martes, 2 de diciembre de 2014

Transición hacia un rey invisible

Posible prototipo de rey . El uniforme de milico es optativo

Transición hacia un rey invisible


Tras la decapitación de la familia real -sin querer, eso si-. Los mandrileños sentimos extrañeza. Estamos vacíos. Hemos perdido toda una colección de personajes con los que hacer mofas y chistes; y ahora la vida es mucho más aburrida.


Desde que la cabeza del rey cayó, la vida es mucho más aburrida. Todo el mundo prestó atención al cuerpo del rey, olvidando que su cabeza rodaba calle abajo, sin control. Desapareció. Cuando la encontraron fue demasiado tarde: un célebre desconocido, por hacer la gracia, la jibarizó. Una cabeza reducida e insignificante que solo podía contemplarse bajo un potente microscopio. Nos reimos, si, pero no está bien reírse de un hombre decapitado. Lo confieso; perdimos la cabeza. 

La vida sin rey es muy triste. Queremos reírnos, pero ya nada nos hace gracia. La vida está empezando a perder el sentido. Aumentan las visitas a los centros de salud mental y desciende la productividad. La curva desciende. Necesitamos un referéndum. La vuelta de la monarquía. El pueblo hablará y votará "Sí".

Cuando hay voluntad política la acción es inmediata. La presentación pública del nuevo rey creó grandes expectativas, y cuando el presidente corrió la cortina inaugural la sorpresa fue mayúscula. El nuevo rey era invisible. Un rey invisible tiene muchas posibilidades para la comedia, los chistes y las gracietas de sobremesa. Podemos decir que por primera vez en la historia tenemos un rey donde prima la transparencia. 

Tenemos un rey invisible, y hasta donde  llegan mis luces, los hombres invisibles carecen de ADN. Sin ADN  es imposible multiplicarse. La pregunta es si un rey sin ADN podría considerarse vida. Todavía hay controversia científica al respecto. El único problema de tener un rey sin ADN es que precise de alguien donde alojarse y replicarse, y eso ya no es tan divertido. Sea vida o no, nuestro rey es invisible. De aire, etéreo, como sus cuerdas vocales, que le impiden verbalizar su tradicional mensaje navideño. Un rey de aire no puede condecorarse ni inyectarse dronga intravenosa. Si se pincha, se desinfla.




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