domingo, 26 de mayo de 2013

Pequeño mitin en contra de las llaves

Las llaves que cierran puertas

Las llaves que cierran el paso al ser humano

El autor continúa interrogándose sobre el ser humano, sobre su esencia,  y en qué se está convirtiendo. Durante un instante ha podido percibir cómo es el hombre, y ha tenido miedo. El hombre ya no existe. Ahora es una llave.

Cada hombre y cada mujer es una llave. La herramienta que nos permitía acceder a nuestra vivienda ahora se encuentra por doquier. Mis sospechas crecieron cuando el mano de manojo de llaves que llevo siempre conmigo comenzó a aumentar de manera considerable: una llave para el piso, una llave para el portal, una llave para el recinto del bloque de viviendas, una llave para el buzón, una llave para el candado de la bicicleta, una llave para el trastero, una llave para una cochera de un coche inexistente, una llave de la taquilla del trabajo. Su peso es considerable y aumenta a diario y adopta múltiples formas a los largo del día: una llave con forma de billete de metro para acceder al transporte público, un contrato laboral para acceder a un trabajo, una oposición para acceder a un empleo público, un título para acceder a otros  estudios, una clave para acceder al dinero de la cuenta corriente, otra clave y mil claves más para acceder al correo electrónico o a este mismo periodiquito. El mismo dinero es una llave, la llave que nos abre la puerta de los objetos o del estatus, que nos permite calefacción en invierno, agua corriente o luz al caer la noche. Nos vestimos de llave cuando salimos de casa para poder acceder a nuestro circulo social, nuestra palabra se convierte en llave que nos permite abrir la puerta de otras personas, y la misma voz nos cierra las puertas de las personas, nuestra ropa nos impide acceder a determinados grupos sociales, la falta de dinero nos deja fuera del circulo de los objetos y las cosas, de los lugares. Nos hace pasar frío. Nos encontramos la puerta cerrada en ausencia de títulos, diplomas, licenciaturas. Las llaves no solo abren puertas, sino que las cierran. El cometido mismo de la llave no es tanto poder pasar sino impedir que otros pasen. Documentos que abren puertas, pasaportes que cierran puertas. Y este proceso, esta carrera loca no cesa, se multiplica. Nos estamos convirtiendo en llaves a un ritmo vertiginoso. Llaves para abrir y cerrar la puerta a otro, al conocimiento, a los cuerpos, a las ternuras. Están instalando puertas al campo, cerraduras para acceder a la salud e impedir que los otros puedan abrir la puerta de los cuidados. Quieren poner llaves a los parques, a las plazas, a los barrios, a los asientos, a las sombras en verano. Quieren que nuestro pensamiento adopte la misma lógica de la llave. Un pensamiento que impida el paso al mundo sin llaves.

   



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