miércoles, 26 de agosto de 2009

Pavlov y el reflejo autocondicionado de Dominguet


Dominguet en pleno experimento


Pavlov, Dominguet, el libro y el beso

A veces Dominguet lee un libro, y de repente, le entran unas ganas irrefrenables de besar a alguien.

En plena guerra fría, cuando el pequeño Dominguet se encontraba en la cama y escuchaba de madrugada el ruido de un avión que le sobrevolaba, se quedaba sin respiración durante minutos. Temía que ese avión, quizá, podría lanzar una bomba termonuclear sobre Mandril y convertirle en una sombra. Desde entonces cada vez que escucha un avión durante la noche quiere abrazarse a alguien. Es como uno de los perritos de Pavlov, pero con menos pelo. Esta madrugada, quizá, los aviones no sobrevuelen Mandril, aunque no hay noticias de que la Tercera Guerra Mundial haya terminado. Entonces Dominguet abre un libro, pero no un libro cualquiera, es un libro descomunal y huele muy bien. Lee un capítulo. Y le embriaga el deseo.

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