sábado, 6 de abril de 2013

¡Tengo un encargo para usted!


¡Tengo un encargo para usted!

Dominguet se encuentra en su piso, pero no puede salir. Trata de abrir la puerta que da a la calle, pero no se abre.  La golpea. Rebusca en los cajones, en el bolsillo. En ese preciso instante, suena el teléfono.

Dominguet: ¿Diga?


En ese momento, al otro extremo del escenario aparece una sombra. No podemos ver con claridad su rostro, tan solo su silueta, pues se encuentra iluminada a contraluz. Al principio la conversación parece que se establece telefónicamente, después,  dialogan directamente sobre el escenario, de forma abierta, cara a cara

Sombra: ¡Tengo un encargo para usted!

Dominguet: ¿Qué? ¿Qué dice? ¿Quién es usted? 

Sombra: (...)

Dominguet: ¿Con quién estoy hablando?

Sombra: No le estaba escuchando

Dominguet: Le pregunto quién es usted

Sombra: Prefiero no decirle mi nombre

Dominguet: ¿Pero qué quiere de mi?

Sombra: Tiene usted que ganar dinero

Dominguet: ¿Cómo?

Sombra: ¿Acaso no quiere salir del piso?

Dominguet: Si, y no puedo. He quedado con una chica y la puerta no se abre

Sombra: ¿Ha probado a echar unas monedas en la ranura de la puerta?

Dominguet: Lo haría si las tuviera

Sombra: Entonces necesita algo más de dinero

Dominguet: Vale...¿y?

Sombra: Necesita trabajar

Dominguet: Ya tengo un trabajo

Sombra: Otro trabajo más

Dominguet: ¿Otro trabajo? 

Sombra: Si, otro trabajo para poder salir de casa

Dominguet: Pero entonces...si tengo dos trabajos...solo podré salir de casa para ir a trabajar.  ¿Y mi tiempo libre? ¿En qué momento sino podré continuar escribiendo los artículos para este periódico? ¿Cuando acabaré el tebeo? ¿Cuando podré ir a la biblioteca, con las chicas que me gustan, con los amigos o mi madre? ¿Cuando podré salir a las calles? 

Sombra: (...)

Dominguet: Eh...¿Cuando?

Sombra: No te estaba escuchando. ¿De qué te estaba hablando? Ah, sí, decía que necesitas más dinero

Dominguet: Ah...primero me bajan el sueldo. Y después me ofrecen otro trabajo con un sueldo ridículo, e inmediatamente toda acción se paraliza y dejo de existir..

Sombra: Para existir necesitas más dinero

Dominguet: Pero sin tiempo...¿cuando podré hacer uso de los valores democráticos, de la palabra y la compañía...?

Sombra: (...)

Dominguet: ¿Cuando?

Sombra: Perdona, no te estaba escuchando. Lo que necesitas es más dinero

Dominguet: (...)

Sombra: Decía que lo que necesitas es otro trabajo

Dominguet: Perdona...no te estaba escuchando


El escenario se va oscureciendo hasta quedar completamente a oscuras. En ese momento se escucha un grito. Un grito espeluznante. En un instante, en lo que dura un flash, aparece Dominguet acuchillando a la sombra. 

Ahora la penumbra va cediendo de nuevo a la luz.  En el escenario encontramos a la Sombra caída en el suelo, a los pies de Dominguet, que tiene en la mano un cuchillo de grandes proporciones que deja caer al suelo.


Dominguet: ¡No tiene sangre! 

En ese momento, alguien habla entre el público. Es el Autor, que se encuentra sentado en el patio de butacas, y que ahora se incorpora a la escena.

Autor: No, no tiene sangre. La sombra ha muerto y nadie lamentará su muerte, pero Dominguet sigue sin poder salir de casa. Continúa sin dinero,  y la factura de la calefacción ha vuelto a subir mientras su salario sigue disminuyendo ¡Sin duda es porque no tiene esto! (El Autor agita un panfleto a lo alto) Son "Las 101 cosas que aprendí en la escuela de la vida" una guía básica para desarrollar la creatividad, vivir con pocos recursos, establecer lazos, crear redes de solidaridad, tener tiempo, y poder abrir, si, esa puerta...

Suena el timbre. Alguien llama dando golpes. Dominguet, que se encontraba paralizado ante el cuerpo de la Sombra, se dirige a la puerta, y para su sorpresa, ésta se abre. En su umbral hay una chica.

La chica: Te estaba llamando....

Dominguet: La puerta no se abría...

La chica y Dominguet se funden en un abrazo. 

Las luces se apagan. Esta vez sí.


Se baja el telón.



(Cuando el público se levanta para irse, y a la salida, El Autor, La Chica, La Sombra y Dominguet, se encuentran en la puerta repartiendo a la gente las "101 cosas que aprendí en la escuela de la vida". Es cierto que este panfleto todavía no existe, que todavía no ha sido escrito por nadie, pero pronto alguien lo hará. Las circunstancias lo exigen)



















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