martes, 27 de octubre de 2009

Ensayo sobre la timidez



De la timidez al socialismo

Óscar Wilde dijo que para escribir era imprescindible querer decir algo. Pues bien, en este periódico demostramos día a dia que no es necesario en absoluto.

Todo el mundo sabe que las chicas y chicos que escriben blogs poseen gafas de pasta y algunos granos. Esto no quiere decir que si usted tiene un cutis terso y suave debe abandonar su blog, pero todos se lo agradeceriamos. Estos espacios están reservados para chicos y chicas que entregarían su dedo meñique a cambio de perder su timidez y llevar hasta su muerte una vida luminosa y expansiva. Sería un error. Perderían el dedo y serían incluidos en un programa estatal para ensayar en su propio cuerpo los efectos de unas pastillas o vacunas, en el caso de que el problema sea vírico, para acabar con el retraimiento social. Aunque los resultados no sean positivos, no debemos preocuparnos, el consumo de estos experimentales medicamentos quizá no acaben para siempre con la timidez, pero puede que resulten eficaces contra el acné juvenil o la calvicie. Pero todo este asunto nos lleva a interrogarnos si un número indeterminado pero númeroso de enfermos mentales es necesario para que internet pueda desarrollarse correctamente. Lo es. Un tímido es un enfermo. Ya hemos dicho antes que su origen puede ser vírico o bacteriano, pero tambien pudiera serlo genético. Evolutivamente hablando los retraidos sociales tenian pocas posibilidades de multiplicar sus genes. Siempre había otro individuo más espabilado que se les adelantaba. ¿Como entonces millones de años después existen tantos millones de tímidos si ni siquiera son capaces de acercarse a un radio de cincuenta metros del sujeto al que desean? Aparentemente los tímidos debían haberse extinguido hace algunos miles de años, pero no es así. Su número se amplía en progresión geométrica. Algunos responderan que los tímidos utilizan como método de seducción el retirarse a un rincón. Nosotros dudamos que sea efectivo. Cuando mi hermano viajo a la URSS allá por 1980 creyó ver el socialismo por las esquinas de Moscú. Pensó que era un gran avance hacia el comunismo. Se equivocaba, solo eran empleados estatales, quizá algo tímidos. No quiero decir que el socialismo genere tímidos. Pero quizá los tímidos generen socialismo. Vallejo Najera ya dijo que los comunistas y anarquistas eran enfermos mentales y que convenía su esterilización con el fin de evitar propagar este mal de padres a hijos. Quizá por eso ahora nadie quiere oir hablar de socialismo. Cuando escucho la palabra socialismo me imagino a un tímido que escribe poesía. La poesía es aburrida, los tímidos también, por lo que el socialismo no mola. Ahora la psiquiatría está centrada no tanto en esterilizar a los tímidos sino en hacerles drogodependientes. Pongamos que en efecto ciertos medicamentos pueden acabar de una vez con la timidez en tomas continuadas de pastillas durante toda la vida, lo más probable es que a estos pacientes medicalizados se les caigan los dientes. Por lo que me pregunto, ¿uno puede tener cierto éxito social y no tener dientes? Leopoldo Maria Panero no tiene dientes y goza de prestigio social. Un prestigio social, eso si, limitado a las paginas de cultura de El Pais y a esporádicos paseos en los jardines del psiquiátrico Mondragón. Pero, eso si, lo que ha perdido Panero, son desde luego, sus poderes telepáticos.

7 comentarios:

PELLICER dijo...

Totalmente de acuerdo con la pérdida de los poderes telepáticos de Leopoldo María. Su etapa mallorquina ha sido lamentable.

En cuanto al tímido: es muy posible que cuando entre en el banco con la palabra ODIO escrita en la frente y una lata de gasolina en la mano sienta como su timidez patológica se disuelve. Se sentirá capaz de todo y, en consecuencia, feliz.

Cuando descubra que el banco ocupa los bajos de un bloque de 50 viviendas y que los vecinos, lejos de agradecerle la faena torera y sacarle a hombros, intentan lincharle, volvera el tímido a sentir vergüenza por su existencia y será de nuevo desdichado.

Solución: el tímido se retira a las montañas y vive, sereno y solo, en una cueva. Como es un tipo creativo, cuando tiene algo que decir baja al pueblo y lo dice. Cuando le puede la soledad, baja a la dehesa y busca hermosas pastorcillas.

Conclusión: los tímidos no debemos vivir entre humanos lo mismo que los que no saben nadar no deben meterse en el mar.

Dominguet dijo...

No te lo vas a creer, pero estuve convencido de que la última frase de tú comentario decía "(...) lo mismo que los que no saben nadar no deben meterse en el bar" Lo he releido, y me causa una inquietud enorme que puedas tener razón en tú conclusión.

PELLICER dijo...

Ja,ja,ja, ¡en el bar sí que debemos meternos, en el bar siempre!

Y ahora, más serios (jua, jua, jua), lo de abandonar los juegos de los demás me parece imprescindible, seas tímido o audaz cual Errol Flynn. Hay que jugar a lo que uno quiere y se acabó. Un tímido es un jugador involuntario y no otra cosa.

"Técnicas de deserción social. (con ilustraciones a color)" es un libro que busco en todas las librerías. Lo jodido es que aún no lo ha escrito nadie.....

tipo gris dijo...

Hay unos fanzines enterrados en algún basurero que se llamaban "Mil Maneras" y era un poco eso. pero en eso estamos no?

PELLICER dijo...

¿Mil Maneras? Primera noticia. Gracias por la sugerencia, Tipo Gris. Buscaré entre los generosos digitalizadores de la historia del fanzine.

tipo gris dijo...

el problema de los tímidos es cuando quieren hacer la revolución. ¿cómo haces la revolución sin cámaras?

Dominguet dijo...

¿Acaso los vuelos supersónicos comerciales no han cesado? ¿Quién nos dice que la revolución no será televisada? Es cierto que 2022 se encuentra demasiado próximo para que un descreimiento general renuncie a la filmación, pero hay una cosa brutal en las mentes, cuando una idea brota, ostras, se convierte en real. Yo creo que la pregunta no es "¿como hacer una revolución sin cámaras?" sino; "¿Como es posible una revolución con cámaras?" Más que nada, ojala me equivoque, porque una sola cámara justifica todas las jerarquías. Y oye, menudo repelús nos dan las jerarquías.

 
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