domingo, 28 de febrero de 2016

Hacia una planta carnívora que devore hombres


Recreación digital de una posible planta carnívora saludando a un excursionista despistado


 La naturaleza se aleja de los hombres

El hombre ama a la naturaleza, pero la naturaleza no ama a los seres humanos, ¿por qué sino ésta se aleja cada día más de nosotros? Ya no se encuentra a las afueras de la ciudad, a veces, para verla, hay que embarcarse en un avión para hallarla.

Lo natural está cada vez más diseminado, más fragmentado, aunque todavía queda algún bosque incógnito, algún lago de petroleo profundo sin descubrir, fuentes de agua cristalina y virgen en algún país remoto del mundo. La Naturaleza se aleja, y sin embargo los hombres la aman, van en su busca, pero es mejor que no vayan, que se queden en casa, en su sitio.

Cada vez más lejos, aislada, en espacios acotados. Siete mil millones de mandrileños añorando lo natural, una multitud regresando a la naturaleza en un largo fin de semana que recibe el nombre de destrucción.  Es mejor que el hombre se quede en casa, en la ciudad. Aquí existen galerías comerciales para todos, donde pasar la tarde distraidamente. En la naturaleza nadie puede comprar, tampoco se puede vender. Cuando el hombre regresa al campo, durante un largo fin de semana, bajan las ventas en la ciudad.

El campo está lejos, muy lejos, es mejor permanecer aquí, no sea que volviéramos a pensar. En el campo apenas hay ruidos que nos distraigan, ni tráfico, ni el incesante murmullo del gentío. Allí han enmudecido los altavoces, también la música que nos persigue. No hay voces, ninguna historia, ninguna fábula, ningún suceso; solo queda nuestro aliento, nuestros latidos, nuestro pensamiento. Allí podemos imaginar. Si a todos nos diera por pensar, quién pensaría por nosotros. Pensar demasiado, se dice,  nos podría volver locos.

Es mejor sentir, no pensar.  Alejar el campo a toda costa antes que el hombre se destruya, es mejor paralizar al hombre, temer a las alergias. O quizá sea mejor entregarle la posibilidad de que pueda desplazarse al bosque más profundo, que sea libre por fin, pero que se quede en sus sitio, sin dinero. Sin dinero es muy difícil llegar al bosque. O hagamos del hombre un ser temeroso. Temor a lo incómodo, a la ausencia del confort, para que retroceda y se arroje de nuevo a sus casas. O lo temible; enormes plantas carnívoras devoradoras de hombres, locos que se pasean durante la noche con hachas en el bosque acechando a excursionistas insensatos.

 O quizá el hombre ya lo haya decidido; ha preferido quedarse en casa, ante la posibilidad terrible de aburrirse en el bosque.

 

jueves, 18 de febrero de 2016

¡Nos estamos convirtiendo en objetos!



 "Sé que mi vida va tener que cambiar necesariamente hoy"

Nos estamos convirtiendo en objetos

Me he afeitado y me he dirigido al Registro de Objetos para inscribirme. Me encuentro inquieto y nervioso, mi madre se ha quedado en casa; es un felpudo. 

Prefiero que no me acompañe, la verdad. Siento vergüenza si me acompaña, no lo puedo evitar.  Aunque me gusta recordar cuando de pequeño me decía que yo algún día sería una cosa buena. "¿Qué cosa?"- Preguntaba yo. Mi madre callaba.

"¿Qué objeto deseas ser?"


Me atiende una de esas máquinas en el sótano del registro, donde me corresponde, pero la máquina no atiende a razones: yo quiero ser.  La máquina parece mirarme con su ojo enorme, pero yo sé que no, sé que me encuentro en un punto ciego y no puede verme. "¿Qué objeto has elegido?"- Me pregunta la máquina ciega. Siempre he soñado con ser un libro o una melodía. "La música no es un objeto"- Me decían de pequeño.

"Una silla"-Dije finalmente.



"Una silla"- dije finalmente, sin saber por qué mis palabras y mis actos siempre son autónomos de mis sueños.  La máquina parece reírse, como si fuera capaz de leerme el pensamiento, ¿pero desde cuando se ríen las máquinas?. "Quizá puedas ser una buena cosa" -Me dijo la máquina  amablemente. "¿Qué cosa?"- Pregunté en voz baja, sin apenas aire.  "Quizá puedas ser un buen cenicero" -Resolvió la máquina para siempre,  y en ese momento pareció verme, de verdad, aunque esta impresión tan solo la percibí durante un breve instante.

 Ser un cenicero. Desde esta perspectiva me cuesta contemplar la realidad, tan solo puedo ver algunos fragmentos de la misma: manos que  se me acercan. La realidad se me presenta algunos días indescifrable, y otras como un patrón que constantemente se repite inalterable. A veces oigo música desde aquí, y entonces me acuerdo de mis hijos; ya están en edad de acudir al Registro. Me entretengo imaginando que  algún día puedan ser una buena cosa.


jueves, 4 de febrero de 2016

El caso del hombre con una bomba adosada en el pecho


"He despertado con una bomba pegada en el pecho"



 El hombre que tenía una bomba pegada al pecho


He despertado con una bomba adosada en el cuerpo, adherida con cinta aislante de manera poco delicada en el pecho, sin gusto. He pensado en la posibilidad  de quitármela en el baño, donde se encuentra el único espejo del piso. En caso de deflagración tan solo se deterioraría este pequeño espacio.

