“Bienvenido a la oficina de encuentros propios”
Bienvenido a la oficina de encuentros propios. Aquí usted puede encontrarse a sí mismo.
No llame a la puerta para entrar. “¿Qué puerta?” dirá usted. Es cierto; no hay ninguna puerta, tan solo una hendidura en la pared. Introdúzcase a través de ella y pase al interior de un espacioso y luminoso salón. Realmente es una oficina, pero no hay oficinistas, ni conserjes. Usted está allí solo, en medio de miles de papeles dispersos en el suelo. Coja un papel. No es un papel cualquiera; es una octavilla, pero no es una octavilla cualquiera, es un plano. El plano del camino para encontrarse a si mismo. Y ahora puede hacer lo que quiera, irse en busca de si mismo o buscar otras cosas. Si decide irse a buscarse a sí mismo le diremos “¡Hasta luego!” aunque no sabemos si le volveremos a ver, o si se encontrará, o si se perderá para siempre aún a pesar el mapa para encontrarse. Pero si decide usted abandonar la oficina de encuentros propios y volver a casa a comerse unos bollos, no tire el plano. Es fino, de arroz, y puede fumarse en cualquier momento.
2 comentarios:
Aplaudo la iniciativa de esta nueva oficina, pero me permito proponer una sugerencia:
¿Por qué no se ahorran la impresión de los planos en las octavillas de papel de arroz y se limitan a dejarlas en blanco junto a unas buenas chinas de libanés o un poquito de polen rifeño?
La búsqueda de uno mismo, si alcanza su fin, suele conducir a tremendas decepciones en lugares insulsos.
La otra actividad, además de calmar el cuerpo y hacer aflorar lo mejor de nuestro espíritu, nos permite mantener una prudente distancia, tanto con lo que somos, como con aquello que creemos ser.
La hendidura en la pared por la que se accede a la oficina tiene una evidente simbología vaginal.
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