viernes, 6 de septiembre de 2013

Una ciudad para que la gente duerma

"Y ahora, cuando oigo que nuestra salud necesita alimentación, yo digo que lo que necesita es SUEÑO. Todos dicen que para descansar se necesita aire, y yo digo nuevamente que no: sin sueño el aire es incapaz de restablecer nuestras fuerzas"

Melinkov, en su propuesta denominada "Ciudad para una arquitectura soñolienta" 1929


En la ciudad del sueño no hay apenas plazas de aparcamiento. En su lugar podemos encontrar amplias camas con colchones viscoelásticos

La ciudad del sueño


Lo primero que nos sorprende al llegar a mi ciudad para durmientes son sus extensos campos y parques cubiertos de la planta de la adormidera, así como un enorme cartel con una cita del propio Melinkov que dice así "Cúrese mediante el sueño y de este modo modifique su carácter. Cualquiera que piense lo contrario está enfermo" Esta ciudad del sueño no es tanto una ciudad para las vacaciones o para la recuperación nerviosa, descansar o para someterse a curas de sueño. La ciudad para que la gente duerma es una ciudad para dormir. Algunos pensarán que una ciudad donde todo el mundo duerme sería una ciudad muy poco productiva, más bien al contrario, porque en esta ciudad el sueldo recibido no se traduce en dinero corriente, sino en una extraña moneda denominada "El Somni" con la que uno podrá obtener más horas de sueño, y de esta manera, según la categoría profesional, pasar un buen rato de la existencia durmiendo o dormitando. En cualquier caso una legislación laboral acorde a las necesidades de la ciudad establecerá un salario mínimo de catorce horas de sueño diarias. Llama la atención en esta ciudad la ausencia de mecanismos de control social, no hay policía, ni cámaras de videovigilancia, por otra parte innecesarias si es que vamos a pasar buena parte de nuestra vida dormidos dormidos ¿Para qué filmar a alguien que duerme?. Una de las pocas molestias de esta ciudad son las moscas, protegidas por los poderes públicos, pero no son moscas cualquiera. Esta mosca que vuela libre por toda la ciudad, casi sagrada, es la mosca Tsé Tsé. 

Una de las ventajas de los durmientes sobre los despiertes es la insignificante cantidad de calorías que precisan para estar vivos. No es precisa una producción activa y desaforada para que la ciudad funcione, de hecho la ciudad, concebida para este fin, será tanto más eficaz y productiva cuanto más se duerma. Esta ciudad es la vanguardia en cuanto a la reducción de emisiones de CO2. Es la movilidad la que nos lleva a destruir todo a nuestro paso, incluso a nuestros vecinos. Una ciudad durmiente es más respetuosa con el resto de seres vivos y el medio ambiente. Al permanecer tumbado y soñando se salvan muchas vidas, pero aún así hay que moverse de vez en cuando, no solo para evitar úlceras por presión, sino para poder realizar algunas actividades imprescindibles de la vida cotidiana. Con el fin de poder hacer cosas mientras uno duerme, se ha creado El Instituto de la Vida es Sueño, donde entre otras cosas, se investiga el sonambulismo, como una herramienta eficaz del mañana, donde uno puede incluso trabajar dormido. Nos encontramos a solo un paso de la llegada de autobús, conducido esta vez sí, por un conductor dormido. El Instituto se encargará también de transformar la narcolepsia, no tanto en una desventaja, sino en una oportunidad. 

Un clásico de la poesía durmiente y breve, pues fue escrito durante una corta vigilia, hasta caer rendido por el sueño es este poema titulado "El mundo no me gusta". 

"Como el mundo no me gusta
cierro los ojos siempre que puedo

Y me duermo
y paso mi vida durmiendo
soñando que estoy despierto"

En la ciudad del sueño el agua corriente contiene somníferos suficientes y no hay ejército, tan solo unas patrullas de durmientes recorriendo las calles en pijama, en busca de despertadores.



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