viernes, 28 de agosto de 2015

Hacia una siesta democrática

Hay que estar descansado, todo reside en eso. Es el único problema. Para no sentir el horrible paso del tiempo que quiebra vuestros hombros y os curva hacia la tierra.

 
Propuestas para una ciudad más descansada y democrática


A nadie le preocupa que los mandrileños se pasen el día somnolientos. A mi sí, tanto, que a veces me quita el sueño. Dormir poco es un atentado contra la cultura democrática.

No puede ser casual que la mitad de la población de Mandril resida en el lado opuesto de la ciudad, del lugar donde habitualmente estudia o trabaja.


En la República Federal de Mandril pasamos nuestra vida cansados y con sueño, trasladándonos de un lugar a otro, agotados.

Esto nos hace levantarnos cada vez más temprano y dormir una media de 4 o 5 horas diarias, tan solo, para poder llegar a tiempo a nuestro trabajo donde a menudo se producen accidentes por falta de sueño. Pero no solo dormir poco reduce la productividad sensiblemente, sino que es una fuente de conflictos, mal rollo, y acuchillamientos por disputas del todo absurdas. La falta de sueño roba tiempo al amor. No hay enamoramiento que pueda sobrevivir a las agresiones continuas del insomnio forzoso.

Si queremos una ciudad cuyo centro sea el humor, el buen humor, entonces tendremos que combatir el mal humor con todas nuestras luces, y para eso hace falta estar bien despierto. En la transición de una República Federal de Mandril hacia una República Democrática de Mandril, lo que está en juego es el paso hacia el buen humor, las virtudes democráticas, la burocracia cotidiana del consenso, y por supuesto el descanso y un sueño del todo reparador que estimule y potencie nuestra inteligencia.

"Que estimule nuestra inteligencia": este es el tiempo mínimo que aceptaríamos para nuestro sueño, pues su falta no solo nos trasforma en monstruos, esto es, en seres ariscos, sino que además nos hace más idiotas, en el sentido de poco participativos políticamente. Con sueño no solo es más fácil errar, sino que otro más despierto, decida por nosotros. Una ciudad más democrática se encuentra descansada.

Para conseguir dormir quizá sean precisas algunas reformas políticas de calado, como la reducción de la jornada laboral. Para descansar necesitamos tiempo libre y compartir los cuidados. Propongo comedores comunitarios, de tal manera que podríamos ahorrarnos, si lo deseamos, algo de tiempo en fregar los cacharros y cocinar. Propongo la creación de equipos caseros de mantenimiento interior constituidos por voluntarios  que barran nuestros pisos, quiten el polvo, pongan lavadoras, cambien las sábanas y rieguen las plantas, permitiendo que la ciudad interior, la que permanece oculta, comience a brillar, reduciendo a cero cualquier posibilidad de reaparición de brotes de peste.  Decir que estos equipos no estarán constituidos por "mujeres de la limpieza", eso forma parte del pasado, de la Republica Federal de Mandril. En la República Democrática de Mandril cualquier mandrileño sin distinción de podrá ser llamado a colaborar mediante sorteo y si le apetece, en estos equipos de mantenimiento interior, más allá de su formación, estatus, o cuenta corriente.


Hay que pasar de la República Federal de Mandril a la República Democrática de Mandril. Aunque con varios miles de años de retraso, todavía estamos a tiempo de llegar, antes de que sea demasiado tarde.


Encaminarse hacia un mundo descansado, es más saludable y amistoso. Estoy harto de ver a mis compañeras de trabajo agotadas antes de que haya comenzado su jornada laboral. No solo se trata de compartir los cuidados de los niños, la enfermedad y la vejez; es preciso ampliar el tiempo libre disponible, implementar rentas básicas universales, reducir distancias, para llegar lo antes posible a la Republica Democrática de Mandril, antes de que sea demasiado tarde. Mientras tanto inventar cosas, crear zonas de césped para poder echarnos un rato y disfrutar de la hierba en primavera y en el estío, espacios de aislamiento acústico donde relajarnos, pensar, y dejar que se multipliquen nuestras neuronas, bancos diseñados especialmente para tumbarse o reclinar nuestras cabezas, sea en la calle, la oficina o en el metro. Hay que estar descansado para amar, para tener amigos, para avivar la curiosidad, para disparar la imaginación.






sábado, 22 de agosto de 2015

Notas sobre los genios gaseosos


Bien, este es un dibujo ficticio del genio gaseoso. En realidad le gustan más las fotos y se muestra con múltiples rostros, es pura apariencia.  Todos creemos que ha llegado para cumplir nuestros deseos, pero la verdad es otra.
 
