Aterrizaje en Mandril
Avión teledirigido hacia la mani del 31 de Enero
En el gran Mandril existe un cosmódromo abandonado. Una de esas viejas construcciones olvidadas de los tiempos de la gran burbuja inflacionaria - y más tarde deflacionaria-. A veces el cosmódromo se abre para eventos excepcionales, de modo experimental, para algún asunto trascendente. Por ejemplo, una manifestación antagonista.
Las élites del gran Mandril hubieran preferido transformar los robots en hombres, pero como todavía no es posible, se invierte gran cantidad de recursos en transformar a los hombres en robots. Aún así, este proyecto también tiene grandes dificultades. Sea como sea, un robot pilotará el avión teledirigido que despegará del cosmódromo. Prefiero no indicar si ese robot es un hombre transformado en robot, o un robot convertido en hombre. Lo único seguro es que el avión teledirigido acaba de despegar con destino a la manifestación del 31 de Enero.
La ciencia está al servicio del gran Mandril. El avión teledirigido pilotado por nuestro robot, se encuentra disparando bombas de yoduro de plata contra las nubes. La reacción es inmediata: comienza a llover. Es probable que granice. La lluvia es un gran disolvente de manifestaciones.
Lo que está en juego -seamos sinceros- no es tanto una posible transformación del gran Mandril para que al fin tenga rostro humano, sino salvar, dentro de nuestras luces y fuerzas, la sanidad pública, por decir algo. Por lo tanto, si el piloto todavía es un hombre que ha resbalado por la peligrosa pendiente hacia la robotización, queda la esperanza de que no accione el botón que lanzará las bombas de yoduro de plata. Si es un robot convertido en hombre quizá, en su proceso de humanización, se niegue a disparar contra las nubes. Si el hombre-robot como el robot-hombre cumplieran el mandato del terrible gran Mandril, y lloviera a mares sobre la manifestación del 31 de Enero, quedaría todavía un rayo de esperanza más. Que miles de hombres y mujeres, a pesar de la lluvia y el granizo, acudan. Esto es, acudan a pesar de los elementos. Esos elementos capaces de disolver manifas y servicios públicos, de transformar las nubes en lluvia, hombres en robots.
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