viernes, 13 de marzo de 2015

Volver a 1995

Mirando al pasado o al futuro, creo que siempre se me olvida quitar la tapa que protege las lentes


Vuelta a 1995

En el primer referéndum del mundo sobre los viajes en el tiempo, se decidirá sobre si retroceder al pasado o permanecer en el presente. Se celebrará en Mandril este año. Nadie lo sabe todavía, pero finalmente el plebiscito se suspenderá, y será sustituido por un decreto-ley. Sobre el futuro no se ha hablado nada, parece que no exista. Nos dirigimos al pasado.

¿Por qué 1995? Mucha gente preferiría regresar al siglo XIX, o incluso a la edad media, pero la técnica no está lo suficientemente desarrollada. Al parecer solo podemos retroceder en el tiempo veinte años.

El descubrimiento de los viajes al pasado llegó por casualidad, accidentalmente, y nunca mejor dicho. Ocurrió durante una competición de coches de carreras. Uno de los bólidos perdió el control, estrellándose contra un enorme muro de hormigón. El piloto, un tal Fernando Alonso, perdió el conocimiento, y al despertar fue sometido a un breve interrogatorio protocolario de tan solo tres preguntas, aunque aquel día se hicieron cuatro. Esto es lo que quedó registrado:

Médico: ¿Cómo te llamas?

Fernando Alonso: ¿Yo? Fernando... Fernando Alonso.

Médico: ¿A qué te dedicas?

Fernando Alonso: Conduzco karts.

Médico: ¿Cual es tu sueño?

Fernando Alonso: Me gustaría ser algún día piloto de Formula1

Médico: ¿Me puedes decir en que año estamos?

Fernando Alonso: Esa es fácil. Nos encontramos en la primavera de 1995, ¿o es invierno?

El viaje al pasado de Fernando Alonso sorprendió a todos. Viajar en el tiempo era posible, así que los primeros experimentos con monos y ratones no tardaron en llegar. Las primeras cobayas que viajaron al pasado murieron,  y las que sobrevivieron, les resultaba muy complicado explicar de forma comprensible su experiencia. Más tarde algunos voluntarios se desplazaron a 1995, principalmente hijos de los restos de la clase obrera, empujados por la necesidad. 

En 2015 se anunció por televisión algo que cada vez más gente temía: el futuro había dejado de existir. El gobierno del gran Mandril prometió que nunca más nos abandonaría. Iríamos juntos al pasado por decreto ley, después de que las encuestas arrojaran sorprendentes resultados que hacían imposible un plesbiscito.

La noticia del inminente salto colectivo al pasado me devolvió algunos recuerdos y pensamientos, ¿era mejor 1995 que ahora? No lo recuerdo bien, el pasado se desenfoca. Creo que entonces tenía novia, dibujaba tebeos y hacía fanzines a mano; quería ser fotógrafo de la agencia Magnun. Por lo demás, estoy cada vez más seguro de que había más gente viva. Creo que el camino emprendido entre 1995 y 2015, ha sido una ruta repleta de pérdidas, un camino cada vez más enfangado, pegajoso. Un lugar donde al final ya no es posible caminar, donde cada vez cuesta más respirar, y mientras tanto el tiempo ha ido desapareciendo. Me inquieta que nadie hable de ello, que no salga en la primera página de los diarios, todos guardan silencio. El tiempo está desapareciendo y nadie dice nada, nadie hace nada. ¿Es posible que el tiempo sea la prueba de lo existente? Allí donde hay tiempo, se existe. No hay tiempo en lo que ha desaparecido.

En cualquier momento nos desplazaremos a 1995. Hace falta una gran conmoción. Un fuerte impacto y abriremos los ojos en el pasado. Esperar a un nuevo impacto, otra gran conmoción, y retrocederemos veinte años más. El presente es estrecho, de eso no hay duda. El viaje al pasado un camino sin tierra bajo los pies.






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