martes, 17 de diciembre de 2013

Un brevario titulado "La condición marciana" de Dominguet.

Hay días que me veo en el espejo y no sé quién soy, si un hombre o un marciano del futuro, o un hombre o un marciano del presente

La condición marciana

En su brevario titulado "La condición marciana" Dominguet se interroga sobre quién son los marcianos. Esos hombrecillos que pululan entre nosotros, como un moco verde que se desliza por las calles de Mandril.

Tememos y despreciamos a los marcianos. Hubo un tiempo que les queríamos lejos de nosotros y les construíamos guettos a las afueras de la ciudad. Bueno, se los construían ellos. Ahora también les queremos lejos. Esa piel cuarteada y escamada, esa mirada, como si llevaran la enfermedad con ellos, y al final acabamos siempre metiéndoles en nuestras casas para que cuiden de alguien, de un moribundo o de un niño, o que limpien y frieguen el suelo de los pisos.

He dividido en tres grupos a los marcianos:  El marcians laborans, el marcians faber, y el marciano de acción.

Ya no existen marcianos de acción, no tienen tiempo para dedicarse a la vida política, además, tampoco tienen derechos políticos. Levantar y mover pesadas piedras es muy cansado, y después no les queda demasiado tiempo para intervenir en la realidad. La acción es llevada a cabo por los hombres, que son más altos que los marcianos, y no estoy hablando metafóricamente. Un marciano mide 1,5 metros, un hombre alrededor de 1,80 metros. Esta falta de dedicación de los marcianos a la acción les hace encontrarse con los sucesos de forma sobrevenida. Los cambios que provoca el hombre, lo interpretan los marcianos como hechos propios de la naturaleza sobre los que no pueden participar. Sin embargo los marcianos quieren ser hombres, pero no tanto para ser iguales al ser humano, sino para montar en sus coches. Un marciano de acción, si existiera, se encontraría en continuo con los otros, tomaría decisiones, en vez de que el hombre decidiera por él

Forma parte de la condición marciana, el marcians faber, es decir, el marciano creador. Ese marciano que necesita del aislamiento para crear e imaginar. La obra de arte marciana, la literatura marciana, la artesanía marciana, la escultura marciana, el pensamiento marciano, ¿en qué consiste? No lo sabemos, no tienen tiempo para crear, apenas sabemos de ellos, porque continúan levantando y moviendo piedras desde la mañana a la noche. Por suerte mueren jóvenes. 

Cuando los hombres salen a las calles se retiran los marcianos. Si observan bien, la ciudad se ha construido para los hombres (la han construido los marcianos pero la han diseñado los hombres) de la misma manera que la cárcel se ha diseñado para los marcianos. Los marcianos nos causan temor. Cuando los hombres se retiran a sus casas  los marcianos salen a las calles. Es en su piso donde el hombre se siente seguro; quiere que su piso sea su barrio, su ciudad, su pais, pero no puede, fuera se encuentran siempre los marcianos, por eso aleja a los marcianos a los guettos, un poco más allá, fuera de nuestra vista. Vivir en un mundo sin marcianos, ese es el sueño del hombre, pero siempre los encuentra descargando cajas, sirviendo las mesas. Los detestamos. No están a la altura de nuestra sensibilidadad, no se puede hablar con ellos de nada. Mientras tanto su mirada, su tez mohosa, arrastrándose como gusanos, llevando una existencia entrópica, empujando piedras, hacinados en guettos, cayendo en el barro. 

Me gusta reflexionar sobre quién son los marcianos, cómo llegaron hasta aquí, por qué viven como viven, cual es su verdadero potencial, si estimulados podrían llegar a ser más hermosos que el hombre. Quiero saber que se esconde bajo esa piel piel verde, si la barbarie y la locura o la esperanza. Hay días que me veo en el espejo y no sé quién soy, si un hombre o un marciano del futuro, o un hombre o un marciano del presente, arrastrando cajas y piedras, aproximándome al barro, despacio, sin tiempo ya para nada.






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