miércoles, 24 de marzo de 2010

Dominguet se pierde en Mandril

Y Dominguet hizo un amiguito por el camino



Paseo por una probabilidad



Dominguet se sube todos los dias a un tren bala. En su ensimismamiento, a veces, Dominguet cree que se ha perdido en Mandril

Resulta extraño que la ciudad esté cubierta de hiedra. No hay edificios. Y Dominguet camina abriéndose paso por una senda en el bosque. En esas circunstancias no es extraño encontrarse a un cerdo irrumpiendo en el camino.
Cerdo: ¡Hola Dominguet! Sígueme

Y Dominguet le siguió. Le siguió hasta una casita de piedra.

Cerdo: No es de piedra. En realidad es un material vivo, se multiplica por bipartición y es muy fácil de criar. De vez en cuando hay que decirle cosas bonitas y entregar unas caricias. Así dura algo más, y nos permite no agujerear la tierra en busca de piedras. Si amigo, tenemos granjas de piedras. ¿Quieres pasar a mi casa?
Y Dominguet abrió la puerta

Cerdo: Enciende la luz

Y Dominguet encendió la luz, pero no había bombillas

Cerdo: No hay bombillas. ¿Mola verdad? En su lugar hay enredaderas luminiscentes. Las tres grandes conquistas de la humanidad salieron de un laboratorio y fueron; A) La piedra viva B) La enredadera luminiscente C) Los hombres cerdo. Los creadores de todo esto fueron los de siempre, ¿quieres que te de sus nombres? Da igual. Querían salvarlo todo, pero lo cierto es que querían salvarse ellos. Es decir, hicieron lo más apropiado; nos convirtieron en cerdos. Y claro, un hombre convertido en un cerdo, ya no era nada, a lo sumo un solomillo. Eran sensibles, incluso demasiado sensibles, pero su puta manía de decidir por los demás, les llevó al colapso.

Dominguet: ¿Colapso?

Cerdo: A la guillotina. Murieron todos. Prefiero no entrar en detalles. No tenían coraje para despedirse de la vida, así que les tuvimos que despedir nosotros. Y en fin, así ha quedado en mundo. Mola, la verdad. Es plácido. Somos autótrofos. Y desde entonces no hay órdenes.
Dominguet: Lo contaré todo.

Y desanduvo el camino. Y pronto las hiedras dejaron paso a la ciudad y el bosque quedó atrás y las puertas del trabajo asalariado se abrieron de par en par.


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