sábado, 9 de julio de 2011

Mandril se cierra al tráfico

 En los parques, los mercados y las plazas, se suceden las clases populares

Fin del automóvil en Mandril

La muralla de fuego que impedía el paso de bicicletas, peatones y burritos a la ciudad ha sido apagada

Después del suicidio del alcalde tras la quiebra de Mandril se han tomado algunas pequeñas medidas que resultaban imprescindible para la viabilidad de la gran ciudad, como el cierre al tráfico de vehículos a motor en todo el perímetro de la ciudad y la expulsión de los automóviles. Esta medida, entre las más avanzadas de las ciudades en transición al  mundo postfosilista, ha permitido un evidente ahorro energético. Así, la ciudad se ha vuelto más productiva, los trabajadores pueden por fin dormir con las ventanas abiertas en verano sin sobresaltarse de madrugada por el ruido de los coches, se encuentran más descansados y hay menos accidentes laborales e ingresos psiquiátricos. El número de atropellos mortales ha sido reducido en su totalidad así como los tratamientos médicos relacionados con enfermedades respiratorias. Para facilitar las cosas se ha elaborado un programa de permutas de pisos y trabajos, es decir; un mandrileño que trabajaba en el sur y vivía en el norte ahora puede permutar su empleo por otro empleo cerca de su casita, o si lo prefiere, permutar su casita próxima a su empleo. Todas las azoteas de la ciudad que equivalen a cientos de miles hectareas han comenzado a ser cultivadas y se han unido entre si mediante pasarelas. Un mandrileño puede atravesar Mandril de punta a punta sin pisar el suelo. Se estima que tras la próxima cosecha Mandril producirá fruta y verdura para cubrir sus necesidades en su totalidad. 

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