miércoles, 17 de abril de 2013

¡Practique el escapismo mental y fúguese de la realidad!


Boceto de lo que podriamos encontrar si desmaterializace a un enemigo


¡Haga desaparecer a su enemigo!

Asesinar a mis enemigos no es fácil, me lo impide la cobardía y la moral.  Y como no puedo matar al presidente, a mi casero, ni a mis jefes, me entretengo imaginando que de repente desparecen sus cuerpos, y solo quedan sus zapatos, los pantalones y el sombrero. Como si fueran hombres invisibles, seres sin sustancia, vacíos, sin mente, sin alma y sin voz 

Me gustaría que todo mandrileño pudiera disponer de este poder y eliminara a sus enemigos a su antojo convirtiéndoles en ridículos espantapájaros andantes,  pero me preocupa que la ciudad acabe siendo habitada por seres sin sustancia y sin cuerpo, vagando por las calles de Mandril. Si, yo firmaría ahora mismo una petición que solicitara "¡Todas las armas para el pueblo!", pero a veces pienso que si el pueblo tuviera un subfusil dispararía contra mis vecinos y contra mi.  El problema estriba en la falta de un método para identificar a nuestros enemigos, o quizá es que carezcamos de una regla nemotécnica muy sencilla para no olvidar jamás a quién debemos desintegrar.  Construyamos ese método. Seamos partidarios de la libertad, aunque la libertad no sea partidaria de nosotros. Entreguemos entonces al pueblo la facultad de desmaterializar a sus enemigos, mientras este pueda conservar sus pantalones.

 Sin embargo otros dias me entretengo imaginando que no desaparecen los cuerpos de mis enemigos, sino tan solo sus camisas. Si, quizá sea mejor así, entreguemos al pueblo  la facultad de desintegrar las camisas de sus enemigos, mientras este pueda conservar su cuerpo.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay días que no es por falta de ganas.

nemo dijo...

La libertad siempre será partidaria de nosotros. Su pena es justamente la nuestra: por lo poco que la visitamos.
Te propongo otro lema, Dominguet: "Todas las armas para el suelo!" Bien pegaditas a él, hasta que se conviertan ellas mismas en suelo. Sin armas, los enemigos quedan reducidos al enajenado que te increpa por la calle un día de sol porque no llevas paraguas.

Dominguet dijo...

Hola anónimo: Dices "Hay días que no es por falta de ganas". ¿El qué? ¿Escapar de la realidad o acabar con nuestros enemigos? Escapar de la realidad es demasiado fácil, y acabar con nuestros enemigos demasiado difícil. Generalmente nuestros enemigos son demasiado fuertes y nosotros demasiado débiles,así que preferimos evadirnos de la realidad, así que cuanto más tiempo estamos fuera de la realidad, más fuertes se hacen nuestros enemigos. No es casual que desde que uno se levanta hasta que se acuesta, se encuentra rodeado de objetos para evadirse.

Lo que molaría no es tanto despertar por las mañanas y continuar seguir soñando, sino abrir el cajón ese donde guardamos nuestras notas inconclusas sobre "como aumentar nuestro poder" y mirar a nuestros enemigos directamente a sus ojos.

Enfrentarse a la realidad es muy incómodo. Genera estrés,problemas y ansiedades. Comprendo que en estas circunstancias uno prefiera evadirse de la realidad y continuar en la cama ensoñando, pero eso es porque no ha tomado los cafés necesarios y porque no está lo suficientemente irritable. En cuanto uno toma más cafés de lo habitual es devuelto al mundo de los hombres.




Dominguet dijo...

Para Nemo: Dices "La libertad siempre es partidaria de nosotros" Me alegra mucho. Mi temor era precisamente que la libertad no nos visitara, pero era al revés, era yo el que no visitaba la libertad. Este asunto es controvertido porque contradice tu lema de "¡Todas las armas para el suelo!" y que yo comparto. No sé si la libertad debe tener algún límite. Imagino que la libertad de acabar con la libertad, podría ser un límite bastante aceptable

 
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