 
A propósito de los genios gaseosos


En el episodio anterior, afirmábamos categóricamente que los genios no existen y si existieran, habría que acabar con ellos. Pues son el tapón que cierran el paso de la Mediocridad hacia la Mediocridad Mejorada, y más del tarde del salto cualitativo de la Mediocridad Mejorada a la Genialidad Colectiva. Exista o no exista la genialidad en el ser humano, todo el mundo está de acuerdo en que el mundo actual han hecho aparición otros genios; genios gaseosos. Me refiero a esos genios que duermen, con los ojos muy abiertos, en el interior de casi todas las cosas de la vida moderna.

Un genio gaseoso, etéreo, hace años que llegó al gran Mandril  y se estableció en la ciudad. Todo el mundo le busca  y a todo el mundo se le aparece, pues todos tenemos la esperanza de que satisfaga nuestros deseos. Y sin embargo, en una pirueta enorme, el genio gaseoso ha conseguido que seamos nosotros quienes satisfagamos sus deseos. "¡Para eso soy un genio!" -Ha respondido a los periodistas de nuestro periodiquito, en una entrevista muy breve, que reproducimos a continuación:

- ¿Y qué es lo que usted desea, señor genio?

- Que te bajes el sueldo, por supuesto.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Artistas en las fábricas de armas

Esta podría ser una bala clásica antes de ser intervenida por un artista. No sabemos que forma ni particularidades podría tener entonces, pero espero que un pequeño altavoz incorporado en la bala futura, nos avise de su llegada.


Artistas en fábricas de armas


El problema estriba en los partidarios de la paz mundial, que al preferir no colaborar con la industria armamentística, dejan en manos de psicópatas el diseño de nuevas armas. Propongo que artistas, poetas, hombres y mujeres sensibles y empáticos, colaboren con los ejércitos. Quizá no sean capaces de construir armamento menos mortífero, o quizá si,  pero por lo menos las armas que construyan serán mucho más bonitas.

Un arma eficiente es aquella que mata más gente en el menor tiempo posible, pero para que un artista pueda crear un arma, primero tiene que reinventar el concepto de eficiencia, darlo la vuelta. De esta manera podría diseñar el arma que al accionarla, la bala se disparara a cámara lenta. Esto evitaría muchas muertes, desde luego. Si queremos dar un salto cualitativo, debemos imbricarnos en campos desconocidos, incluso detestables. No me interesa tanto que un músico escriba toda su vida buenas canciones, sino que se introduzca en una cadena de producción y cambie el criterio taylorista, por criterios musicales. Esto es, que reinvente el concepto de eficiencia productiva y lo sustituya por una eficiencia musical. Esto no es fácil, claro, y  no está en absoluto valorado. Convertir una fábrica en una orquesta, es el primer paso para que la bala vaya a cámara lenta; esa bala que fue disparada en tiempos pasados y que se dirige a nosotros a velocidad vertiginosa. Ya no se trata de huir, ya no hay ningún lugar donde escapar, sino de sujetar esa bala suavemente con nuestros dedos, antes de impacte.



domingo, 16 de agosto de 2015

¿Por qué los padres quieren matar a los niños?

Me quería comer el mundo, y al final me comí a mí mismo

 
¿Por qué los padres quieren matar a los niños?

Hay preguntas que nunca deben hacerse, pues lanzar una pregunta a la esfera pública puede traer consigo una respuesta dolorosa. 

Se dejó caer la pregunta y comenzó el debate. Cuando se hicieron públicas las respuestas, todo Mandril enmudeció. Algo inesperado, horrible, nos había transformado en monstruos. Éramos amables, almas buenas, y ahora nos habíamos convertido en esto. Nadie quiere ser un monstruo.

"¿Quieren ustedes que sus hijos sean asesinados?"

