domingo, 9 de junio de 2013

Apuntes sobre la construcción de una cabeza transparente

Además de los niños, que podrían guardar el secreto hasta los 16 años, día en el que se les regalaría una cabeza trasparente, quizá también se les debería mantener su original cabeza a los vulcanianos y al resto de animales no humanos.


Una cabeza transparente

Sueño todos los días con la posibilidad de no haber vivido en vano, con dejar tras de mi algo que pueda servir a todos y nos permita mejorar en las relaciones interpersonales y la convivencia. Que el mundo tras mi muerte pudiera ser mejor que antes de mi irrupción en la escena de la vida. Mi pequeña aportación a la humanidad será una cabeza. Una cabeza transparente.

La mentira y la ocultación son muy practicas. Mediante la mentira y la ocultación podemos conseguir algunas ventajas respecto a los otros y llevar una vida más tranquila y placentera, incluso algunos beneficios económicos. Sin embargo, este invento tan práctico se ha encontrado con sus propios límites, y ya solo ofrece a la humanidad más perjuicios que beneficios. Así que me he puesto a trabajar, en mi pequeño laboratorio de Carabanchel Alto, en la construcción de una cabeza trasparente que permita a los demás conocer a tiempo real nuestras intenciones. Durante un primer estadio esta cabeza  funcionará mediante un complejo sistema de colores. Cualquiera podrá saber si uno se encuentra triste, alegre o enojado, porque su cabeza irá cambiando de color. De la misma manera uno podrá conocer si el otro está desilusionado, enamorado, o siente odio hacia nuestra persona, permitiéndonos un acercamiento o una huida antes de que sea demasiado tarde. Pero la cabeza transparente tiene que ir más allá, no vale solo con parecer un semáforo.  Conocer las emociones de los que nos rodean está muy bien, pero queremos más, es decir; conocer el secreto. Ustedes dirán que esto es una intromisión en la intimidad, tanto individual como colectiva. Pero yo no estoy hablando de pisos trasparentes, sino de cabezas trasparentes. Por un lado, es cierto, que si el poder conoce nuestros verdaderos pensamientos, podría actuar contra nosotros mucho antes de que, por ejemplo, decidiéramos entrar en un piso vacío dando una patada a la puerta en vez de pasar la noche con frío y expuestos en un banco del parque. Eso es verdad, y parece que al poder mismo le interesaría más que a nadie mi propuesta de una cabeza trasparente. Por eso propongo ir instalando paulatinamente cabezas trasparentes de arriba a abajo. Me explico: aquellos que tuviesen más poder acumulado, ya sea poder político, económico, espiritual o de influencia social, serían los primeros que obtendrían su cabeza trasparente. Los últimos, después de un proceso que se prolongaría en el tiempo decenas de años, serían los niños, que no solo no tiene acumulado ningún poder, sino que además, todavía no han perfeccionado con sutileza la estrategia de la mentira.  Hasta aquí es todo perfecto, ¿pero como podríamos poner una cabeza trasparente a un alto ejecutivo de una multinacional, o a la de un sofista antes de que iniciara un discurso con el que trataría de convencernos para aceptar algo que atentara contra lo más bello de la existencia? En otra esfera, durante un breve encuentro con nuestro jefe en el que nos dijera"hola", ese "hola", podría ser reconocido por nosotros como aquello que significa, es decir, por "te voy a despedir o rebajar el sueldo". La mentira y la ocultación traen ventajas, pero la verdad también nos permiten reconocer con más facilidad el mundo en el que vivimos. Pero conocer la verdad no tiene porque convertirse en una lucha. Igual que las palabras de los otros nos cambian, la verdad nos trasforma. Como queremos ser intensamente ser amados, cada cual tratará de que sus pensamientos sean los más aceptablemente queridos por aquellos con los que nos apetece estar. Las cabezas trasparentes no tienen porque ser la vanguardia de una sociedad distópica, sino el inicio de una sociedad abierta, donde habrá desaparecido la desconfianza. Entonces, podría ocurrir que en vez de proponer ante el legislativo una nueva ley denominada "Ley de armonización inmobiliaria" esta pasaría a llamarse "Ley para pasar la noche con frío en las calles", y probablemente jamás fuera aceptada. Quizá nadie volvería a dar patadas a las puertas, pero no tanto porque conociéramos su secreto, sino porque porque ya no habría nadie durmiendo en las calles.




1 comentario:

Dominguet dijo...

Tranquilos, estoy pensando en reelaborar mi propuesta, e instalar solo cabezas trasparente a aquellos poseedores de rentas superiores a los cien mil euros anuales

 
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