La propuesta de Dominguet de sustituir a los soldados por payasos no ha hecho la menor gracia
Hacia una fiesta nacional de puta madre
"Cuando la fiesta nacional Yo me quedo en la cama igual, Que la música militar Nunca me supo levantar. En el mundo pues no hay mayor pecado Que el de no seguir al abanderado Y a la gente no gusta que Uno tenga su propia fe " George Brassens
Dominguet se pregunta si es posible reajustar la fiesta nacional. ¿Lanzamos entonces confetis y serpentinas al paso de soldados y tanques o simplemente les escupimos? ¿Deberemos acudir al desfile con pancartas que digan bién claro "¡Vivan nuestros mercenarios y asesinos!"? ¿Podrían nuestros pilotos una vez al año, durante el desfile de las nuevas fuerzas armadas estrellar un bombardero contra El Corte Inglés, como en un ritual cada 12 de octubre, una vez que este estuviera cercano a reinagurarse?¿Podría haber algunos cambios en el uniforme de los soldados y generales, es decir, podría el uniforme de los miltares ser el de payaso? Dominguet se imagina la siguiente escena: decenas de miles de payasos corriendo alocadamente en el campo de batalla entre un millón de balas. Hay muchos payasos muertos. Entre sus manos aún calientes una fabulosa ametralladora láser de una tienda de todo a cién. Todavía resuenan flipantes ruiditos de esta singular arma defectuosa
7 comentarios:
el soldado es un ser humano, pobre inconsciente, al que un superior desalmado disfraza de payaso diabólico. Lo más triste, patético y escalofriante es que, con la crisis, mejor dicho, con el pánico creado a cuenta de la crisis, cada vez hai más gente joven que sueña con meterse a soldadito valiente, en fin...
A mi a veces se me olvida que un soldado es una persona ¡Bah! Pero aunque no datos de una cosa estoy seguro, que cada año aumenta el porcentaje de desertores. Eso no es debido a que cada vez los cascos sean más pequeños y les provoquen jaquecas incapacitantes. En mi opinión se trata de que las cabezas cada vez son más grandes.
cuidado, amigo, que a lo mejor a las cabezas humanas les pasa como a sus estómagos, que cuanto menos funcionan más se inflan.
¡Ostias! ¡Me quedo sin habla!¡No había pensado en esa terrible posibilidad! ¡Ay! ¿Deberiamos hacernos todos una resonancia magnética en la cabeza?
que va, hombre, déjate de pruebas macabras. Si estuviésemos de broma te diría que la hicieses tu, pero no, ni siquiera macaneando te lo diría. Yo a los cabezas infladas de tanto no pensar les mandaría un ejercicio de redacción que consistiría en lo siguiente: enumere por orden alfabético todos los objetivos que pretende usted conseguir con su alocada pretensión de alistarse en el ejército.
Inevitablemente se escucharía una voz irritada que repetiría: por orden alfabético? si, hombre, si, uno que empiece por a, otro por b, etc PIENSE, POR DIOS, PIENSE...
En ¡Terrible! todo es terrible. Para empezar este propio periodiquito totalmente fuera de mi control. Diseñado por mentes ingenieriles y por la industria, me dicen qué es spam y qué no lo es. He abierto el blog y me he encontrado tú comentario como spam, es decir, como no públicado. Por suerte lo he recuperado.
Sobre el tema de los soldados, ostras, todavía tengo algo de fe en el ser humano. Más que nada por qué sino, ¿ en quién vamos a tener fé? ¿en las máquinas? ¿en dios? es cierto que un soldado es como una máquina, pero nosotros también. ¿Ha ocurrido alguna vez que un soldado ha dicho ¡NO! o ha saltado los muros del cuartel para jamás volver? Ya ocurrirá. ¿Podriamos ser mi vecino, el oficinista, un nuevo modelo de soldado más sofisticado?
posiblemente en potencia todos somos milicianos a la sombra de la impotencia. Tu vecino, el oficinista, y todos nosotros,tal vez esté librando su guerra particular contra si mismo y contra los demás. Por eso hai que tirar todas las banderas, empezando por la propia, hai que desmovilizar a todos los ejércitos y hai que impedir que las nuevas generaciones se crean la historia de la defensa nacional, que es la manera en que se esconden todos los crímenes contra la humanidad
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