Un 80% de los padres respondió rellenado la casilla correspondiente con un "Si, quiero que los maten"

¿Cómo iban a sentirse los padres ahora? Ningún padre individualmente, de manera particular, quería hacer daño a su hijo. Tal idea, ni tan siquiera pasaba por la cabeza, y si atravesaba fugazmente su mente, lo consideraban atroz, y la espantaban tratando de no pensar, ocupándose de cualquier cosa. Pero desde luego, estaba claro que deseaban matar a sus hijos, asesinar al resto de los niños, el test que habían realizado no mentía, ellos sí, aunque todavía no lo sabían.

Cómo explicar que los padres amaran a sus hijos por encima de todas las cosas y al mismo tiempo sus acciones se encaminaran a una sola y  única tarea: la muerte de todos y cada uno de los niños del mundo. Cómo explicar que todo el amor ofrecido, todas las atenciones, iban encaminadas al asesinato general. Pretender salvarse, salvar únicamente a sus hijos, no era otra cosa que adelantar el minutero de la catástrofe, de echar más gasolina al fuego, de quemar todos los puentes con el mañana. La alocada carrera en pro del interés particular, del propio o de los suyos, estaba destinada al desastre. Todo empezó por los pequeños gestos; por apropiarse del asiento de los ancianos en el trasporte público. Este "Yo primero" acabó cercando el barrio e incendiando el resto de barrios.

A la entrada del gran Mandril, durante los tiempos cuando todo era posible, una enorme pancarta nos recibía con un amable lema que decía "Los niños primero", sin embargo, alguien había cambiado el texto a escondidas, y ahora, rotuladas con tinta indeleble, unas enormes letras gritaban desde lejos "Mis hijos primero", y no, no era lo mismo.

Ese "Mis hijos primero" lo que enseñaba era adelantar posiciones, tomar ventaja, apropiarse de lo de los otros, que todavía ni tan siquiera habían nacido; el asesinato de los niños del futuro. Era conveniente no pensar demasiado en ello, aunque algunos padres escribieron cartas que enterraron en cofres de acero inoxidable, resistentes a cualquier catástrofe, para  que  fueran abiertas en el porvenir. Probablemente eran cartas de disculpa, singularmente aterradoras:

"Perdonar si es que me he comido y bebido lo vuestro,  pero es que era  insoportable el aburrimiento. Las cosas vinieron así. Yo no os quería el mal, pero es que tengo derecho a pasármelo bien.  Espero que la ciencia lo solucione".- decían las cartas.
 
"Espero que la ciencia lo solucione", pero cómo iba a solucionarlo. He observado a los hombres del presente y creen que los científicos son magos, pero la ciencia no hace magia. Cómo iba a crear bosques donde ya no hay  nada, cómo iba a  devolver el rio a las tierras yermas. No, no se consiguió construir el pozo de petróleo inextinguible a tiempo, ni el trozo de carne inacabable de un ser enorme doliente para servirnos, ni una simple fuente interminable de cereales. No consiguieron sacar la vida de  la chistera, nos dimos cuenta demasiado tarde de que la ciencia no tenía chistera. Y sin embargo, lo más asombroso, es que nada se había agotado para siempre. Lo que ocurrió, probablemente, es que ya nada pertenecía a todos.






jueves, 6 de agosto de 2015

La famosa batalla entre genialidad y mediocridad, a punto de resolverse

Antes de abrir la puerta del País Genial nos preguntaremos  que habrá tras ella. Quizá no encontremos un mundo de grandes obras y montañas rusas que recorran el gran Mandril, sino un mundo donde la esclavitud haya dejado de existir.


A favor de una mediocridad en proceso de constante mejora


Lo que se viene llamando genialidad, no es otra cosa que un hombre o una mujer con un solo pelo en la cabeza en un mundo de calvos. Mucho me temo que lo genial es mediocre.

O todos somos genios o no existe en absoluto la genialidad, aunque sobre esto hay controversia. Sin embargo  la mediocridad es indudable; se repuebla a diario y puede encontrarse por doquier. 

La genialidad es como el mejor chiste del mundo, pero que nadie entiende, y por lo tanto no hace gracia. Podemos decir que la genialidad es mediocre, tan mediocre que es inaprensible. A ojos de un hombre vulgar, un genio podría resultar un imbécil, y ese es el problema. Resulta muy difícil distinguir a un imbécil de un genio. El problema se complica si es que además no existe el genio, si solo era un bluff.

