera naturaleza.

Monigote de un moderno y aséptico edificio de oficinas


El monigote es un paso atrás para coger distancia. Permite ver el cuadro completo. 

Al estar inmersos en el mundo apariencias, no podemos ver lo que esconden estas. La primera impresión al encontrarse con un monigote es pensar que es un producto infantil, una chapuza, algo grotesco, un pequeño monstruo. Y sin embargo, es una aproximación a la realidad, no a sus apariencias. Cuando usted atraviesa los pasillos de un moderno edificio de oficinas, se encuentra en un espacio donde todo es perfecto, aséptico. Y sin embargo el techo es falso, tras las paredes ocurren cosas, algo recorre el edificio entero por su interior: cables, conductos, bichos, polvo. Si el edificio pudiera tener alma, quizá fuera eso. Dibujamos el edificio a la perfección, pero eso no es la verdad. Lo sabemos, pero se nos ha olvidado. Dibujamos un monigote del edificio; y parece un queso gruyere, un cerebro espongiforme, algo lo está royendo. Es gracioso y al mismo tiempo es la verdad. Pura esencia. Un monigote puede trasladarnos a la esencia de lo que no se ve. Nos muestra un instante congelado de una de las posibles realidades.

No sé es si ese robot fue antes un hombre, ni sí la flor a la que se aproxima será arrancada o contemplada.

El monigote también pudiera ser el medio camino, el camino intermedio.


 El monigote puede ser el camino intermedio. Ese algo todavía no acabado, grotesco, a medio camino entre la idea inicial, y un imposible final perfecto. El monigote puede ser muchas cosas, quizá incluso poesía. O mejor dicho, sobre todo poesía. Ha dejado de significar lo que parece y significa otra cosa.


Muchas veces entrar en acción nos revela, bueno, casi siempre. Y este descubrimiento para los otros puede trasformarnos en monigote. De repente existimos, dejamos de permanecer en el punto ciego de la miradas, donde no se nos ve. Permanecer en el punto ciego es el infierno, por muy cómodo que uno pueda permanecer allí. Salir del infierno nos convierte automáticamente en monigotes, esto es, en sujeto político.


Al exponerse uno corre el riesgo de convertirse en monigote

 ¿Quién no ha vivido la experiencia del silencio? Cuando en un grupo de desconocidos, en una clase o conferencia, alguien expone su reflexión, corre el riesgo de ser descubierto, de revelarse, y claro, lo que aparece es bastante más gris, más ridículo. Cuando cae el velo del silencio aparece el monigote, un trozo de realidad nunca antes vista. Preferimos callarnos para seguir manteniendo una farsa. El monigote nos revela, de ahí sus enemigos.



Monigote tropezando

La vejez como monigote

Cada vez que se nos ve un trozo de nosotros mismos, queremos esconderlo. Es lo que más tememos. Nos jugamos la vida. La vejez nos pone al descubierto. Ya no podemos mantener oculta a la vista nuestra sensibilidad, nuestra dependencia a los otros, nuestra fragilidad. Antes, cuando éramos jóvenes, ocultábamos nuestra fragilidad a la vista de los otros, ahora ya no. Según pasan los años, nos convertimos poco a poco en monigotes. Hay algo de trágico, grotesco y horrible en la vejez. Y eso es la realidad. Por eso queremos ocultarla. Cuando nos damos cuenta ya nos hemos convertido en un monigote, cualquier intento en crear una apariencia que distorsione nuestra imagen, está encaminada más tarde o temprano al fracaso. Al envejecer nos ponemos continuamente al descubierto.

Caer por la escalera es lo que nos hace humanos. Es la tragedia de todo individuo, de toda la humanidad. A pesar de que este hecho sucede a la vista de todos, no lo vemos. La caída nos convierte en monigotes, no lo dudes.


El monigote como fracaso

 Lo que se nos muestra es una humanidad exitosa, cuando en realidad un fracaso. Hay algo de monigote en ello, algo cómico, si no fuera demasiado horrible. Sería épico si no fuera una broma pesada. Tan solo hay que hacer un examen de nuestra propia vida.   Mantenemos la seriedad para esconder nuestro fracaso existencial, aunque un simple chiste nos deja desnudos, nos muestra tal cual somos;  seres asustados, frágiles, muy sensibles, y extremadamente inseguros. Una simple flor puede destruirnos, sobre todo si cae desde una altura considerable en una contundente maceta.


La frase repetida ansiosamente de que los marcianos guardan burros en pisos sociales del Estado y que se comen sus propias crías, no es poesía, no revela la realidad, margina a los marcianos de la vida en sociedad, no es un monigote. Es un estereotipo. En otras palabras, es fascismo.


  Monigote Vs estereotipo.

Será poco creíble lo que voy a decir a continuación, pero es que el monigote es de izquierdas y el estereotipo es de derechas. El monigote revela aspectos de la verdad y la realidad ocultos, y esto es inclusivo, nos convierte en seres humanos, con todas nuestras debilidades a la vista.  El estereotipo es una especie de monigote de derechas, no es inclusivo, sino que tiende a excluir, no arranca velos, sino que los crea. Tiende a marginar al otro. Es antidemocrático, en cuanto que margina y anula el debate mediante frases hechas y repetidas. Por ejemplo, el misterioso caso de los gitanos que meten el burro en sus pisos, y que se anuncia continuamente como generalidad  y sin necesidad de pruebas.








