Instantanea de Dominguet el dia en que finalmente abandonó todo pensamiento crítico. Observen lo bién que se ajusta el sillón a su cuerpecito de friegaplatos
Huelga Ficción
Tras el fracaso de la huelga general del 29 de septiembre de 2010 las huelgas pasaron a ser un género literario más. La llamaron "Huelga Ficción". Hay que reconocer que no se comieron demasiado la cabeza.
Es cierto que en la actualidad, es decir, más allá de 2010, las huelgas han sido erradicadas, como profetizó el coordinador de Economía del Partido Popular dias antes de la que sería la última huelga general; la huelga general del 29 de septiembre. Así, las huelgas han pasado a convertirse en una herramienta artística más. En el terreno de la literatura la "Huelga Ficción" ha tenido cierto seguimiento entre clases medias avisadas y progresistas, cayendo en desgracia entre los proletas, que jamás leen. Asombrosamente y contra todo pronóstico no fué necesario ilegalizar las huelgas ni detener a miles de activistas, simplemente la gente dejó de defenderse. Algunos estudios determinan que numerosos padres de familia tuvieron que elegir entre los 50 euros que les descontarían de la nómina por hacer huelga general, una cada diez años, o jubilarse a los 67 ó los 70 años. Prefirieron que sus hijos no tuvieran futuro. Ahora es más fácil abrir el cajón y sacar una nueva reforma que permita el escupitajo a esas cosas que se parecen a los trabajadores. Por otra parte en alguna parte de Mandril un friegaplatos trata de completar una ecuación "Cuanto más se celebra el fútbol menos se secunda una huelga" dice. No recibirá el Premio Nobel. El fenómeno por el que las clases medias y los proletas se han ido transformando en peleles se denomima peleleización. El redactor de este artículo no tiene ningún diccionario a mano para asegurarse de lo que es un pelele. Da igual, seguro que es algo facilmente apaleable. Pero un gran Mandril efervescente de peleles podría percipitarse hacia la incertidumbre. La caida reiterada de las cosechas de cebada acabará por elevar el precio de la cerveza, y más tarde por racionarla. Un Mandril de borrachines, beodos y achispados no permitirá nunca que su nevera este falta de su monodosis alcohólica. Llegado a este punto se molestarian algo y quizá asaltaran cuarteles al grito de "¡Cerveza!". Una vez que el pensamiento crítico se extinga y la peleleización se haya distribuido uniforme por todo Mandril para más tarde descontrolarse en su busqueda de cerveza, es probable, muy probable, que una vez llegado a ese punto nadie se encuentre a salvo, y cuando decimos nadie lo que queremos decir es nadie.
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