Dominguet tratando de estropear la mesa de control del desastre nuclear
¡Mandrileños, no tengais miedo, todavía hay esperanza!
A pesar de la tormentosa lluvia de misiles termonucleares de bolsillo que dia y noche caen sobre Mandril, todavía hay esperanza.
Los micromisiles termonucleares caen sobre Mandril y explotan sobre las cabezas. Las gentes se despeinan. Dominguet tiene esperanza. Sabe que la esperanza es de un tamaño pequeñito. Demasiado pequeño. No importa. Al ser viernes la esperanza se infla. La esperanza es como los monos de mar. Se mantienen inactivos durante años, imperceptibles a simple vista en microhuevos, y cuando se espolvorean estos sobre el agua comienzan a eclosionar. Este hecho debería ser sorprendente, pero no lo es. Uno espera algo más, pero no sucede. Nada se ve si no es mediante una potente lupa. Finalmente los monos de mar acaban arrojados al desagüe. Uno tiene la esperanza de que vivirán en un mundo mejor.
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