Artistas en fábricas de armas
El problema estriba en los partidarios de la paz mundial, que al preferir no colaborar con la industria armamentística, dejan en manos de psicópatas el diseño de nuevas armas. Propongo que artistas, poetas, hombres y mujeres sensibles y empáticos, colaboren con los ejércitos. Quizá no sean capaces de construir armamento menos mortífero, o quizá si, pero por lo menos las armas que construyan serán mucho más bonitas.
Un arma eficiente es aquella que mata más gente en el menor tiempo posible, pero para que un artista pueda crear un arma, primero tiene que reinventar el concepto de eficiencia, darlo la vuelta. De esta manera podría diseñar el arma que al accionarla, la bala se disparara a cámara lenta. Esto evitaría muchas muertes, desde luego. Si queremos dar un salto cualitativo, debemos imbricarnos en campos desconocidos, incluso detestables. No me interesa tanto que un músico escriba toda su vida buenas canciones, sino que se introduzca en una cadena de producción y cambie el criterio taylorista, por criterios musicales. Esto es, que reinvente el concepto de eficiencia productiva y lo sustituya por una eficiencia musical. Esto no es fácil, claro, y no está en absoluto valorado. Convertir una fábrica en una orquesta, es el primer paso para que la bala vaya a cámara lenta; esa bala que fue disparada en tiempos pasados y que se dirige a nosotros a velocidad vertiginosa. Ya no se trata de huir, ya no hay ningún lugar donde escapar, sino de sujetar esa bala suavemente con nuestros dedos, antes de impacte.
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