Imaginen un ajedrez gigante cuyas piezas solo se pudieran mover con descomunales gruas. Imaginen brigadas de limpieza que pasan día y noche la fregona sobre el tablero. ¿Quién dirigiría la partida? ¿Quién diseñaría las piezas de cien metros de alto? ¿Podría ocurrir que esta mierda de tablaro gigante legitimara todo el modelo educativo?
Tebeo Gigante
Todo proyecto gigantista es sospechoso a los ojos de Dominguet. Encierran demasiadas cosas; especialización, jerarquias y imbecilidad. ¿Para qué ostias Dominguet construirá un tebeo gigante?
Es cierto que lo macro genera cierta fascinación. Siempre recibe algún aplauso, como ese proyecto delirante y alocado de construir un generador eolico del tamaño del Pirulí-Torre España. Si un estado-empresa proyecta la construcción de un edificio lunar, se asegura la eliminación de la competencia, ¿cuantos campesinos del extrarradio mandrileño con acento boliviano construirán ellos mismos una casita de adobe en la Luna?. Las ventajas de un tamaño descomunal elimina las desventajas de tener que decir algo. El tamaño lo dice todo. Vale. El tebeo de Dominguet no podrá dormir sobre ninguna estanteria. Había pensado recorrer las plazas con el tebeo y desplazar las gigantescas páginas con gran esfuerzo, y con algo de suerte se arremolinarían algunos despistados alrededor del tebeo. Allí se encontraría todo. La llegada de 2022, por ejemplo. Lamentablemente Dominguet no puede llevar el tebeo bajo el brazo, y no sabe conducir camiones de gran tonelaje.
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