¡Disponible suerte en grandes toneladas!
En Mandril cualquiera puede tener suerte. Para ello, la gran maquinaria de la ciudad ha creado para usted, la primera generación de jóvenes destinada a tan fin
¡Le entregaremos un prometedor joven a cada instante! Y así comenzará su suerte: escupiendo en la cara de este joven. Si amigo; las nubes se separan a su paso, porque usted va decidido, se dirige al oscuro habitáculo donde reside el prometedor joven y le golpea el rostro con una percha. ¿No ve como el Sol se ilumina y los aplausos le cercan? Usted necesita de una delicada y pulida vida intelectual. Pero oh, desgracia, nuestro joven pierde las dientes, babea, se degrada, embrutece, tiene la mirada perdida, ya no es tan joven. Empújele por la cuneta. Y es hora de ir en busca de un nuevo joven, la suerte volverá a llamar a nuestra casa.
Esta promesa de la joven cocina mandrileña prepara una barbacoa con unos cuantos fracasados escolares
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