domingo, 19 de enero de 2014

¡Las cabezas caen en Mandril!

 Las cabezas caen, ¿pero qué ocurre con los cuerpos, a dónde van?

¡Las cabezas se caen!

Primero se encorvan los hombros, después el torso, más tarde se desprende la cabeza, como una fruta madura. 

Las cabezas caen, y usted puede llevarse a casa una si le apetece. En cuanto tocan el suelo, dejan de ser propiedad de nadie y cualquiera puede llevarse a casa una cabeza si le apetece, guardarla en una bolsa de plástico y colocarla en la mesilla de noche para charlar por las noches y contar todas esas pequeñas desventuras y fracasos con los hombres y las mujeres. La cabeza escucha, asiente, te mira con asombro como si fueses un semidios o una diosa, pero no pueden moverse del sitio. Hay días que  llegas a casa y te alegras porque la cabeza todavía permanece, otros, cuando apareces con tu amante, la ocultas con una sábana para que nadie la vea. 

Cuando te llevas alguien a la cama, a veces, te sientes observado

Las cabezas no tienes pies y no pueden huir ni aproximarte a ti. Un día caen al suelo y entonces ya son de cualquiera. Puedes llevártelas a casa, amontonarlas en una carretilla y tratar de venderlas en el mercadillo, jugar a que hagan espuma con sus bocas, besarlas, hablar de cualquier cosa, enfadarte, y abandonarlas un día en el parque si es que ya no te interesan. Quizá se las pueda llevar otro. 


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