El palacio presidencial de Mandril envuelto en plásticos por un joven artista urbano. La presidenta de Mandril; Esperanza Aguirre, ha demostrado una vez más que es capaz de vivir sin respirar.
Ahorro mundial en vias de fracaso
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Dominguet estaba escribiendo una historia de lo macrogigantesco. Por otra parte sabe que lo macrogigantesco contiene la semilla de infinitamente pequeño. Así que se ha decidido a escribir una historia de los megapequeño, que posee un futuro prometedor.
Los grandes artitistas realizan grandes obras; esto es un hecho. Dominguet siempre recurre a Christo, al que recuerda envolviendo en papel de regalo una isla o algún descomunal edificio en Mandril, pero al parecer no envuelve una manzana, ni tan siquiera un fruto seco. Qué ocurre, ¿nadie es capaz de envolver una avellana y elevarla a categoría de arte? La gran ventaja del arte gigantista es paradojicamente su caracter democrático: con un lienzo lo suficientemente descomunal cualquiera puede pasar a la historia o al menos, conseguir unas lineas en el libro de los records. Ahora que Dominguet está decidido a investigar en lo pequeñito, tiene algunas dudas, ¿en que escala debería parar? Una obra de arte muy pequeñita podría ser descomunal, y al ser descomunal volvemos al principio: una obra descomunal solo puede ser hecha por una artista descomunal; y no hay nada más democrático que lo descomunal; con un buen equipo de físicos cuánticos a su alrededor cualquiera podría crear gigantescas obras infinitesimales.
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