Dominguet como avanzadilla para la introducción del desarrollo y la industrialización en la periferia

Al poco tiempo llegarán a los arrabales de la capital

El turismo y Dominguet

Dominguet ya está de vacaciones, ha recorrido medio mundo en avión, barco, coche, autobús y bicicleta y por fin ha llegado.

Si, ha llegado a una aldea muy chula. La propiedad es comunal y autogestionada. Todavía existe la democracia directa, no hay escuelas pero el saber es compartido, los niños gatean y toman los pechos de cualquier mujer que todavía está criando, el agua transcurre clara por el arroyo. Y Dominguet es feliz y fotografía con su cámara digital todos los sucesos que no cesan en la aldea, asombra a hombres y mujeres con su camping gas y su linterna que enciende y apaga en la noche, se enamora y se despide para volver al Mandril que reniega, mientras los aldeanos le despiden con la satisfacción de haberse quitado un peso muerto de encima. Vuelve a su trabajo de friegaplatos. Toda esperanza se derrumba. Los daños colaterales de la visita de Dominguet serán tangibles sobre toda una generación. Pero digámoslo bien alto y claro, sus vacaciones han molado un montón. Ha vivido una experiencia tranformadora. Los aldeanos tambien han vivido una experiencia tranformadora. Dominguet abrió una brecha hacia el desarrollo de esta aldeita, un caminito que atravesarán aventureros, gentes de buen rollo y hombres y mujeres sensibles y bienintencionados. Y pronto, desde el Ministerio de Industria de Mandril llegará el paquetito que contendrá la primera bombilla de bajo consumo, para alumbrar las noches en el hotelito recién inagurado para viajeros que desear experimentar una vivencia iniciática mega flipante