Pequeña recreación de mi posible salto desde el edificio más alto del gran Mandril
Suicidio en directo y la importancia del futuro
Todo acto es político. Es cierto que me gustaría vivir hasta los 101 de edad con todas mis facultades psíquicas, físicas y químicas en perfecto estado, pero he decidido tomar el rumbo de mi existencia y caer al vacío para impedir que una coalición de liberales y neoliberales, esto es, una coalición del Ibex35, vuelva al gobierno.
En realidad se trata de una especie de huelga de hambre acelerada. Solo el pueblo podrá detener mi acción y evitar el desenlace de mi encuentro con la Nada. Solo si el pueblo vota masivamente por el futuro, en vez de contra el porvenir, mi existencia estará asegurada.
El futuro es una cosa muy interesante, en cuanto desaparece todo se complica y comienzan los desastres. Para explicarme, he construido una frase con la que me invito a pensar de vez en cuando, es la siguiente: "Los derrotados no tienen futuro", y no solo no tienen futuro, sino que se convierten en el Otro, esto es, se le deshumaniza a los ojos de los que le han arrebatado el futuro. Permítanme que les ponga algunos ejemplos:
Observen como el pueblo judío en Europa en los años 30´ del siglo pasado comenzó a perder el futuro a una velocidad sorprendente. Observen como los palestinos han perdido futuro y territorio en los últimos cincuenta años. Observen como los proletarios han perdido futuro, hasta perder casi el nombre. Los viejos, sin apenas futuro, también han sido derrotados. Los ejemplos de seres, individuos y colectivos que han perdido y perderán trozos de futuro, se extiende. Observe si usted mismo se encuentra con un futuro más contraído. En toda derrota hay exclusión, ya sea de derechos, de oportunidades, de renta, o territorio, cuanto más derrotado estás, cuanto menos futuro tienes, la grieta de la exclusión se abre cada más. Esa grieta nos separa cada vez más a los unos de los otros y nos convierte en pequeños monstruos bajo la mirada de aquellos que tienen todavía el futuro, si es que nos ven. Dejamos de ser personas y nos convertimos en monstruos. Hay que volver a ser persona, humanizarse, volver al futuro. Si queremos la inclusión tenemos que recuperar el futuro, aunque sea un trozo.
Evidentemente, al tirarme desde el edificio más alto del gran Mandril, perderé inmediatamente el futuro. Solo podré ver el mañana si se vota a favor del porvenir, así, con este acto, delego a la masa informe mi existencia. Tienen el futuro, el suyo y el mío también, en sus manos.
Yo no deseo suicidarme, pero podría ocurrir que la masa informe si lo quiera, esto es, que quiera su propio suicidio. O simplemente vote en mi contra por el mero placer de verme caer, agitando los brazos y gritando aterrorizado, y por lo tanto, también esté votando en contra suya. Un inciso, ¿no han observado que la gente se convierte en masa informe a medida que se reduce su futuro?
Cumpliré mi plan ante ustedes. Si fracaso será mi final, pero trataré de realizar una pequeña acrobacia, una jugada maestra que me permitirá ver el futuro al día siguiente. Me liquidaré como Dominguet porque la masa informe y la coalición del Ibex35 así lo habrá querido. Mi "as bajo de la manga" es el siguiente: solo puedo evitar mi final humanizandome.
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