martes, 31 de julio de 2012

Hoy debate: La Democracia Atlética versus El Capitalismo Neoliberal

Un debate interrumpido en el momento más álgido por paro cardiaco

Se encuentran con nosotras en el debate no televisado de hoy,  la democracia atlética y el capitalismo liberal, que hablarán sobre los cuerpos.  A la derecha, tenemos al capitalismo neoliberal, que ha llegado hasta aquí en automóvil, y a la democracia atlética, que ha venido en bicicleta.

Dominguet: Hola. ¿Por qué sois tan guapas las dos?

Capitalismo Neoliberal: Principalmente porque me he inoculado botox, colágeno, y me he tomado unas pastillas, que en fin...no sé como se llaman

Democracia Atlética: Uhmmm...yo no te veo tan guapa, veo tú cuerpo destrozado por un trabajo asalariado repetitivo y aburrido. Tus dientes se han caido. No tienes sueños, a no ser que llames sueño a esa cosa denominada euromillón

Capitalismo Neoliberal: En realidad con tan solo solicitar un crédito uno puede ser precioso

Democracia Atlética: En realidad con tan solo tener pasta, uno puede pudrirse con cierto confort

Dominguet: ¡Oh! Te veo un poco agresiva Democracia Atlética y sin embargo no has contestado a la pregunta de por qué eres tan guapa

Democracia Atlética: ¿Soy guapa? Desde luego no lo he buscado. Yo solo quería ensanchar los pulmones, la mente, el cuerpo. Era necesario. Yo solo quería ser un poco más alta, no respecto a los demás, sino respecto a mi misma. Yo solo quería protegerme de los golpes que el capitalismo neoliberal me estaba dando a mi y a mis amigos y con los que pretendían hacernos caer de rodillas, y después pasar sobre nuestros cuerpos.  Por eso comencé a trasladarme en patinete, bicicleta, caminar, correr, desplazarme en silla de ruedas o muletas.

Capitalismo Neoliberal: ¡Pero si yo soy el amigo de los pobres! Y un pobre no se merece, después de una agotadora jornada laboral, ponerse a hacer abdominales o leer ensayos sobre mundos irrealizables futuros. La  ciudadanía lo que pide y quiere es aproximarse a la felicidad. Y yo le ofrezco una velada banal, sin preocupaciones, amigable y festiva. Le ofrezco que viva el momento aquí y ahora.

Democracia Atlética: ¿Quieres convertir este debate en una discusión sobre esfuerzo contra hedonismo? Pues el placer se encuentra allí donde uno puede convertirse en mejor persona ¿Qué placer se puede encontrar en ser un capullo? Reconozco que un obrero manual de ochenta años que mantiene intacta su mente y su cuerpo gracias al kárate puede llegar a dar una patada en la cara a sus jefes, y eso, efectivamente, puede convertirle en ser mejor persona. El karateka de ochenta años que parte la cara a su jefe de una sola patada lo que está haciendo es recuperar a una velocidad asombrosa su dignidad. Y recuperar la dignidad le hace mejor persona. De la misma manera que le hace mejor persona leer en tebeo autoeditado o bailar desnudo hasta las siete de la mañana en un concierto punk. Le hace ser humano. No hay un retroceso ni de un solo milímetro de su dignidad. Disfrutar de un tebeo, de un concierto punk, pedalear en bicicleta hacia la chica que te gusta,  de  vivir una exposición de Willian Blake, hacer el  pino, leer con plenitud "Noticias de Ninguna Parte" de Willian Morris, acudir a las asambleas de los barrios, exige un esfuerzo, si, pero es placentero. La democracia atlética es hedonista, si, pero un tipo de hedonismo mucho más moderno y sobre todo con más futuro: el placer del esfuerzo. Es un esfuerzo esfuerzo contrario al esfuerzo que ofrece el capitalismo neoliberal. Es cierto que un trabajo aburrido y alienante que acaba deformando el cuerpo y el pensamiento requiere esfuerzo. Y mucho. Es un esfuerzo sin placer. Y solo puede ser realizado mediante la coacción, el miedo a perder un sueldo con el que pagarte el alquiler o las medicinas futuras. Cuando el capitalismo neoliberal habla de esfuerzo lo que está haciendo es una llamada a la destrucción y a la guerra contra las mentes y los cuerpos, cuando habla de placer nadie sabe de lo que está hablando, probablemente esté hablando de miseria

Capitalismo Neoliberal: ¡Menuda chapa tio! En realidad no sé si sabes de lo que estás hablando o si lo que tienes es envidia. ¡Haberte comprado un coche! ¡Te lo pusimos a huevo! Es bueno el esfuerzo, claro, el esfuerzo realista. El esfuerzo de los pies en la tierra, el que existe. Puede ser que algunos no tengan un trabajo maravilloso, pero si son aplicados, pueden disfrutar de la vida de muchísimas maneras. Conocer nuevos territorios viajando en sus vacaciones a destinos ignotos, acostarse con chicas jovencísimas al otro lado del atlántico, adquirir libros que jamás encontrarán en las bibliotecas públicas, vivir en una casa digna mediante un préstamo al futuro, obtener un cuerpo maravilloso digno de ser acariciado y besado. Y eso es placentero, si, y tienes razón querida democracia atlética. Obtener estas cosas requiere esfuerzo.

Democracia Atlética: Vivimos en planetas diferentes

Capitalismo Neoliberal: Si. Yo vivo en la Tierra y tú en la puta Luna

Dominguet: Bueno amiguitos. Se palpa cierta tensión en el ambiente. Propongo hacernos una pajillas para relajarnos y continuar con el debate

( La propuesta se aprueba mediante consenso y los contertulios se masturban un rato para después volver a ocupar sus asientos y continuar con este asombroso debate que se está produciendo en estos momento desde Carabanchel Alto, en un piso sin determinar)

Dominguet: ¿Ya se han masturbado? ¿Se encuentran dispuestos a continuar con este debate sobre los cuerpos? ¿Alguien quiere intervenir?

Lamentablente este debate se interrumpe debido a que el capitalismo neoliberal, en su mejor momento, ha sufrido un infarto. Mientras tanto Dominguet, el refractario moderador de turno, ha comenzado a practicar los principios básicos de la democracia atlética interrelacionandose con el género humano auque sea un poco, conversando sobre el bien y el mal, corriendo  un poco, leyendo un poco, hacciendo públicas un poco las cosas que escribe, comenzando un poco a hablar en alto, cuidando su cuerpo un poco, bailar un poco hasta las siete de la mañana, dando un paso, mirando a los ojos de sus jefes y todos los que se consideran por encima de él, no como si fueran iguales, sino como unos mierdas.










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