martes, 3 de febrero de 2009

¡Viva el fúmbol!


Dominguet y unos colegas durante un dia de partido


¡Viva el fúmbol!

Hace algunos años la revista de comics TMEO, sacó una pegatina donde aparecía un futbolista agonizante con un puñal clavado en el corazón, y con el siguiente mensaje: "¡Abajo el Fúmbol!".

¿Quién no a deseado acuchillar alguna vez a un futbolista? ¿Quién no se lamenta por no haber comprado un bazoka con el que lanzar una granada a un grupo de seguidores futboleros que se baña en una plaza pública?. No, no debemos acuchillar a futbolistas ni bombardear futboleros. La primera vez que descubrí las bondades del fútbol fué durante el anterior mundial. Los mandrileños se habian encerrado en sus casas para ver el fútbol y los comercios cerraron con antelación. Mientras tanto, fuí andando desde casa al centro mismo de la ciudad de Mandril. Durante el primer cuarto de hora no me crucé con nadie en la calle, despues me encontré con un colega que hacía años que no veía. En mi larga marcha al centro de Mandril, sentía que con cada persona que descubría en el camino, se cruzaban miradas complices. Las calles vacias estaban a mi disposición tanto para el amor como para el gamberrismo ilustrado. A veces es bueno que las masas estén enloquecidas. Si todo el mundo disfrutara paseando por el monte, hace mucho que el planeta hubiera desaparecido. Si, es mejor que se coman la paella a menos de cincuenta metros del coche, que desolen y talen los pequeños robles que crecen a la orilla de la carretera. Hay gente que se mofa de estas masas enloquecidas. Son necesarias para el bien común. Los domingueros quedan paralizados a más de cincuenta metros del coche. Este fenómeno se llama "El muro invisible". Nadie se atreve a franquearlo. Eso es bueno. Es bueno para poder sentir el silencio. Sin muchedumbres ataviadas con uniformes de exploradores que invadan todos los rincones del monte. Es bueno, si, que los futboleros se encierren en sus casas, para que sea posible respirar durante al menos 90 minutos en Mandril


2 comentarios:

PELLICER dijo...

Recuerdo aquel día.

Te cruzaste conmigo y me miraste, Dominguet.

Me crucé contigo y no te miré, Dominguet.

¿Intercambiamos unas palabras?

Seguro que no.

Yo soy sordo y, en consecuencia, tu eres mudo para mi, Dominguet.

No escuché el timbre de tu bici.

Aún tengo rotos 666 huesos, oh, Dominguet, mi Dominguet

Anónimo dijo...

siempre he deseado poner un buen petardo en un balon de futbol, y el dia del bartido barza mandril, PUM!
el estadio a tomar por culo!
que asko me dan todos los borregos, futboleros, religiosos, los de derechas, los de izkierdas, los del partido democrático de judea y el gremio de taxistas

 
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