El Ser

Buscamos el Ser, y quizá lo hayamos tenido delante de nuestras narices. Lanzo una pregunta al aire, ¿Podría ser el monigote el Ser, aunque parezca difícil de creer?






lunes, 10 de octubre de 2016

Últimos días de la humanidad



"Y a pesar de todo
contemplo el mundo desde lo más alto.
Tomo notas sobre el final del hombre
mientras se aproxima el abismo.

Los aviones me sobrevuelan.
Tarde o temprano caerán".


Dominguet, poema incluido en el poemario todavía no escrito titulado "Los últimos días de la humanidad"

Los últimos días de la humanidad

Al principio, el abismo cabía en la palma de la mano.

Las grandes transformaciones en la vida de las personas y de la historia de la humanidad aparecen casi siempre inesperadamente, a partir de una pequeña novedad. Algo insignificante que en un principio pasaba desapercibido o deliberadamente ignorado, pero que termina alterando la existencia tal como la conocemos. Así, un pequeño agujero apareció en el mismo centro del gran Mandril. Era ridículo, de apenas un centímetro. A nadie le importaba.

Un pequeño abismo comenzó a separarnos.



Un centímetro no es nada, pero un centímetro que crece otro centímetro al minuto,  es digno de estudio. Aun así, hasta diez días días después de hacer aparición y alcanzar medio metro de diámetro, a nadie le preocupó lo más mínimo. Crecía, era visto, pero a nadie le importaba. O al menos eso parecía. Era como una esas papeleras caídas sobre la acera, ignorada por todos. Los vecinos podían pasar a su lado durante días y nunca iniciar el gesto de volver a colocar la papelera en su lugar. A veces, gracias a un accidente se entra en acción. Si no fuera porque un desconocido  quedó atascado en el agujero, este no hubiera recibido la atención que se merecía.  Al desconocido le ocurrió como a la papelera. Estuvo atrapado durante horas sin recibir el auxilio de algún paseante empático. Tuvo que ser él mismo quién telefoneo a los bomberos.

 Caer en el agujero reveló su existencia.


Se cercó el agujero para evitar caídas.  Cuando alcanzó un metro y medio de tamaño, aparecieron algunos empleados, probablemente subalternos. No puedo asegurar cual era su sueldo, pero es probable que ni tan siquiera llegara a los mil euros: No sé que tipo de contrato tenían o si llevaban mucho tiempo en la empresa, pero sí que estoy seguro de una cosa , que como vecinos nunca hubieran descendido por ese agujero. No fue el sueldo lo que les motivó a bajar por esa misteriosa sima. Si cualquier persona les hubiera ofrecido los treinta euros correspondientes a su sueldo por aventurarse por aquel agujero, seguramente lo hubieran rechazado. Debía ser esa fuerza capaz de arrancar lo más íntimo de tu identidad y actuar correspondiendo a los deseos de otro. Una fuerza llamada orden o contrato. Los empleados descendieron. Nunca más volvieron.


Se exigía obediencia debida a los subalternos, sino podía considerarse una falta grave o muy grave.

Después de esta extraña desaparición se probó con pequeños animalitos enjaulados. Gatos, perros, cerdos, monos. Cualquiera podía ser candidato. A pesar de que ninguno regresó, se envió durante años a animales a la oscuridad. Y digo oscuridad porque si alumbrabas con una linterna o una potente lámpara al interior del agujero, no es que no se viera el final, es que simplemente no se veía nada.


También experimentaron con animalitos


De ser insignificante a convertirse en noticia. En tan sólo un año el agujero ya había alcanzado diez metros. Lejos de considerarse una amenaza, se había convertido en un  acontecimiento, y lo era. Comenzaron a llegar turistas al gran  Mandril de todas las partes del mundo. Mandril crecía y simultáneamente se disminuía. Crecíamos económicamente al mismo tiempo que el agujero  devoraba a la ciudad.La fuente principal de ingresos era la fuente principal de nuestra destrucción.

El agujero alcanzó proporciones gigantescas, y comenzó a preocupar a las autoridades. Se vertieron millones de toneladas en su interior de arenas, rocas, residuos, basuras, con la esperanza de rellenarlo, pero el agujero era insaciable. El agujero crecía y amenazaba con comerse pueblos, ciudades, ríos, mares, montañas, países enteros. Un rumor recorría el planeta. Una sensación de miedo acechaba. La gente esperaba algo, y ese algo llegó. Pero lo que llegó fue una ocurrencia.

Si durante un tiempo el agujero estimuló la economía, ahora la estaba haciendo retroceder. Había menos superficie cultivable, menos terrenos para recalificar. Al comerse el territorio, se produjo un enorme movimiento migratorio. De las regiones al borde del agujero se desplazaban millones de personas en dirección a las tierras distantes, lejos de aquel. Así llegó la ocurrencia. Me gusta contar a mis amigos una frase ingeniosa que suelo repetir todo lo que puedo, y que representa muy bien los efectos de la jerarquía en la realidad. Dice algo así: "Cuando tus jefes se ponen a pensar, échate a temblar". En mi opinión, los jefes siempre eligen la peor de las opciones, básicamente por no contrariar a sus propios jefes. Tienen tan asumido el sistema jerárquico, que tan solo van a proponer opciones que perjudicarán a aquellos que se encuentran en la escala inferior de la jerarquía. Así que cuando alguien dijo: "¿Y si hacemos sacrificios humanos?", a muchos les pareció una gran idea.

