Dominguet avisando de la llegada de un nuevo modelo de juego de mesa en el que todo el mundo pierde
¡Diversión para toda la familia!
Se trata de un singular juego de mesa para pasar una agradable tarde otoñal con toda la familia, los amigos y los enemigos. La finalidad del juego es conseguir el control de la propia vida
Cada uno de los participantes se iniciará en el juego sometido a algunas adversidades, como por ejemplo umbrales de estrés o dolor bajos -ya saben, al poco a uno le duele y le duele de verdad- o una cabeza demasiado redonda o cuadrada, tartamudez, o la paralisis o la sudoración de manos. Los participantes lanzan los dados y se encuentran en una extraña familia, un barrio feo, una ventana que se abre de par en par al gran Mandril. En fin, en una profesión incapacitante. Pero los participantes continuan el juego y mueven casillas y algunos se quedan varias turnos sin tirar. Todo se complica cuando en el juego alguien observa que es más fácil aproximarse al control de su propia vida si manipula la de los demás, y entonces el juego se hace tortuoso, a cada tirada a uno le sudan las manos, las situaciones en las que uno se queda paralizado se vuelven permanentes, uno deja de hablar por temor a tartamudear, la forma de su cabeza le excluye del uso de un casco espacial de moda, todo le va doliendo. Y los jugadores abren la ventana y allí sigue el gran Mandril. Así que los participantes tratan de volcar la mesa, pero no es posible abandonar el juego. Tiran los dados de nuevo, mueven ficha; han perdido todo el control, pero tienen que seguir jugando.
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