miércoles, 27 de mayo de 2015

Mis problemas con la gravedad


La gravedad se desvanece


Mis problemas con la gravedad

(Bruno está en su piso, inquieto, nervioso. Da vueltas de un lado para otro en el  salón. Alguien llama a la puerta, es Marta).

Marta: Ay, perdona, no he podido llegar antes. Llevo en la parada del autobús, ni se cuanto el tiempo... Ya sabes, hasta ese punto en el que no sabes qué hacer. Estaba segura de que si me iba, el autobús aparecería inmediatamente. Si esperaba, seguro que jamás llegaba....

Bruno: Marta... qué me importa a mí el autobús...

Marta: Al final el autobús no llegó.

Bruno: ¿Podrías olvidarte del autobús?.

Marta: ¿Qué te ocurre? Tienes mala cara, ¿estás enfermo?.

Bruno: Me estoy volviendo loco.

Marta: ¿Ah, si? Eso es peor que la gripe, ¿no?

Bruno: Te hablo en serio, tengo alucinaciones...

Marta: ¿Alucinaciones?

Bruno: ¡Los objetos flotan!

Marta: ¿Qué?

Bruno: De repente se ponen a flotar...

Marta: ¿A flotar?

Bruno: A flotar... Unos sí, y otros no...

Marta: Deberías salir más a la calle, relajarte, mirar al horizonte. ¿Hace cuando no miras las nubes?

Bruno: ¿Las nubes?

Marta: Ven, vamos a la ventana (se dirigen a la ventana) Coge aire, mira las nubes, ¿qué ves?

Bruno: Veo, veo... Un autobús.

Marta: ¿Un autobús?

Bruno: El 155. ¿Ese es el autobús que coges a venir a mi casa?.

Marta: (Asomada a la ventana) ¡Mira! ¡Está allí! ¡Flota!

Bruno: Ahora ya entiendo porqué tardaba en llegar el autobús...

Marta: ¿Tú lo entiendes?, porque yo no entiendo nada de lo que está pasando.

Bruno: Al menos no estoy loco, ¿no? No estoy loco, ¿verdad?

Marta: ¿Qué está pasando aquí?

Bruno: No estoy loco, ¿no? (Señalando a la gente en la calle) Mira abajo, ellos también se han dado cuenta.

Marta: Si, la gente parece alarmada...

Bruno: Ver volar un autobús no es corriente, ¿no?

Marta: ¿Desde cuando ves flotar objetos?

Bruno: Desde hace muchos años...

Marta: ¿Desde cuándo?

Bruno: Desde siempre...

Marta: ¿Y nunca me has dicho nada?

Bruno: ¿Qué podía decirte? Nunca me hubieras creído...  Eran pocos los objetos que flotaban, y yo pensaba que era algo pasajero, esporádico, pero en los últimos años, el número de objetos flotantes ha crecido exponencialmente. El colmo fue la televisión; comenzó a flotar ayer.

Marta: ¿Tienes alguna explicación?

Bruno: Tengo mi propia teoría...

Marta: ¿Cual?

Bruno: Preferiría no contártela.

Marta: ¡Venga, tío!

Bruno: Me tomarías por loco

Marta: Ya lo estás, ¿me lo cuentas?

Bruno: Es la gravedad.

Marta: ¿Cómo?

Bruno: Es la gravedad que actúa de forma selectiva...

Marta: ¡Estás loco!

Bruno: ¿Lo ves?

Marta: Estás loco, la gravedad no puede funcionar selectivamente. Eso es imposible.

Bruno: Será imposible, pero está sucediendo. Por lo que sé, una vez que los objetos comienzan a flotar no vuelven a tomar tierra...

Marta: ¿Nunca?

(Bruno calla)

Marta: No. No me digas que...

Bruno: Si... Un objeto flotante no supone ningún problema, pero superado un número, un umbral, son peligrosísimos... ¿Te imaginas pasar el día en el salón esquivando figurillas kitch, siempre a punto de golpearte, flotando en el salón?

Marta: Ja ja ja

Bruno: ¿De qué te ríes?

Marta: Qué gracioso eres, Bruno. Debe ser la imaginación....

Bruno: ¿Qué quieres decir?

Marta: Debe es muy entretenido tener imaginación... Puedes inventarse historias, hacer chistes, pero llegado a un punto, uno acaba volviéndose loco....

Bruno: ¿Te parece divertido tener la cabeza escayolada? ¿Te parece gracioso que un gato de porcelana impacte sobre mi cráneo?