Lanzar hombres, mujeres y niños al abismo para aplacar la ira del agujero, no parecía muy científico, pero vendiendo bien el concepto, ganó las simpatías de la población. Decir que aquellos que eran empujados al abismo ocupaban un lugar marginal en la sociedad, al menos al principio. Se empezó por violadores y asesinos en serie, pero no de los que bombardean países, sino de asesinos en serie de barrio, pero no funcionó. El agujero seguía creciendo. Así que se probó con yonquis, carteristas, y se continúo por sindicalistas, que estaban muy mal vistos en aquel momento. Pero por muchos sindicalistas que cayeran al abismo, el agujero seguía creciendo, así que se arrojó a los gordos. Por algún motivo se pensó que agujero quería gordos. Gordos pobres, claro. Me resulta imposible enumerar la variedad de personas , profesiones, díscolos, grupos étnicos, que cayeron al agujero como sacrificio humano y que nunca más volvieron. Se decía entonces que el valor de la existencia era relativo. Que no era lo mismo sacrificar a un físico nuclear que a un indigente, que el físico valía más. En realidad aunque el científico como el indigente tuvieran valores y conocimientos diferentes, existencialmente sus vidas tenían el mismo valor. En cuanto se justificaba que una vida podría tener más valor que otra, se levantaban las bases para desatar la violencia contra los otros.

 Mala cosa cuando se empieza con los sacrificios humanos

Mientras la gente seguía cayendo al vacío, el agujero seguía creciendo, y la humanidad fue aislándose en busca de lugares remotos, lejos del abismo, con la esperanza de no ser encontrada jamás por el agujero. Pero el abismo es lo que tiene, siempre te acaba encontrando.

Vivir al borde del precipicio entraña riesgos, y el abismo no tenía intención de retroceder. Así que se fletaron algunos aviones con el fin de "estar siempre suspendidos en el aire, sin tocar los pies en la tierra". Yo no estaba invitado. Así que me dirigí a los últimos rincones del planeta donde todavía existía mundo.

Voy a escribir la historia de la humanidad antes de que desaparezca


Había llegado a la cumbre más alta. Allí no había mucho oxígeno, la verdad. Sin oxígeno es difícil pensar con claridad, pero quería dejar testimonio escrito antes de ser engullido por el abismo, aunque mi acción carecía totalmente de sentido. Carecía de sentido porque de la misma manera que yo iba a ser engullido por el abismo, mi libro también lo sería. En cualquier caso, si por avatares de la fortuna mi libro se salvara del abismo, si fuera el único documento que revelara que un día existió aquello que fue llamado la humanidad, sería totalmente ridículo. Sin oxígeno en el cerebro no puedo garantizar que lo escrito sea algo parecido a la verdad. Si esto es la historia, no es muy confiable. Miro el cielo. Observo a los aviones pasar. Circunnavegan el planeta sin rumbo definido, esperando un milagro. En algún momento se les ha de acabar el combustible.


















viernes, 23 de septiembre de 2016

Prolegómenos para una primera expedición mandrileña al Más Allá







 Expedición tripulada al Más Allá


Introducción

Nos encontramos en el despacho del ministro. Desconocemos qué ministerio ocupa, pero sabemos que se encuentra muy ocupado resolviendo problemas. En realidad no los resuelve, sino que crea nuevos problemas para solucionar otros que previamente había creado. En estos precisos momentos el ministro duerme. Suena el teléfono. Se despierta agitado.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.



Ministro: (Contestando al teléfono) ¿Qué ocurre?, ¿No te he dicho que estoy reunido? ¿Qué? ¿Cómo? Dime tu nombre ¿Qué no quieres? No, no es para apuntarlo en ninguna lista negra. ¿Qué me den por culo? ¡Me ha colgado!

El ministro se levanta. Busca su juego de dardos que lanza contra un póster donde está retratado alguno de los representantes del Partido de la Plebe (Podría ser Espartaco, Graco, Robespierre, Paine, Efialtes, Allende, y algún que otro tipo innombrable con barba...) Alguien llama a la puerta.

Ministro: (Lanzando dardos al póster del Partido de la Plebe) ¡Estoy ocupado!

Llaman de nuevo.

Ministro: No estoy.

Vuelven a llamar. Alguien abre ligeramente la puerta y asoma la cabeza ligeramente. Es Dominguet.


A veces la vida pueda dar un giro inesperado.



Dominguet: Disculpe, siento molestar.

Ministro: ¿Qué haces? ¿No ves que estoy trabajando?

Dominguet: Yo...es que... Usted me citó hace ya una semana.

Ministro: ¿Yo?

Dominguet: Si, por lo de la expedición.

Ministro: ¿La expedición? Oh, si, la expedición, la expedición... Te llamas... No me lo diga, tengo buena memoria para los nombres. ¿Dominguez, verdad?

Dominguet: No. Me llamo Dominguet.

Ministro: Pasa Dominguez, pasa, no te quedes en la puerta. Pasa y por favor, siéntate. (Le saca una caja de puros) ¿Fumas?

Dominguet: Antes fumaba tabaco de liar.

Ministro: ¿Tabaco de liar?

Dominguet: En realidad he dejado de fumar.

Ministro: ¿Hace mucho?

Dominguet: Hoy. He empezado hoy.

Ministro: No me rechazarás una copa, ¿o es que también has dejado de beber hoy?

Dominguet: Si, bueno, en realidad me propuse dejar de beber en cuanto dejara de fumar. Quisiera estar en forma por si acaso me seleccionaran para la expedición.

Ministro: ¿No quieres? Mira que nunca se sabe cuando uno morirá. Quizá sea esta tu última copa.

Dominguet: Si insiste... ¿No tendrá mejor tabaco de liar, verdad? En fin, con un puro me apaño.

Ministro: Así me gusta, Dominguez, así me gusta...