Mi postura personal en cuanto a la genialidad, es que no existe. Los partidarios de los genios siempre  han fracasado en sus tentativas de argumentar o al menos traerme alguna prueba de la genialidad. Llevo años esperando la llegada del genio y nunca llega, a estas horas es probable que llegue tarde porque en fin, ya le habrá dado un infarto cerebral. En realidad, mi posición contra la genialidad no es una opinión, ni una creencia, es una desviación ideológica. Estoy en contra de todos los genios porque en su nombre se producen casi todos los desastres. Estoy en contra de los genios porque con que exista tan solo uno, los demás nos transformamos en seres mediocres. Si ellos son genios, yo no lo soy, y la cosa va molando menos. Por mi parte, no solo estoy en contra de la genialidad sino de la mediocridad.

Yo creo en un nuevo tipo de genialidad, algo que supere la mediocridad. La genialidad que deseo es producto que he denominado "Genialidad Colectiva", aunque podría tener un nombre mucho más chulo. La Genialidad Colectiva deberá emerger entre el marasmo de la mediocridad, esto es, de una "Mediocridad Mejorada" o mejor de una  "Mediocridad en Proceso de Constante Mejora" Es preferible que los cambios sociales se produzca a través de un pueblo mediocre en constante mejora, que a través de un solo individuo genial, con ideas de puta madre, pero que probablemente nos lleve a la guerra. Tengo la seguridad, si es que el materialismo dialectico funciona, que un país mediocre en proceso de constante mejora, podría dar el salto cualitativo que todos esperamos que suceda. Ese salto que nos permita pasar de la Mediocridad Mejorada a la Genialidad Colectiva.

Algunos de ustedes afirmarán que la Genialidad Colectiva encierra una contradicción en sí misma, como la "Inteligencia Militar","los enanos más altos del mundo" o "los ciegos con buena vista", quizá. Lo importante es que la Genialidad Colectiva es una construcción, un horizonte utópico. Para avanzar hacia la Genialidad Colectiva, hay que ir creando algunas herramientas, como Escuelas de Artes Políticas repartidas por todo el planeta, o por todo el gran Mandril. En otras palabras, de una inmensa escuela democrática.




miércoles, 5 de agosto de 2015

El regreso de Kant al gran Mandril


Existen pocas imágenes de Kant sin tacones


El regreso de Kant al gran Mandril

Está aumentando el número de gente bajita en el gran Mandril, producto derivado, no tanto de un problema nutricional, sino de una operación de ahorro energético. Hay varias razones: el cambio climático -o un aumento de las temperaturas en la gran ciudad- y el continuo agotamiento de recursos.

La buena noticia es la siguiente, somos más bajitos. La reducción de la altura de los mandrileños va acompañada de un sorprendente incremento de las capacidades intelectuales: Kant medía 1,50 m, aunque no vivía en Mandril, y su cerebro estaba en constante expansión. A partir de hoy deberemos recordar que un gran cerebro solo puede habitar en cuerpos pequeños y paseantes. A Kant le gustaba pasear, como a Rousseau; hay que preguntarse el por qué se está aboliendo el paseo, por qué está mal visto pasear cuando "Paseante y Pensante" se parecen demasiado para ser una casualidad.

En un mundo cada vez más caliente, necesitamos de más recursos para mantener nuestras funciones vitales. Perdemos demasiada energía en refrigerar nuestros cuerpos. Solo los más bajitos de entre los bajitos podrán superar la próxima gran ola de calor, la super ola, la que arrastrará a los altos. ¿Alguien se ha preocupado en elaborar una comparativa y medir cuantos recursos consume un alto y un bajito? ¿Cuántos litros de agua necesitará cada uno para resistir la gran ola de calor que se aproxima inexorablemente al gran Mandril?

La altura, en tiempos de escasez o de sobrecalentamiento, es una cualidad evolutiva en vías de fracaso; la tendencia hacia la extinción de los altos es mayúscula. Aunque no guste, hay que reconocer la realidad; los bajitos somos seres de éxito, un éxito relativo: lástima que resultemos tan poco atractivos. Intuimos que nuestros fracasos amorosos no están derivados por el diminuto cuerpo en el que vivimos, sino por nuestro portentoso cerebro, por esa manía nuestra de ver cosas que nadie ve.





 
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