Ahora, después de años de humillaciones eres lo suficientemente pequeño. Ya puedes pasar por el resquicio bajo la puerta.
Contempla los rios de sangre que manan de la Tierra. Arrastra hasta la orilla una cáscara de nuez y embarcate en ella. Déjate llevar. Desciende las aguas turbulentas del dolor hasta llegar al mar.
2 comentarios:
Me gusté cuando era niño porque era lo bastante pequeño para imaginar que las cáscaras de nuez eran barcos y que todas las lágrimas llegaban al mar.
Qué pequeño eres, Dominguet.
Qué suerte tienes.
Algún día, si por un curioso desvío de la historia crecemos algunos centímetros más, abriremos la puerta que nos lleva al mar, y lo haremos silbando. ¡Ánimo! y un abrazo
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