Siento que algo extraño pasa cuando el ministro te llama a casa para ofrecerte una copa y un puro.

Dominguet: ¿Y entonces?

Ministro: ¿Entonces qué?

Dominguet: Lo de la expedición.

Ministro: Ah, si, la expedición, la expedición. Es que sabes... A veces se me olvidan las cosas. Cierra la puerta, por favor... (Dirigiéndose a Dominguet en voz baja, confidencialmente) Creo que se me olvidan las cosas por culpa del agua.

Dominguet: ¿Por culpa del agua?

Ministro: Si, el agua. No me mires con esa cara. Creo que están echando mercurio al agua.

Dominguet: ¿Mercurio?

Ministro: ¡O gluten! También podrían estar echando gluten al agua. Por eso solo tomo whisky.

Dominguet: Pero...¿Quién querría echar gluten al agua?

Ministro: ¿No te lo imaginas?

Dominguet: No. Es inconcebible.

Ministro: Los del Partido de la Plebe. Esos. Quieren destruir todas las cosas buenas del país.

Dominguet: ¿Cómo lo sabe?

Ministro: Lo sé porque nosotros llevamos años haciéndolo.

Dominguet: ¿Quienes?

Ministro: Sí, nosotros, los del Partido Patricio.

Dominguet: ¿Están ustedes echando gluten al agua? ¿Por qué?

Ministro: Y mercurio, también mercurio, querido Dominguez. No es nada personal; lo hacemos para salvar el país. El país y las inversiones. Algo de mercurio y gluten podría cambiar la realidad, o mejor dicho, que nada cambiara.

Dominguet: Pero a quién se le ha ocurrido esto, es demencial...

Ministro: Efectivamente, es demencial.  De eso se trata.  Eres rápido de reflejos (ríe). El efecto secundario del gluten y el mercurio sobre el cerebro es totalmente demencial. El número de idiotas se multiplica. Y eso es bueno. Hemos conseguido detener el avance del Partido de la Plebe, pero al mismo tiempo es malo. Al aumentar la imbecilidad está cayendo la productividad simultáneamente. En estos momentos está infladísima la burbuja de la idiotez. En cualquier momento podría explotar. Estamos buscando soluciones creativas a este espinoso asunto.

Dominguet: ¿Han probado con una renta universal e incondicional?

Ministro: ¿De qué coño estás hablando? ¿Qué todos esos idiotas se pongan a leer, o lo que es peor, quieres que comiencen a pensar?

Dominguet: Pero...

Ministro: Ni peros ni peras... ¡Queremos soluciones creativas! En fin... hemos hecho una extensa lista con propuestas diversas. Algunas de ellas ya están en pruebas, otras, semioperativas. Aquí es donde cobra vida, por así decirlo, la expedición.

(Un silencio. Una pausa)

Dominguet: ¿Y...?

Ministro: ¿Y qué...?

Dominguet: Lo de la expedición...

Minsitro: Ah, si...Lo de la expedición... Es que querido Dominguez, a veces se me olvidan las cosas. En confianza, creo que los del Partido de la Plebe están echando gluten al agua.

Dominguet: Ya, ya... ¿Y lo de la expedición...?

Ministro: Si, la expedición. No me olvido, Dominguez, no me olvido de la expedición... (Pausa) ¿qué estaba diciendo?

Dominguet: Estaba usted hablando de la expedición...

Ministro: He pensado en usted para que se una a nuestro equipo.  Ya está al tanto de la expedición, ¿verdad? Imagino que le habrá llegado información personalizada  del ministerio a casa...

Dominguet: No cesan de llegarme correos invitándome a participar en la expedición, dejándome notificaciones en el buzón, llamadas telefónicas de madrugada. La prensa está plagada de publicidad del ministerio al respecto. No es posible pasear el gran Mandril sin  ser interpelado por enormes carteles publicitarios invitando a la ciudadanía a participar. Incluso avionetas sobrevolando la ciudad lanzando pelotas de playa inflables con publicidad sobre la expedición...

Ministro: Efectivamente. Y aun así no hay voluntarios... (Cogiendo un papel con algo escrito) ¿Qué le parece este texto que he escrito animando a la población a participar? Dice así: "Se buscan hombres, mujeres y niños para peligroso viaje. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. Dudoso regreso sano y salvo. Honor y reconocimiento en caso de éxito".

Dominguet: ¿Pero este texto no es de hace un siglo? Me recuerda al de Ernest Shackleton y su anuncio para buscar expedicionarios para el polo.

Ministro: (Visiblemente contrariado) Ya, ya... Bueno... he despedido a los creativos y he asumido personalmente el control de la campaña para reclutar los voluntarios. A veces hay cosas que es mejor no confiar en nadie ¿No le parece que las pelotas playeras inflables lanzadas desde avionetas, una idea genial?

En realidad, las pelotas de playa hinchables cayendo sobre la ciudad de Mandril con publicidad sobre la expedición, lejos de ser un fracaso, tuvieron una gran acogida entre la ciudadanía.


Dominguet: Antes de darle mi opinión sobre las pelotas hinchables me gustaría conocer algunos detalles más sobre la expedición.

Ministro: Por favor cierre la puerta. Lo que tengo que decirle es muy importante.

Dominguet: Ya está cerrada.

Ministro: No importa, ciérrela otra vez.

El ministro se pasea nerviosamente por el despacho. Se enciende otro puro.

Ministro: ¿Quiere otra copa?

Dominguet: No gracias.

Ministro: Yo sí, usted se lo pierde (Bebe ansiosamente directamente de la botella, el whisky se le derrama por la camisa).