Marta: Bueno, ¿y donde están todos esos objetos y figurillas kitch flotantes?

Bruno: En esa habitación, pero es mejor que no los veas...

Marta: (Abriendo la puerta de la habitación de los objetos flotantes? ¿Por qué no puedo verlos?

(Marta abre la puerta de la habitación, y de esta sale un tomo de la enciclopedia  flotando).

Bruno: ¿Qué has hecho?

Marta: ¿Qué he hecho?

(Bruno cierra la puerta, colocando un mueble tras ella).

Bruno: ¿No lo ves? Has dejado escapar a la enciclopedia.

(Coge un cazamariposas, y trata de atrapar a la enciclopedia, que da varias vueltas por la habitación hasta que escapa por la ventana).

Bruno: Adiós al saber....

Marta: ¿Volverá?

Bruno: Nunca vuelve.

Marta: No sabía que era tan importante para ti...

Bruno: Era mi libro de cabecera, mi lectura favorita.... Y ahora se aleja, inexorablemente.

Marta: ¿Tu lectura favorita?

Bruno: Era una enciclopedia muy especial, cuando buscaba la palabra "Amor", me dirigía hacia "Marta".

Marta: ¿No quieres seguir hablándome de tu teoría sobre la gravedad?

Bruno: El amor es un asunto muy grave...

Marta: Depende. Si comparamos el amor con un autobús flotante, es casi ridículo...

Bruno: ¿El autobús?

Marta: El amor.

Bruno: Me parece más importante el amor.

Marta: ¿Y el autobús, no? Yo todavía estoy asombrada. Poder flotar libremente, es sencillamente maravilloso.

Bruno: Yo sin embargo soy un firme partidario de la gravedad.

Marta: ¡Partidario de la gravedad! (rie) Jamás escuche una parida semejante.

Bruno: Y sin embargo lo soy. La gravedad es esencialmente democrática, afecta a todos, y nadie puede escapar a ella. No discrimina a nadie, ni a ricos ni a pobres; no establece distinciones de género, ni de cociente intelectual, ni de estilo; trata igual a los seres humanos que al plancton...A no ser que seas astronauta, claro.

Marta: Pero flotar mola. Si lo piensas bien, la gravedad impide la libre flotación...

Bruno: Probablemente, pero es mejor que eso se lo digas a los pasajeros del autobús, que a estas horas deben estar más allá de la troposfera, cianóticos,  fríos, y algo callados... En realidad la libre flotación es una amenaza al derecho al paseo. Imagínate en el parque, y de repente acabas enredada en la copa de un árbol.

Marta: Vamos, que no te mola flotar...

Bruno: Me gusta salir de paseo sin miedo a acabar orbitando alrededor de la Luna.

Marta: ¿Tienes miedo a flotar?

Bruno: No, de lo que tengo miedo es que alguien accione la palanca de la gravedad selectiva cuando yo enferme, y el  hospital comience a flotar. O que el hospital permanezca pero las gentes floten y no puedan acceder a él.

Marta: Tampoco sería un gran problema...

Bruno: ¿A qué te refieres?

Marta: Si tienes las botas, nada puede pasar...

Bruno: ¿Qué botas?

Marta: Las botas magnéticas o adherentes. Las anuncian en televisión.

Bruno: Ahá. Qué casualidad....

Marta: ¿No estarás insinuando que hay una conspiración de vendedores de calzado magnético para acabar con la gravedad y vender su calzado?

Bruno: (Se mantiene en silencio).

Marta: ¿No dices nada?

Bruno: Es que estoy flipando...

Marta: ¿Flipas?

Bruno: Has crecido. Hace un rato yo era más alto...

Marta: Eso o...

Bruno: Eso o estás flotando...

Marta: ¡Ups! ¡Sí! ¡Floto!

Bruno: ¿Y qué se siente!

Marta: Nada, sencillamente nada...

Bruno: ¿Vas a pasarte el día flotando?

(Marta se va deslizando lentamente por la habitación. Una pequeña corriente la hace abandonar el piso por la ventana).

Marta: ¡Bruno!

Bruno: (Tratando de atraparla con el cazamariposas) ¡No llego! ¡Trata de agarrar el cazamariposas!

Marta: Es imposible, la corriente me arrastra...

Bruno: ¡Las botas magnéticas! ¡Lo que te hace falta son unas botas adherentes!

Marta: Nunca las compré, el precio de las botas era del todo inceptable...

Bruno: ¡Marta!

(Marta desaparece en la atmósfera, perdiéndose en el firmamento)








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