jueves, 23 de octubre de 2008

Lecciones para rediseñar la ciudad

Curso rápido por correspondencia

Rediseñar la ciudad para acabar con el enemigo interior que convive entre nosotros, ha estimulado el cerebro de los estrategas militares permitiendo el aumento incontrolado de su capacidad craneal, creciendo de tal manera sus cabezas , que en ocasiones, estas han caido al suelo debido al sobrepeso del cerebro. Podemos así afirmar, que los militares han perdido la cabeza.

Un día, los urbanistas, una especie de militares sin gorra, diseñaron los ensanches, permitiendo la movilidad de los cañones por las calles de la ciudad, con el fin de practicar la voladura de cabezas de manifestantes que acudían puntualmente a su cita con la nada. Años después, estos mismos urbanistas descubrieron lo efectivas que podrían llegar a ser las azoteas, desde las cuales, francotiradores profesionales podían liquidar a barbudos que pretendían cambiar el mundo. Por suerte, pocas cabezas de barbudos reventaron, pues para entonces ya nadie quería cambiar el mundo sino el modelo de coche. Sin embargo, el enemigo interno ha mutado. Ya no tiene barba. A veces si. Me explico: el enemigo interior podría serlo en los próximos minutos y dejar de serlo media hora después. Para resolver este problema los urbanistas han planificado de nuevo la ciudad introduciendo en esta miles de repetidores de telefonía móvil. Por lo que sabemos, cuando la ciudadanía se pone a pensar, puede al mismo tiempo aumentar el número de incontrolados. Basta una llamada anónima al teléfono móvil del enemigo interior para que las radiaciones de microondas le cuezan el cerebro. Efectivamente; el urbanismo moderno ha desactivado la subversión y las explosiones de cabezas, permitiendo así, que las calles de la ciudad de Mandril amanezcan siempre limpias, sin restos de casquería dispersos por los suelos.

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