Dominguet: ¿Y...?

Ministro: Usted ha sido seleccionado para la expedición.(Pausa)  Se trata de  un viaje al más allá.

Dominguet: ¿Al más allá? ¿No está algo lejos?

Ministro: Escuche atentamente. Hemos pensado en usted para tripular la expedición al más allá. Creemos que puede haber vida más allá de la vida. Es un viaje que da un salto cualitativo por encima de lo científico. Es un viaje metafísico.

Dominguet: ¿Pero que evidencias tienen de que existe el más allá?

Ministro: Tuve un sueño.

Dominguet: ¿Un sueño?

Ministro: Un sueño, ¿o era una pesadilla? Da igual. También oigo voces.

Dominguet: ¿Oye voces? Eh... Bueno, es que yo... Me tengo que ir... Tengo una cita con la realidad.

Ministro: No me cree, verdad. Ocurrió mientras dormía. La primera vez se me apareció en sueños.  En la lejanía, a través de un largo túnel, un hombre se encaminó hasta mí. Hasta encontrarse conmigo cara a cara, junto a mi cama.  Tenía bigote y me hablaba, y siempre me repetía lo mismo una y otra vez, noche tras noche.

Ocurre muchas veces. Los efectos de una mala digestión, la falta de riego o de oxígeno , suele ser interpretado como la realidad. Si se les aparece alguien que llega de un lugar intangible, por favor, desconfíen. No le hagan caso inmediatamente.


Dominguet: ¿Qué le decía?

Ministro: Me miraba y decía "Tengo una misión para ti"

Dominguet: ¿Pero usted duerme bien por las noches?

Ministro: Si, sobre todo ahora que utilizo una máquina para al apnea del sueño mientras duermo.

Dominguet: ¿Y sigue teniendo esos sueños?

Ministro: No. Ya no. Ahora solo oigo voces y a veces visiones. Una vez, ese señor con bigote de vos aflautada se me apareció de nuevo sobre un árbol de la Casa de Campo de Mandril. Él fue quién me dijo teníamos que colonizar el más allá. Que todavía había terrenos sin recalificar.

Dominguet: ¿Quién era ese personaje con bigote? 

Ministro: No puedo pronunciar su nombre. Dijo que si decía su nombre en alto... (Dominguet, le interrumpe)

Dominguet: ¿Jehova?, ¿Jehova, tiene bigote? 

Ministro: ¿Jehova tiene una voz aflautada? 

Dominguet: En las películas su voz es algo cavernosa.

Ministro: Dijo que no podía pronunciar su nombre, porque si lo decía en alto, se me vería plumero, ¿qué querría decir con eso?

Dominguet: Ni idea. Seguramente hablaba en clave para un pequeño grupo de seguidores fanáticos y para usted, los únicos conocedores de su significado... A parte de eso, me gustaría saber por qué ha pensado usted en mí para un viaje de estas características...

Ministro: Yo no fui. Para mí y para el mundo eres un perfecto desconocido. En realidad te seleccionó la máquina. Un potente y enorme ordenador que utiliza tarjetas perforadas, como en los años 50 del siglo pasado. Reúnes algunas de las características apropiadas para este peligroso viaje...

Dominguet: ¿Ah, sí? ¿Por qué?

Ministro: Por la bilirrubina.

Dominguet: ¿Por mi bilirrubina?

Ministro: La tienes alta, ¿verdad?

Dominguet: Si, ¿y qué?

Ministro: No es mortal, todavía, pero podría serlo. Si no mueres podrías acabar de color amarillo.

Dominguet: ¿Tiene algo en contra del amarillo?

Ministro: Da mala suerte. Además aun en contra de la corriente histórica, estamos trabajando por un mundo más sonrosado, si acaso marrón clarito, como máximo beis, como mis pantalones.

Dominguet: ¿Me quiere enviar al más allá por mi color amarillo? Un color amarillo, que por cierto, no tengo.

Ministro: Si, por tu color amarillo. En fin, seamos sinceros, eres el candidato ideal. Te hemos grabado al llegar a tu piso de alquiler, después del curre, un piso que por cierto, ni siquiera tuviste el coraje de comprar, como habría hecho cualquier persona normal. Abres la puerta y dices, "¡Hola a todos!", pero no hay nadie. No tienes hijos, pareja,  perro, gatos, ni si quiera un cactus o un simple ficus.

Dominguet: Es una cuestión de alergia, de alergia al polen y a los pelos de gato.

Ministro: Tú mismo lo has dicho: además tienes alergia. Apenas tienes amigos. Has entrado en esa pendiente resbaladiza de la decrepitud, tu sueldo mengua. Hace años que no disfrutas de los placeres del consumo o del derroche, no viajas, no tienes cualificación alguna,  formas parte de esas masa informe nacida en tiempos el baby boom. Esa masa que a mí me gusta llamar el Moco Verde (Ríe). Compréndelo, nadie te va a echar de menos. Debes perder toda esperanza de que la posteridad te reivindique, Dominguez. La posteridad no sabrá nada de ti. Desaparecerás por completo de la historia. Te disolverás en la estratosfera, por decirlo así. De ti no quedará nada: ni un nombre en un papel, ni tu recuerdo en un ser vivo. Desaparecerás tanto del pretérito como del futuro.

Dominguet: Esto que dice me suena. ¿Lo ha sacado de una novela de Orwell?