Y sin embargo no me he atrevido a quitarme la bomba. Al verme desnudo en el espejo del baño, el reflejo de mi yo me ha evitado la mirada. "No lo hagas", parecían decir sus ojos.

"Mi reflejo quería seguir permaneciendo"

Leí en la prensa la noticia de un hombre trató de quitarse una bomba en el pecho y le explotó. Perdió la cabeza. Hay que ser cuidadosos y mantener la cabeza hasta el final, aunque bien pensado, aquel señor la mantuvo hasta el último instante. Nunca debió despojarse la bomba sin la supervisión de un especialista; es peligroso. 
Así que me he afeitado con delicadeza, no fuera a mojarse el mecanismo del artefacto. He ojeado la guía telefónica y he buscado la dirección de un artificiero, pero antes de ir en su busca, he hecho la compra en el Mercadona.
Es una sensación muy extraña hacer la compra con una bomba pegada en el pecho, como vivir un sueño. El hilo musical de fondo y yo recorriendo los pasillos tratando de encontrar la sección donde está el chocolate negro. Hoy el cuerpo me pide azúcar. Y a todo esto la posibilidad de que un acontecimiento inesperado cambie el rumbo de mi existencia para siembre; un movimiento brusco, y toda la realidad podría desaparecer en un instante. Después he cogido el metro, para no perder demasiado tiempo en el coche, y he sentido la misma sensación.
La vida me sonríe, la bomba todavía no ha explotado, a pesar de que el artificiero vive en un cuarto sin ascensor. Al abrirme la puerta me ha mirado con cierta tristeza. Me llaman la atención sus manos, son como tenazas o pinzas, me recuerda a una langosta. El artificiero se ha desabrochado su camisa y me ha enseñado el pecho; él también tiene su propia bomba. Hay veces que es mejor no decir nada. He bajado los cuatros pisos sintiendo una intensa irrealidad.
"Me ha mirado con cierta tristeza"

Vuelvo a casa dando un paseo, sin prisa, hoy es mi día libre. Los otros hacen sus cosas, van al trabajo, vuelven, recogen a sus hijos del cole,  vuelven de la mano y se me van los ojos. No puedo dejar de mirar sus cuerpos y sus pechos, y trato de escuchar, por si acaso un tictac se ocultara bajo sus ropas.  Y de repente, sin saber por qué, pienso en las manos del artificiero.








martes, 2 de febrero de 2016

Cómo acabar con la muerte


A veces se producían equívocos, como la detención de este señor, por su extraordinario parecido con la muerte

 "Cómo acabar con la muerte"
Declaración televisada del portavoz del gobierno de concentración en hora de máxima audiencia.

Hoy se ha aprobado en consejo de ministros la polémica propuesta, mediante la cual se destinarán la mayor parte de los fondos del país para acabar definitivamente con la muerte.

"El objetivo del proyecto de ley es acabar con uno de los problemas que más preocupa tanto a ricos como a pobres de todo el mundo desde el principio de los tiempos, esto es, con la muerte, y que sin embargo, apenas se ha actuado en ese sentido. Mientras que el proyecto Manhattan consiguió en tan solo dos años construir un artefacto desconocido hasta entonces capaz de destruir la vida de millones de personas, nadie ha mostrado interés hasta la actualidad de inventar la manera de salvar la vida de millones de personas. Por eso, nuestro gobierno de concentración ha adoptado una serie de medidas encaminadas a acabar de una vez por todas con la muerte.

Para acabar con la muerte se procederá a la reforma de la constitución, incorporándose el fin de la muerte como un deber de estado, de obligado cumplimiento. Se incluirá tanto en el preámbulo como en articulado referido a los derechos fundamentales. Todas las actuaciones del Estado, tanto a nivel local, federal, confederal, o supraconfederal, se encaminarán hacia la liquidación de la muerte. Se desarrollará la investigación científica, y se formarán millones de personas para poder cumplir este mandato constitucional en el tiempo más breve posible.  Todo nuestro pensamiento, nuestra energía, nuestras disposiciones, se dirigirán y teledirigirán, en hora de máxima audiencia a ello. Se declarará el estado de guerra permanenete: "¡Guerra a la muerte!", será el lema. Se perseguirá a todos los partidarios de la muerte, se encuentren donde se encuentren, procediendo a su detención. Se les interrogará hasta conseguir la información necesaria y encontrar el escondrijo donde se oculta la muerte y su equipo. Es el momento de establecer una alianza supranacional de estados contra la muerte, una moratoria a nivel mundial de enfrentamiento y destinar todo el presupuesto planetario para luchar tenazmente contra la muerte. No se trata de prolongar la vida, sino de acabar con la muerte. Cien años más de existencia no es nada si es que siempre vamos a estar siempre muertos.  La humanidad dará un salto cualitativo hacia la inmortalidad.¡Viva la vida! ¡Muerte a la muerte!"

 
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