miércoles, 6 de mayo de 2015

Pensar y pasear se parecen demasiado


Me pregunto cuando empecé a odiarme

Un escrito pensado durante el paseo

En algún momento de nuestras vidas todos hemos sido paseantes o algo parecido, aunque sea en trayectos breves, caminado hacia el automóvil. 

¿Será qué nos odiamos?, sino, ¿por qué  la ciudad, los pueblos y los campos, están pensados contra el paseante? Todos somos paseantes y sin embargo todo está en contra del paseo, ¿a qué viene tanto desprecio? 

Me pregunto cuando empecé a odiarme, ¿o simplemente es que me odian? Durante el paseo gasto poco, ¿es por eso? Los comerciantes apenas caminan, pasan el día estabulados, sin moverse del interior de sus establecimientos. Miro a través del escaparate y les veo; no tienen tiempo para pasear, les parece una pérdida de tiempo. No es casual que los comerciantes abran el día de la huelga general.  Durante el paseo descubro el rostro de los otros, puedo escuchar su aliento, ¿es por eso por lo que no encuentro a los poderosos paseando junto a mí? Estarán caminando en una cinta para correr en un gimnasio. ¿Por qué ese desprecio al paseo? Quizá exista una antigua relación de paseo y pobreza y sin embargo, pocos somos lo suficientemente ricos para pasear. Actualmente el paseo se ha convertido en un lujo.

Los paseódromos son una farsa, los parques también. Reconozco que me gustan, pero apenas sirven para pasear. Reductos donde camino dando vueltas y vueltas, sin sentido, como un loco, ¿no es eso lo que se hace en las prisiones y los manicomios? No se trata solo de andar, sino de pasear. Si tan solo quisiera caminar  me bastaría la rueda que los hámsters tienen en sus jaulas. Cuando paseo en la ciudad se abren alternativas a cada paso. La expectación es permanente, es como si estuviera a punto de ocurrir siempre algo.

Un encuentro fortuito, encontrarme con alguien que me gusta y caminar a su lado, sintiendo como vibra todo mi cuerpo. Pasear sin rumbo y a la deriva, siento como si a cada instante me hiciera más inteligente. Me permito el placer ensoñar. Sé que no necesito ir en avión durante mis vacaciones programadas a un mundo distante para descubrir la aventura y estimularme, la experiencia se encuentra en la calle de al lado, a tan solo un paso.

Pasear no es fácil, yo todavía no sé. Enseguida caigo atrapado por grandes atractores; grandes avenidas por donde miriadas de hombres y mujeres son arrastrados. Percibo que no sé pasear, que hay algo que delata mis movimientos, y sin embargo está ocurriendo, me miro en el reflejo de los escaparates y me empiezo a gustar. Aun así, carezco de la experiencia del gran paseante, pues todavía no he roto uno de los grandes tabúes urbanos. Continúo sin hablar con otros paseantes. Si lo hiciera, el asombro sería mayúsculo, tanto para el interlocutor como para mí.

Pasear no es fácil, no. Pasear no tiene límites, y sin embargo, me cuesta perderme más allá de la ciudad. Enormes anillos que circunvalan el gran Mandril, cortan mi paso e impiden el paseo. Pasear no es fácil, las calles están plagadas de terrazas, y aunque me gustan, también siento la necesidad de volcarlas, de arrojar fuera de la acera, a la calzada, las mesas y las sillas, ante la mirada atónita de conductores y clientes. Los automóviles siguen siendo los grandes enemigos de los paseantes, el camino y las sendas han sido destruidas y se nos ha expulsado a los márgenes. No hay bancos en las calles, cuando debería haber uno cada pocos metros, tampoco hay fuentes, ¿por qué debería haberlas si no hay paseantes?, ¿por qué debería haberlas si se odia a los paseantes? A los que se ama se les calma la sed, y se les entrega la sombra de los árboles y bancos para el descanso. Se odia el paseo, de la misma manera que se odia el pensar, ¿se han dado cuenta que pasear y pensar suenan demasiado parecido? El ruido es el gran invento para evitar que paseemos y pensemos. Me gusta pensar durante el paseo, ensoñar, pero es muy difícil con tanto ruido y tan constante. Surge espontáneamente el pensamiento y la fantasía durante el paseo, pero se interrumpe continuamente, ¿o es que se trata de que no pensemos? Entonces toda esta inquina contra el paseo, ¿no será una guerra oculta contra el pensamiento y la fantasía? ¿Será por eso que los enemigos del pensamiento siempre vuelven? ¿Volverá Esperanza Aguirre al gran Mandril?








No hay comentarios:

 
Free counter and web stats