Ministro: (Molesto) Ya, ya... Pero puedes evitar desaparecer tanto del prétérito como del futuro si participas en esta expedición al más allá. Quizá seas recompensado a la vuelta. No dudes que tu nombre quedará registrado en el deseado libro de la historia con enormes letras de oro. Piénsatelo bien. "Dominguez, primer metanauta. Tripulante de la primera expedición al más allá. 1968-2016" ¿Te gusta? ¡Cómo Yuri Gagarin! Siempre quisiste ser un cosmonauta.

Dominguet: No sé da cuenta, ni tan siquiera me llamo Dominguez. De mí apenas quedará un nombre, y encima estará mal escrito.

Ministro: Qué decirte. Lo de tu nombre en grandes letras de oro era broma. Serán algo más pequeñas. Quizá puedan leerse con lupa. Lo más probable es que jamás aparezca. Haga lo que haga, usted  se va a disolver en el éter cósmico, el tiempo, la historia,  o lo que sea que haya o no haya.

Dominguet: Vaya plan. Supongamos que decido aventurarme, ¿qué ocurriría si no hay nada en el más allá?

Ministro: Si no hay nada, lo mejor es que regreses, ¿qué vas a hacer allí?

Dominguet: No sé...

Ministro: Te aconsejo que lleves contigo un cuaderno, un diario de viaje y vayas narrando tu experiencia. Toma algunas fotografías, pero no demasiadas, que luego son un coñazo verlas.

Dominguet: Pensaba que éste era un viaje más metafísico que científico.

Ministro: Por supuesto, pero si puedes recoger muestras mucho mejor. Toma, puedes ir guardándolas en este bote.

Dominguet: ¡Pero esto es un bote pepinillos en vinagre!

Ministro: ¿No te gustan los pepinillos?

Dominguet: Me parece poco profesional.

Ministro: (Riendo) Relájate, es broma, Dominguez. solo quería quitar dramatismo al asunto. Rebajar la tensión ahora que te encuentras al mismo borde del precipicio. Una buena carcajada no hace mal a nadie.

Dominguet: ¿No hay más equipamento para la expedición?

Ministro: Si, por supuesto, toma...

Dominguet:  ¿Qué es esto?

Ministro: ¿No lo ve?

Dominguet: Parece una linterna.

Ministro: Es una linterna. Ya sabes, por si te acaban rodeando las tinieblas.

Dominguet: Estará bromeando.

Ministro: No, no bromeo.  Al llegar podría rodearte una densa noche eterna.  Si vieras una luz al final del túnel. Dirígete hacia ella, pero mantennos siempre informados.

Dominguet: ¿Cómo?

Ministro: Por teléfono, ¿tienes mi número? Si no puedes hablar por el motivo que sea, envíanos un correo o un whatssap. Tenemos noticias de que algunas personas ya fallecidas se han puesto en contacto con sus seres queridos a través del teléfono.

Dominguet: ¿Habrá cobertura?

Ministro: Probablemente. Si la telefonía ha llegado a las zonas más depauperadas de la ciudad,  ¿cómo no iba a llegar al cielo?

Dominguet: Habrá llegado al más allá, pero lo que se dice a mi piso todavía no ha llegado.

Ministro: Pues el viaje al más allá nos lo patrocina una conocida marca de teléfonos móviles...

Dominguet: Por cierto, ¿cual es el objetivo de esta expedición?

Ministro: Uhm...Te seré sincero. Siéntate, ponte cómodo.

Dominguet: Estoy sentado casi desde que he llegado...

Ministro: ¿Ah, si? Es que te veo borroso (bebiendo de la botella) No sé, debe ser la vista.

Dominguet: (Cogiendo unas gafas que hay sobre la mesilla) Aquí hay unas gafas, ¿son suyas?

Ministro: Bah, no tienen graduación, las utilizo solo para las entrevistas por televisión.

Dominguet: Bueno...¿Y los propósitos de la expedición?

Ministro: ¿Qué expedición? Oh, si...ya recuerdo. Siéntate de una vez. ¿Estás cómodo?.

Dominguet: No mucho. Parece como si hubiera un clavo saliente en la silla, y se me clava...

Ministro: El clavo existe. Es que te has sentado en la silla que utilizo para mis adversarios y enemigos políticos (Ríe) Es una forma de doblegarles física y psicológicamente. Y cuando les enseño el dossier y las fotos de su juventud, donde salen fumando porros, se vienen abajo. (Ríe)

Dominguet:Yo ya me estoy viniendo abajo, ¿dónde está el baño?

Ministro: Aguanta un poco.  Donde vas a ir, no es preciso el servicio.

Dominguet: Dese prisa en explicarse, porque entre los nervios, la colitis y el clavo saliente, no puedo concentrarme correctamente.

Ministro: Mejor. En realidad hay más de un objetivo. Uno de ellos, por supuesto, es espiritual. La posibilidad de reencuentro con nuestros eres queridos. Esto goza por supuesto del favor de una parte del pueblo. Tanto si la expedición es un éxito como si fracasa, este segmento poblacional, es muy probable que solicite viajar al más allá, voluntariamente, en principio. Lo que yo no sé es que tipo de gobierno existe en el más allá, ni cómo se organizan. Así debemos de ser precavidos, a ver si vamos a desequilibrar el más acá, no sea que estén planificando invadir la Tierra. Tanto tiempo alejados de la vida mundana quizá les haya afectado de forma permanente el cerebro, si es que lo tuvieran.

Dominguet: ¿Serán peligrosos?

Ministro: Probablemente. En caso de duda, es mejor que uses esto.

Dominguet: ¿Una pistola? Que quiere que le diga. Nunca pensé que el fin último de una expedición al más allá consistiría en liquidar a sus habitantes. A mi me hubiera gustado establecer un primer contacto, cambiar opiniones, conocimientos, saberes. Quizá intercambiar fluidos, quién sabe.

Ministro:  Ya, ya...buen rollito...¿Y después qué? Como dijo Gila, cuando te despistas te clavan una flor en el corazón. Querido Dominguez, que ingenuo eres todavía, todavía crees que es posible mezclar la ética con la expediciones al más allá, cuando en realidad, más que expediciones espirituales o científicas, son sobre todo, expediciones políticas. Te diré aun más; por encima de la ética existen razones de Estado

Dominguet: ¿Ah, si? ¿Cuales?

Ministro: El petroleo se acaba, pero quizá todavía quede una posibilidad. Quizá en el más allá existan cantidades ingentes de energía y recursos, ¿lo has pensado alguna vez? Yo albergo esa esperanza...

Dominguet: ¿Pero está usted diciendo que existe petroleo en el más allá? ¿Tiene alguna evidencia de algún tipo?.

Ministro: Por supuesto, la evidencia de la lógica. Mientras la Tierra es un espacio limitado y finito, el más allá se nos presenta como un lugar extenso y sin fin. No puede ser de otra manera. Y en consecuencia, en un territorio infinito, es más que probable que encontremos petróleo.

Dominguet: ¿Saquear el cielo?

Ministro: Bueno, se puede llegar a algún tipo de acuerdo, a un contrato. En cualquier caso el problema es mucho más complejo. Quizá nos veamos obligados a colonizar el cielo. Te recuerdo que existen siete mil millones de habitantes en la Tierra. Además, no podemos olvidar las posibilidades de negocio que podrían darse allí. Harás de avanzadilla. Te pondremos un piso allí.

Dominguet: Casi preferiría un piso aquí, en Mandril.

Ministro: Bueno, bueno, ya veremos... Después una tercera cuestión nos fuerza a explorar otras alternativas.

Dominguet: ¿Una tercera cuestión?

Ministro: Me tiene que prometer que lo oiga al respecto no saldrá de este despacho.

Dominguet: Esto...

Ministro: Sabía que podía confiar en usted. Escuche atentamente. Se trata de todos esos imbéciles e idiotas. Es cierto que molan,  entre otras cosas por su incapacidad de organizarse. Nos ha costado nuestro dinero, no te vayas a creer. Si, hemos hecho grandes inversiones. Nuestros mejores técnicos, psicólogos, publicistas, guionistas han creado esta informidad. Gracias a esto hemos vuelto a ganar de nuevo las elecciones, sin embargo, todos estos idiotas también tienen necesidades orgánicas. De momento están muy entretenidos con la cerveza. Lamentablemente en la actualidad tenemos un serio problema de superproducción de idiotas, y la productividad está cayendo. Había pensado enviarlos al más allá. Allí podrían ser felices. Enviar a los idiotas y a esos del partido de la plebe, que se creen muy listos.

Dominguet: ¿Pero esto que se proponen hacer ustedes, no es... fascismo?

Ministro: ¿Fascismo? Mira, haz como yo, no te metas en política.

Dominguet: ¿Me podría explicar alguna cosa más sobre la expedición al más allá? Es que no lo veo nada claro.

Ministro: Por supuesto, pero antes tienes que firmar este contrato.

Dominguet: ¿Podría leerlo antes?

Ministro:  ¿Leerlo? Eso no es muy ortodoxo...pero como quiera. No tengo nada que ocultar (Le entrega el contrato)

Dominguet: (Poniéndose las gafas. Leyendo con atención el contrato) Uhmm. Muy interesante...

Ministro: ¿Verdad?

Dominguet: Si... pero...quizá no se ha dado cuenta. Se les ha olvidado incluir algo.

Ministro: No te preocupes por nada. Firma abajo.

Dominguet: Ya, ya..pero es que...El contrato está totalmente en blanco. No han redactado nada.

Ministro: Firma ahora y nosotros lo redactamos después....

Dominguet: No sé, todo esto me resulta algo extraño.

Ministro: No te inquietes, es absolutamente legal.

(Dominguet firma el contrato en blanco, algo indeciso, y se lo entrega al Ministro)

Ministro: Bienvenido, no te arrepentirás jamás.

Dominguet: ¿Cuando comienzan los entrenamientos?

Ministro: ¿Qué entrenamientos?

Dominguet: Los entrenamientos que realizaré con el resto del equipo.

Ministro: ¿Qué equipo?

Dominguet: ¿No insinuará que iré solo al más allá?.

Ministro: Yo me atengo a lo que has firmado. Pero tranquilo, tenemos una candidata que te acompañará en tu viaje.

Dominguet: ¿Está buena?

Ministro: No lo sé, lleva burka.

Dominguet: ¿Me acompañará una musulmana en burka en esta expedición  pionera al más allá?

Ministro: ¿Quién le ha dicho que sea musulmana? ¿Por qué imagina que se trata de la primera expedición al más allá?

Dominguet: ¿El sentido común?

El ministro se dirige a un armario que hay en el despacho, al que acaricia, con cierto gesto de satisfacción.

Ministro: La nave.

Dominguet: ¿Esta es la nave? Parece un armario.

Ministro: No se deje engañar por las apariencias. En su interior se encuentra la tripulación. (Abre la puerta del armario) ¡Alehop!

Al abrir la puerta del armario aparece una mujer con burka, amarrada firmemente a una aparatosa silla, que se agita en el interior del armario.

 Interior de una nave tripulada al Más Allá. El asiento vacío está reservado para usted.

Dominguet: ¿Qué es esto?

Ministro: Tu compañera de viaje. Creo que se llama Marta. No temas, no es negra, ni oriental, ni siquiera musulmana. Pertenece a una familia de clase media blanca desestructurada (rie) En su juventud se afilio al Partido de la Plebe. Ahora viajará al más allá.

Dominguet: No parece muy contenta. Parece como si fuera ir al más allá en contra de su voluntad...

Ministro: En caso de que tengan problemas con la vuelta, podrían formar una familia allá....

 Dominguet: ¿Por qué lleva burka si es no musulmana?

Ministro: Por dos razones. La primera  porque en realidad no es un burka, sino el uniforme que llevarán todos los expedicionarios. Algo así como el traje de astronauta, ¿comprendes? Toma, aquí tienes el suyo.

Dominguet: ¿Y la segunda razón?

Ministro: Porque he pensado que todos los mandrileños mayores de 48 años podrían llevar este original atuendo.

Dominguet: ¿Ella tiene 48 años?

Ministro: Si, y tú también. No te preocupes, el burka sirve tanto como uniforme espacial, como de sudario. También es por una cuestión estética, de preservación de la belleza, ¿o no te parece que se rompe el equilibrio estético cuando vemos aparecer un vejestorio arrastrando su cuerpo por las calles? El primer paso para rellenar de bealdad del gran Mandril es apartar la fealdad de la vista.

Dominguet: ¿Donde está los mandos de la nave? El panel de control y todo ese rollo. No lo veo.

Ministro: Esta nave es automática. Viajará al más allá teledirigida desde la Tierra.

Dominguet: ¿Cuando se iniciará el despegue?

Ministro:  Pocas veces aparece una oportunidad como esta, una puerta abierta al más allá, de forma tan precisa y clara. Es un momento histórico. Esto es, el despegue se iniciará en breve.

Dominguet:¿Ya?

 Ministro: Si, y puedes ir cogiendo sitio.

Dominguet se enfunda en el Burka y coge asiento junto a Marta, que se agita, el Ministro le amarra al asiento. Antes de ponerle la capucha, el Ministro se dirige a él.

Ministro: ¿Quieres decir unas palabras para la posteridad?

Dominguet: ¿Está grabando?

Ministro: Espera, que se me ha olvidado la cámara. Creo que con el móvil servirá. Espera...Deja que te peine un poco, pareces un lunático... Tienes que estar presentable en el más allá. Cuando quieras...

Dominguet: Este es un momento especial para mí, y probablemente para toda la humanidad. Siempre quise vivir aventuras, ser negro, descender en balsa por el rio Manzanares, participar en un proceso transformación social intenso y fluido, pero sin rasguños. Y ahora me veo a un solo paso de un mundo nuevo: el más allá... Creo que todo es posible, el entendimiento entre los de allá y los de acá...(El Ministro le interrumpe)

Ministro: Ya vale, que se está acabando la batería del móvil. Así no hay forma de construir un documento histórico. Bueno Dominguez, ¿estás preparado?

Dominguet: No lo sé... ¿Y ella, no va a decir nada?

Ministro: Uhmm...

(Quita la capucha a Marta. Descubrimos que está amordazada. El Ministro arranca el esparadrapo alrededor de su boca. Ella grita.)

Marta: (A Dominguet) ¡No ves que nos van a matar! ¡Haz algo!

Ministro: (Visiblemente nervioso. ). En fin... Se repite mucho. Es mejor que continuemos. ¿Estás preparado?

Dominguet: No.

Ministro: Da igual, comienza la cuenta atrás.

(El Ministro cierra la puerta del armario. Se acerca junto a una palanca situada a uno de los laterales del armario, y sitúa su mano sobre ella)

Ministro: Es un pequeño paso para el hombre, demasiado pequeño quizá, casi un pasa atrás, pero grande para el Partido Patricio. (Ríe lunáticamente)

El Ministro acciona la palanca. Casi instantáneamente un gas que emana del interior del armario, filtrándose por las rendijas del armario, cubriendo toda la escena.

Se hace el oscuro. Es imposible ver nada sobre el escenario, pero oímos los golpes de alguien llamando a la puerta. También podemos escuchar la voz del Ministro.

(Alguien llama a la puerta)

Ministro: No estoy.

(Vuelven a llamar)

Ministro: Estoy ocupado. Así no hay quién trabaje.

(Llaman de nuevo, y vuelven a llamar. Los golpes sobre la puerta aumentan su volumen hasta hacerse ensordecedores, Cesan de golpe)

 Fin de la obra completa o del primer acto 



 Breves notas:

Esto puede considerarse una obrita completa o bien tan solo el final del acto primero. El segundo está por hacer. Cuando lo empiece os aviso. En cualquier caso, esto que presento requiere algunos retoques que realizaré si consigo algo de tiempo libre. Avisar de que este texto es de uso libre, siempre que no genere plusvalías. Quisiera aprovechar para contaros que el teatro y la dramaturgia en particular, son de las pocas cosas del orden actual, que generan crecimiento económico y aumento del PIB y del Índice de Felicidad Neta,  estimulando un tipo de economía productiva que no genera apenas emisiones de CO2. Los dramaturgos reconocen que nada hay más placentero que escribir comedias disparatadas, y que lo podrían seguir haciendo, aun viviendo de los restos de comida que encuentren en los cubos de basura, pero por otra parte eso es destruir todas sus potencialidades. Para que la humanidad se siga beneficiando de este nuevo modelo de economía, es preciso que los dramaturgos salgan de su estado habitual de necesidad. El futuro lo agradecerá.




 
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